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Al día 1, Muelle Uno abrió sus puertas sin contar con licencia de utilización y, según el Ayuntamiento de Málaga, con un riesgo para la seguridad; los días 2 y 3, tras la exigencia emitida por la Gerencia de Urbanismo, los promotores del proyecto cerraron los locales e impidieron el acceso a la zona; y al cuarto día, el centro comercial de puerto, reabrió. Ayer, buena parte de los 78 locales asentados en la denominada por algunos como nueva calle Larios pudieron descorrer las persianas y permitir el acceso a los clientes.
Lo hizo, eso sí, sin aparcamientos. Ninguno de los dos parking construidos por la promotora del proyecto, con capacidad para alrededor de 1.200 estacionamientos, estaba operativo cuando a las 10:00 de ayer se abrieron las puertas del complejo, aunque a lo largo de la jornada se esperaba tener luz verde al menos para el edificio contiguo a La Farola.
La estampa alrededor de las 13:00 era la de un espacio cuyo vecindario más cercano estaba repleto de obreros y máquinas. En especial, en la conocida como esquina de oro, donde decenas de operarios continuaban ejecutando los trabajos del edificio cultural que allí se levanta, y trataban de culminar la conexión peatonal con el Palmeral de las Sorpresas.
Pero la imagen grata fue la de los peatones que, no en gran cantidad, paseaban a lo largo del centro comercial, en una zona, eso sí, acotada por Urbanismo entre la calle Vélez-Málaga y La Farola. Es en ese espacio donde lucen los escaparates de las tiendas de moda y las terrazas de cafeterías y restaurantes. La primera impresión de los clientes era positiva, aunque eran conscientes de las taras que mantiene el proyecto.
"Vivo cerca, he visto que estaba abierto y he entrado; la verdad es que es una locura, porque si usted entra hay hormigón armado hasta que llega a la acera y la solería está al mismo nivel, ¿que van, a picar después para rebajar y poner suelo encima? Había que haber hecho las cosas bien, parece que hay un desbarajuste", señalaba Pedro, uno de los clientes que aprovechó la jornada para saber cómo es Muelle Uno. A pesar de la reapertura, Pedro lo tiene claro: "Falta bastante; comprendo que las tiendas quieran aprovechar las navidades, pero la verdad es que el Palmeral, cuando se inauguró, estaba bastante mejor que esto".
Milagros es la responsable de la tienda Fusion Málaga. Esta comerciante, ilusionada con el buen devenir del proyecto, constata los problemas con los que arrancó la iniciativa, ya que el pasado martes, día de apertura oficial, "a las 19:00 se nos fue la luz". Sin embargo, por lo que cuenta, el negocio parece estar funcionando bien, porque ese mismo día "hubo muchísima gente, incluso sin luz pudimos vender".
El pero que pone es otro. "Como clienta me echa mucho para atrás, porque han venido algunos barcos de cruceros y no tiene una imagen bonita, incluso nos faltan papeleras", explica. A su juicio, se trata de "detalles muy importantes; que dan una imagen muy mala". Preguntada por los dos días cerrados, al contrario que otros comerciantes, dice que le han venido hasta bien. "Abrimos el 29, pero si hubiese dependiendo de nosotros lo habríamos hecho algunos días más tarde, porque nos han metido mucha prisa".
De no haberlo hecho, según los contratos suscritos con Iniciativas Marina de la Farola, tendría que haber pagado una especie de penalización. Precisamente, la reposición de las pérdidas que han sufrido algunos establecimientos ya está sobre la mesa de la promotora. Paco es encargado del Foster Hollywood y hace unos días cifraba en unos 6.000 euros el coste que supone tener cerrado el local, teniendo en cuenta el personal y la comida que se desperdicia. "La dirección nos ha dicho que se van a tener en cuenta las pérdidas, hay buena disposición", comentó. Un efecto negativo que no parece haber sufrido el restaurante Gorki. Su responsable, Alejandra, es clara al indicar que los dos días de cierre no han tenido afección alguna sobre el local, por cuanto el material se ha podido utilizar en otros establecimientos de la ciudad.
Sobre las reclamaciones de los comerciantes, el gerente de Muelle Uno, Patricio Gutiérrez del Álamo, fue más cauto. "Eso es algo que se queda a nivel interno, lo trataremos de la mejor manera posible, no cabe duda; no tememos ninguna reacción de los comerciantes, porque hay buena disposición de todo el mundo".
Pilar es otra de las vecinas que, aprovechando la proximidad de su lugar de residencia, se acercó al centro comercial. "Tiene muy buena pinta, tengo buena impresión y me gustaría que funcionara y no se cerraran locales", afirma, aunque cree "precipitado" el momento elegido para abrir los locales cuando no todo está terminado. "Estamos mezclados con los obreros, con las máquinas, pero también entiendo que el comercio tiene que empezar la campaña y aprovechar la Navidad. La premura venía por ahí, pero es importante que se abra con unas mínimas condiciones", añade.
Como había reclamado Urbanismo, una valla con lona verde separa claramente la zona abierta al público de aquella otra repleta de obreros, y el número de accesos peatonales a la franja de los locales ha crecido de manera considerable, con al menos tres escaleras de conexión desde el Paseo de la Farola. "Por fin, de nuevo ha abierto nuestra calle... Todos los comienzos son difíciles y cuestan", dice Gutiérrez del Álamo. "¿Improvisación?", se le pregunta, a lo que responde: "Es un proyecto de una envergadura importante y todos los comienzos son difíciles; en cuestión de días esto no va a ser más que una anécdota".
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