Cuando no hay dinero ni para comer

El comedor de Santo Domingo ayuda a 46 familias a pagar el recibo de la luz o la ropa de sus hijos

La directora del comedor de Santo Domingo reparte el almuerzo a los más necesitados.
La directora del comedor de Santo Domingo reparte el almuerzo a los más necesitados.
Raquel Garrido / Málaga

13 de mayo 2010 - 01:00

Que cada vez hay más personas que necesitan ayuda económica para llegar a final de mes ya ha dejado de ser novedad en los tiempos de crisis que vive el país. Pero para los 70 voluntarios del comedor de Santo Domingo se trata de una realidad diaria que obliga cada vez más a prestar una atención básica a muchas familias a las que apenas les llega el dinero para dar de comer o comprar el material escolar a sus hijos. Nunca antes en los 17 años que lleva trabajando en el centro, la directora, María Ángeles Martín, había visto una situación parecida. Ya son 46 las familias a las que se atiende cada día más allá de cubrir únicamente sus necesidades de alimentación. El abono de un recibo de la luz o de un billete de autobús, e incluso las gafas que no pueden comprarle a alguno de sus hijos se han convertido en las demandas más frecuentes de los que ven en este tipo de centros su única salida al oscuro túnel en el que están sumidos.

"Cuando piden es porque verdaderamente no pueden pagarlo", aseguró la directora del comedor de Santo Domingo, que junto con el centro municipal de acogida son los únicos autorizados en la ciudad para el reparto de comida entre los más necesitados. La crisis económica ha perfilado un nuevo modelo de pobreza que empieza a extenderse como una lacra entre distintas capas sociales. Los más vulnerables, según Martín, siguen siendo las familias monoparentales formadas generalmente por una mujer de origen inmigrante a cargo de sus hijos sin más ayuda económica que la que le reporta su empleo como empleada del hogar y por horas.

Pero si ya de por sí sus sueldos eran bajos, la directora del comedor de Santo Domingo explicó que la coyuntura económica actual es la pescadilla que se muerde la cola porque "si no hay dinero se suele suprimir de ese gasto que supone contratar los servicios de una empleada del hogar". La comida es la ayuda más inmediata que el comedor puede ofrecer a estas familias. Y por eso cada día acuden padres o madres de familia en busca de los alimentos que poder darle a sus hijos. Hasta 160 raciones de comida se reparten cada día en este centro en los turnos de desayuno, almuerzo y cena.

Pero su labor no se queda ahí y junto con las familias, los voluntarios de este comedor social intentan ayudarles a encontrar una solución que dé luz a la oscuridad en la que se encuentran sus vidas.

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