El ejemplo mexicano de Monterrey

Mucho se ha hablado en los últimos años sobre las posibles soluciones que se le podría dar al río Guadalmedina, al que muchos consideran la gran cicatriz de Málaga sin que se haya sacado nada en claro hasta la fecha. Al debate de si debe o no ser embovedado, se suman ahora los que tratan de mostrar con ejemplos reales que otras alternativas al embovedamiento son posibles. Uno de los casos que ha sonado con más fuerza en los últimos días es el de la ciudad mexicana de Monterrey. Allí, hace poco más de tres años inauguraron la obra que acabó con la cloaca en la que se había convertido el río Santa Lucía que discurría por parte de la ciudad dándole un uso ciudadano con la construcción de grandes paseos, zonas de recreo y de ocio en ambas márgenes de un canal por el que discurre continuamente el agua.

Las características climatológicas y el comportamiento de este río son, según el profesor de Geografía Física de la Universidad de Málaga (UMA) José Damián Ruiz Sinoga, "prácticamente las mismas" de las de Málaga. Similares precipitaciones máximas, similares riesgos de inundaciones y similares rasgos del propio río, por lo que podría ser una de las soluciones que se planteen para el río malagueño.

La idea por la que se inclinaron finalmente en la ciudad mejicana fue la de crear un parque fluvial en torno al río con senderos y jardines, zonas con asientos, espacios abiertos y áreas turísticas, además de comercios y distintos servicios.

El paisaje lo conforman, además, 22 fuentes, taludes con jardines , áreas culturales y un lago que tiene una capacidad de 12.000 metros cúbicos de agua y una fuente de olas que puede observarse desde un puente peatonal gracias al mecanismo de tres motores de gran potencia. Son diez los puentes peatonales que se encuentran a lo largo del canal y que están estratégicamente ubicados para que los visitantes puedan cruzar hacia ambos lados de los andadores.

En definitiva, una nueva gran avenida junto a un canal que mide 2,5 kilómetros de longitud, que es cien por cien navegable, que tiene 1.20 metros de profundidad y una capacidad de 44 mil metros cúbicos de agua. Para su diseño se tomó en cuenta el modelo del River Walk de San Antonio, en Texas (EEUU), y su presupuesto fue de 36,6 millones de dólares.

Para lograr que el río Santa Lucía llevara agua fue necesaria su ampliación mediante la excavación de 1.975 metros del canal y el uso de 53.000 metros cúbicos de hormigón, además de 2.172 toneladas de acero para almacenar un total de 29.625 metros cúbicos de agua para que fuera totalmente navegable.

Este río artificial simboliza el antiguo manantial de Santa Lucía, incluso parte del agua que corre actualmente por él es suministrada por el ojo de agua original que quedó enterrado en el subsuelo de Monterrey, por lo que sólo parte del trazado actual concuerda con el paso original del río Santa Lucía.

La propuesta de expertos como Ruiz Sinoga para el río Guadalmedina consiste en dejar un canal similar de unos diez metros de ancho y una profundidad no superior a los 80 centímetros para que pueda ser navegable con las barcazas adecuadas hasta la zona de la Rosaleda.

Pero para que el agua nunca llegue a estar estancada, el profesor de la UMA sugirió que a lo largo de dicho canal haya "diferentes opciones ornamentales que permitan la circulación continua de agua", como fuentes que surjan desde la lámina de agua, desde los paredones del río o agua que baje por escaleras.

A ambos lados del canal podrían construirse dos riberas en donde, según el experto, se podrían destinar a actividades lúdicas, de ocio, culturales o gastronómicas que permitiría que la ribera del Guadalmedina tuviera también vida nocturna.

"El principal objetivo sería hacer del Guadalmedina el espacio de referencia de la ciudad para que el río deje de ser la actual cloaca", señaló. El debate está servido.