EDITORIAL
Toda preparación es poca ante los temporales
Ana y Ángel recibieron una cita con la profesora de su hijo de 11 años a través de su agenda escolar. El chico le confesó a su padre que se había peleado a puñetazos limpios con su mejor amigo. Un gol les sirvió de excusa para iniciar la bronca. Ésta fue una señal de alarma para los padres, que ya llevaban viendo que su hijo pasaba una etapa más rebelde y "contestona", sobre todo, tras la muerte de su tío. Entonces acudieron a la orientadora del centro y ella los derivó al Centro Municipal de Atención a la Infancia y la Familia de Málaga (Cemaif).
En la primera sesión con los psicólogos ya se detectaron los principales problemas. "Yo era demasiado sobreprotectora con mis hijos, no los dejaba ir con amigos y cuando salían los llamaba veinte veces", confiesa Ana. A pesar de que el hijo menor era el que al inicio preocupaba a la pareja, detectaron que el mayor, de 15 años, era el que estaba desarrollando verdaderos problemas de sociabilidad. Ana le había contagiado sus propios miedos y el chico había llegado a tener miedo de la gente de su alrededor. "Yo he sido igual que él, la verdad, pero a mí no me lo han tratado", dice Ana.
Una vez que quedó definido el conflicto comenzaron a enfocar las posibles soluciones. "Ahora ellos tienen que tener más responsabilidad en casa, hacer ciertas tareas y yo soltar un poco el cabo para que también sean responsables fuera", comenta Ana, que reconoce que "se ha tenido que frenar mucho" para no controlar tanto a su hijo mayor. "Estamos muy contentos del resultado porque nos enteramos de un problema gracias a otro y nos han ayudado mucho", asegura Ángel.
En cuatro sesiones esta pareja, ella ama de casa y él gestor de una empresa de instalaciones, había reflexionado sobre cómo estaban educando a sus hijos gracias a las miradas expertas de los profesionales del centro. Con las herramientas apropiadas y la suficiente fuerza de voluntad para utilizarlas, la situación en casa ha mejorado mucho para esta familia.
Ellos fueron uno de los 124 casos que llevó el Cemaif en 2008, 106 de ellos nuevos. Se trata de un servicio especializado dentro de la red municipal, lo que quiere decir que los usuarios no pueden acudir directamente al centro, sino que han de ser derivados por los centros sociales de los distritos, los orientadores de colegios o institutos, los trabajadores sociales de los centros de salud, el área de la Mujer o el juzgado de Familia.
"Los primeros dos años de vida teníamos un filtro de edad, menores de los 12 a los 18 años, pero empezamos a recibir demandas de familias con hijos de 8 ó 9 años que ya se sentían impotentes con su educación", explica José Antonio Torres, coordinador técnico del centro, que añade que desde 2004 "está aumentando poco a poco el número de usuarios que acuden con hijos más pequeños". Según los responsables del Cemaif, los ciudadanos comienzan a conocer los recursos de prevención y quizás por ello "se está visualizando más este fenómeno de conductas agresivas o maltrato de hijos a padres, como ocurrió con la violencia de género".
Al centro llegan multitud de casos diferentes, pero Torres asegura que cuando son pequeños el principal problema es la dificultad de los padres de hacerles cumplir las normas. "Aquí no hacemos una intervención sobre el menor sino sobre la familia, aunque no es hasta los diez u once años cuando se les incluye en el proceso", explica el coordinador.
"Ser padre es el mayor reto que afrontar en la vida y te ponen más trabas para conducir que para tener un hijo", comenta Torres en relación a la falta de preparación de cualquier persona para enfrentarse a la paternidad. Para este psicólogo es muy importante que las estrategias se adapten a las situaciones actuales. "La cultura del esfuerzo se ha sustituido por la del egoísmo y estamos todos contribuyendo a eso", reflexiona Torres, para el que los padres de hoy son demasiado protectores, les eliminan a sus hijos los obstáculos y "se ha pasado de un exceso de autoritarismo a un exceso de permisividad".
Mejorar las estrategias de comunicación, enseñar caminos alternativos, preparar a los padres para mejorar la calidad del tiempo que se pasa con los hijos y buscar momentos comunes gratos. Escuchar, prestar atención, poner límites, dejarles que adquieran responsabilidades y que comentan y asuman errores, son claves sobre las que giran las sesiones en el Cemaif. Luego llegará el momento de llevarlas a la práctica. El 60% de los casos terminan con sus objetivos cumplidos.
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