La experiencia de un primer viaje en una cámper: “Despertar junto al mar no tiene precio”
De un primer fin de semana en una camperizada a perseguir la vida nómada: dos experiencias de primerizos en el mundo del caravaning
El fenómeno del 'caravaning' ya es una realidad en las carreteras de Málaga

Málaga/Miguel y María hicieron a finales del mes de mayo su primer viaje en una furgoneta camperizada por la costa de Cádiz con motivo del cumpleaños del primero. “Es verdad que Miguel llevaba mucho tiempo queriendo hacer un viaje así y ha vuelto encantado, y ya planeando un siguiente viaje más largo pero yo, si tuviera que repetir, lo haría en una autocaravana más grande”, resume María para matizar que para un vehículo de ese tamaño “quizá mejor solo en pareja”, y es que viajaron con su hija Marta, de casi 8 años, y su perro Cocó, quienes disfrutaron de lo lindo de un recorrido que les llevó a la playa de Valdevaqueros, en Tarifa, y a Zahara de los Atunes. Esta jiennense, vecina de Málaga, también deja claro que un viaje de este tipo “no es barato”. “A nosotros nos hizo precio un amigo que trabaja con cámpers y autocaravanas, pero nos cuenta que él, por un fin de semana, está cobrando en torno a 350 euros”. Además, al ser primerizos en un viaje de este tipo, les surgieron dudas a la hora de aparcar cerca del mar, ya que al no ser aún temporada alta, no vieron mucha presencia de autocaravanas en la Costa de la Luz. Aún así, reconoce María, “despertar junto al mar no tiene precio”.
"Dejé mi piso y mi empresa en 2023"
Y de un viaje de fin de semana, al inicio de un viaje vital. Es el caso de Jose, un gaditano residente en Cataluña, que desde hace dos años vive en la que es su segunda furgoneta camperizada. "Me hice con mi primera 'furgo' en 2019 para viajar, por que tengo muchos amigos por toda Europa, ahí fue cuando empecé a camperizar", rememora Jose mientras atiende a Málaga Hoy durante un alto en el camino de su ruta entre Andalucía y Cataluña desde la localidad turolense de Utrillas. Viviendo en Barcelona, en 2023 este programador informático decidió dar el paso, dejó su piso y su anterior empresa y comenzó a vivir en su primera furgoneta, con la que viajó durante la primavera por la provincia de Cádiz. Un nuevo empleo que le requería cierta presencialidad le obligó a volver a Barcelona durante unos meses en los que, reconoce, vivió "lo peor de los dos mundos", ante la imposibilidad de comenzar la vida 'nómada' y el condicionante que supone vivir en un espacio reducido durante tanto tiempo.

Fue ya el pasado año cuando avanzó en ese sueño de vivir sin estar atado a ningún lugar. Aprendió a soldar y camperizó su actual furgoneta de 7,5 metros cuadrados, a la que colocó paneles solares y aire acondicionado, adaptando su nuevo hogar a esa nueva vida, ese sueño, que está a punto de llegar.
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