Análisis sociodemográfico de Los Asperones

El futuro espera al otro lado

  • En Los Asperones, donde existe una tasa de desempleo del 92% y donde más de 350 personas no reciben ningún tipo de prestación, el nivel educativo de sus vecinos crece

Graduados en Secundaria delante del recién creado mural de las estrellas, en 2015.

Graduados en Secundaria delante del recién creado mural de las estrellas, en 2015. / fotografías: javier albiñana

Atención: se necesita un puente en Los Asperones. Uno por el que puedan cruzar al otro lado, el del futuro y la esperanza, el millar de personas que continúa varado en este núcleo provisional que ya ha cumplido treinta años.

Un total de 295 familias se hacinan en las 175 casas que se construyeron en 1987 por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga dentro de un plan aún inacabado de erradiciación del chabolismo. El 40% son niños y en la educación y la formación están encontrando los ladrillos para construir en su orilla. En la otra, la sociedad malagueña y las administraciones públicas han de hacer lo propio.

Las cifras del estudio sociodemográfico realizado por el grupo de investigación Resiliencia, Inclusión y Educación -dirigido desde la Universidad de Málaga por Cristóbal Ruiz- hablan de la necesidad de desmantelar el barrio e incluir a sus vecinos en la realidad malagueña, esa que tan sólo intuyen a dos kilómetros de distancia.

Trabajo en red y atención socioeducativa para la promoción de la resiliencia de la infancia y la juventud en riesgo sociales el título del proyecto de excelencia financiado por la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía. Los doctores Jesús Juárez e Isabel Bernedo forman parte de un equipo de unas 15 personas, entre ellas gente del barrio, que llevan recopilando información desde 2013.

"Queríamos hacer una especie de dibujo sobre la realidad del barrio", explica la psicóloga y profesora de la UMA Isabel Bernedo. Hace unos años el equipo de barrio, formado por psicólogos, trabajadores sociales, pedagogos, educadores, maestros del CEIP María de la O, diferentes entidades sociales, el Ayuntamiento y la Junta, comenzó un censo del barrio, calle a calle, para ver quiénes vivían en cada casa, cuántos niños había o a qué centro escolar iban, entre otros datos. La UMA se incorporó a la mesa y decidió hacer un análisis descriptivo con esos datos. Las cifras manejadas para este estudio son de 2016.

"Según nuestro análisis viven en las tres fases de Asperones 961 personas, aunque es una población que se mueve bastante y puede haber picos de unos 1.100 vecinos aproximadamente", dice el profesor Jesús Juárez. Y comenta que si hace tres décadas se construyó una casa para cada familia, los hijos que se casaban empezaron a hacerse cuartillos anexos. De ahí que las familias hayan crecido hasta las 295, que el 61% lo formen casas prefabricadas y el 39% chabolas autoconstruidas según la necesidad. "Entendemos que existe un hacinamiento insostenible. Sigue siendo el mismo espacio para una población que se ha multiplicado por dos", agrega Juárez.

Y si las viviendas son cada vez más precarias, las calles continúan sin aceras ni suficientes farolas, sin parque infantil, ni supermercado, ni farmacia, ni buzones de correos, ni jardines, ni adornos navideños. "Asperones se encuentra a 2 kilómetros del barrio más cercano, Soliva y El Cónsul, pero realmente son muchas millas de distancia lo que existe entre ellos", considera Isaben Bernedo. "Tiene una parada de autobús pero no de metro a pesar de que la cochera está al lado, está rodeado por el cementerio, el vertedero y el desguace", agrega.

Como explica Jesús Juárez, "para ir al Puerto de la Torre, a la junta de distrito, tienen que coger dos autobuses y eso significa cinco euros, dinero que supone cenar toda la familia, hay gente que no tiene esos cinco euros para gastar en transporte".

Un burro descansa delante de un mural lleno de maletas que pregunta por el desalojo del barrio de Los Asperones. Un burro descansa delante de un mural lleno de maletas que pregunta por el desalojo del barrio de Los Asperones.

Un burro descansa delante de un mural lleno de maletas que pregunta por el desalojo del barrio de Los Asperones. / Javier Albiñana

Para los investigadores, "el puente se construye desde las dos orillas y necesitamos construir desde Asperones, que la gente salga, pero también que las infraestructuras y la sociedad malagueña tienda el otro puente, que cuando vaya un niño a otro colegio se sienta en casa, que estén a gusto en otros institutos", dice Jesús Juárez. Pero la sociedad, como señalan los autores del estudio, "sigue teniendo muchos prejuicios con respecto al barrio de Asperones". Y resulta fundamental tanto que "el malagueño haga una apertura, un acercamiento a este barrio, como que la gente de allí no tenga miedo a salir", considera Bernedo.

Otro de los apartados del estudio sociodemográfico ha sido la esperanza de vida. La media de edad en este núcleo marginal es de 26 años frente a los 43,7 de España. Además es una cifra que se encuentra, incluso, por debajo de la de países empobrecidos como Siria (31,8), India (31,7) o Pakistán (30.8).

En cuanto a la salud, otro de los temas preocupantes es la gran presencia de amianto en las viviendas. "Es una pena y una vergüenza que existan campañas de desamiantado en otros lugares y no para estas casas, que se hicieron para cinco años con amianto y 25 años después ni se han revisado ni se ha retirado nada, aquí todo el mundo ha cogido amianto sin protección, los niños han jugado en el tejado, y no se dice nada", señala Jesús Juárez. "Es una población joven y eso nos gusta porque da un mensaje positivo, cómo no vamos a tener futuro si cuatro de cada diez son niños, pero lo que hay que darles son más oportunidades", estima el investigador y docente.

Pero una de los problemas más sangrantes de este espacio es el desempleo, con una tasa que supera el 92% frente a la andaluza que no llega al 29%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística para 2016. En Asperones trabajo estable o temporal tienen un total de 39 personas, lo que supone el 7% del total de la población activa. Pensionistas o desempleados con prestación son 118 personas, un 23% y el 69% lo conforman desempleados con la tarjeta del paro pero sin prestación alguna.

Cuatro de cada diez personas en edad productiva no tienen ningún tipo de ingresos y el 27% subsiste gracias a alguna actividad relacionada con la economía sumergida. "En Limasa trabajan algunos, en el colegio como monitoras, en restaurantes de comida rápida, en grandes superficies comerciales, gente que se queda un tiempo tras unas prácticas en empresa... Pero lo que más se da es la chatarrería", explica Jesús Juárez.

Isabel Bernedo añade que "tienen muchas dificultades para encontrar empleo, volvemos al estigma social, muchos no dicen que son de allí cuando solicitan trabajo y ponen en el currículum como dirección la de la parroquia del Cónsul". Para la investigadora, "no solamente hablamos de una baja tasa de empleo si no que también hablamos de un porcentaje muy bajo de ayudas y prestaciones por desempleo. Hay muchos que no tienen ningún tipo de ingresos".

Ante un panorama tan desolador, la educación está aportando a la barriada "indicios esperanzadores". Si en 2011 había tan sólo cinco personas graduadas en Secundaria, seis años después superan el medio centenar. "La gente ya empieza a llegar a Bachillerato, hace Ciclos, Grados Medios, estamos muy contentos en ese sentido", comenta Jesús Juárez, también profesor de Religión del CEIP María de la O. "Ahora también ven que sus padres han ido a la escuela, y es algo importante porque tienen modelos más cercanos, ejemplos a seguir", añade Bernedo.

Para los investigadores "el perfil del habitante de Asperones sería ahora un joven, desempleado y con muchas más dificultades que el resto de malagueños, pero que se está esforzando por estudiar y salir". Aseguran que la tasa de absentismo escolar es mucho más baja, "estamos mejorando y están descubriendo que la educación es la mejor forma de salir de la exclusión".

Y el mural de las estrellas, ideado por el colegio que capitanea Patxi Velasco, ha tenido mucho que ver en este asunto. "Se está creando algo muy bonito, los niños ponen en valor a quienes estudian, y muchos quieren ser como ellos, quieren seguir en la escuela", apunta Juárez. Aunque para ellos no habrá garantías de mejora si continúan viviendo rodeados de pobreza. "Lo que pedimos es la inclusión de estas familias, no se pide más que un derecho que como malagueños tienen que tener estos niños, ir a otros colegios, conocer otros entornos, los menores no se merecen esta situación", subraya Jesús Juárez y agrega que "como profesor veo a niños que podrían ser abogados, arquitectos o médicos y no lo son porque no tienen esa posibilidad".

Mujeres jóvenes y niños del barrio, cuya media de edad es de 26 años. Mujeres jóvenes y niños del barrio, cuya media de edad es de 26 años.

Mujeres jóvenes y niños del barrio, cuya media de edad es de 26 años. / Javier Albiñana

Para Isabel Bernedo, "si vamos más allá y pensamos en los derechos humanos y los derechos de la infancia, no se están cumpliendo absolutamente. Si hablamos del derecho a que tengan cubiertas necesidades biológicas, fisiológicas, emocionales, afectivas, cognitivas, lingüísticas, desde luego la situación que viven las familias, los niños y los jóvenes del barrio no se cumple".

Por ello, el desmantelamiento del barrio es tan importante. "Casi el 90% se quiere ir pero no a cualquier precio, no quieren irse a otro barrio marginal, la mayoría quiere estar dentro de la sociedad. Uno de ellos me dijo que quería una hipoteca y estar como los payos, esforzarse y tener que pagar, realmente quieren ir a trabajar", declara Jesús Juárez.

Existe un plan de desmantelamiento elaborado en 2008 que se vio frenado por la crisis "y lo que pedimos es que ese plan se lleve a cabo y todo el mundo asuma su responsabilidad", indica Isabel Bernedo. Eso sí, "aunque las familias salgan algunas de ellas van a necesitar también un acompañamiento y una ayuda porque van a tener que aprender determinados comportamientos, el lenguaje, van a necesitar una guía para poder adaptarse a nuevos contextos", agrega.

Mientras este ansiado plan se recupera, asociaciones y entidades seguirán trabajando en red, intentando conectar la labor de psicólogos, trabajadores sociales, educadores y maestros para favorecer a las familias. Mientras tanto, continuarán dejándose el alma cada día para paliar en su corta medida la desigualdad que late en las desnudas calles de Asperones.

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