Bloguero de arrabal
Ultraoceánicos
Los muertos se apoderaron anoche de calle Larios. Cientos y cientos de terroríficos zombis deambulaban de arriba abajo mientras los pocos vivos que quedaban los observaban desde los laterales sin hacer ningún esfuerzo por detenerlos. No es una película de ciencia ficción, es la noche de Halloween malagueña. Los minivampiros devoradores de golosinas se acercaban a los transeúntes que, intimidados por sus colmillos, accedían sin reparo a regalarles algún caramelo que calmase su sed, mientras un aquelarre de brujas madre inmortalizaba el momento con sus teléfonos móviles.
Esta fiesta importada que tan bien ha encajado en nuestro calendario se celebró por todo lo alto en la ciudad. Ya desde por la mañana los pupitres de los colegios se llenaron de calabazas y momias que, además de causar un adorable terror, aprendían y jugaban en un día especial. Por la tarde, esqueletos y hombres lobo recorrían las escaleras de los edificios buscando chucherías al grito de "¿truco o trato?" y, al caer la noche, muchos padres cedieron el hogar para que los más jóvenes celebraran Halloween.
Pero la noche no fue divertida solo para los más pequeños. Muchos mayores se disfrazaron y salieron a la calle para pasarlo bien, y en familia es mucho mejor. El Soho de Málaga organizó una Noche en negro para todos los miembros de la familia, con concursos de disfraces, pintacaras y actividades, donde se centró el foco festivo durante la tarde. "Es divertido venir a estas cosas en grupos grandes, te lo pasas mucho mejor", comentaba Eduardo, un padre caníbal que besaba a su pequeña bruja con una boca totalmente ensangrentada. Para ellos, la fiesta era totalmente familiar: casi veinte personas, entre hermanos, primos y sobrinos se habían citado para pasar dar una vuelta, cenar y pasar la noche juntos.
Otros decidieron pasar el día entre amigos, y muchos grupos de adultos se quitaron el traje para ir a la calle haciendo "el parguela", como lo definió un grupo de compañeros de trabajo vestidos de súperheroes (eso sí, muertos, porque no puede ser un disfraz de Halloween si al personaje todavía le corre sangre por las venas).
Como era de esperar, el disfraz del payaso de It(Eso) fue uno de los que más pudieron verse por las calles, aunque otros prefirieron apostar por los más tradicionales como monjas, niñas del exorcista, médicos sangrientos o asesinos de Scream. Para quitarle miedo a la noche, algunos llevaban trajes de animales, como ranas, unicornios o elefantes.
Poco a poco, la versión más familiar de Halloween fue dejando paso a los más fiesteros. El maquillaje protagonizó la noche, con muchos disfraces que mezclaban la ropa de calle con ojeras, cicatrices y bocas ensangrentadas.
En los bares, un grupo de políticos corruptos tomaba copas acompañado de catrinas mexicanas, mientras un par de hombres sin cabeza levantaban gritos y risas por allí por donde pasaban.
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