Ubicada en el barrio de Plainpalais en pleno corazón de Ginebra, la panadería de José González, natural de Málaga, era una de las más antiguas y apreciadas de la ciudad suiza, al igual que su dueño, que falleció este domingo a los 86 años de edad, según informó este lunes la prensa local.

El malagueño emigró con 24 años a Suiza, donde dedicó toda su vida a este negocio que regentaba desde 1972, cuando el propietario original se lo traspasó a él y a su mujer Remedios.

Según el hijo de la pareja, también llamado José, la vocación de su padre venía desde antaño, pues era conocido por repartir pan y sacos de harina por las calles en la Málaga de los años 40.

Una vez en Ginebra, la ubicación de la vivienda familiar, a tan sólo unos metros del local, permitía al panadero levantarse a la una de la mañana para preparar desde primera hora su famoso pan de corteza "supercrujiente", que cocía en un horno del siglo XIX situado en el sótano del edificio.

Cuando el reloj daba las once de la mañana, José se marchaba a descansar y Remedios tomaba el relevo para encargarse de la venta al público en el establecimiento a pie de calle, un local admirado por vecinos y transeúntes por su suelo de baldosas que recordaba a los tradicionales azulejos de los patios andaluces.

El matrimonio mantuvo esta rutina día tras día durante más de cuatro décadas hasta que, con 76 años y convencido por su hijo, José decidió jubilarse y delegó el negocio en unos nuevos propietarios, los cuales no pudieron mantener el ritmo y se vieron obligados a cerrar poco tiempo después.

Ahora, casi una década después del cierre del negocio y tras el fallecimiento de José, los medios ginebrinos recuerdan su figura como maestro de la panadería y como parte de la historia de la ciudad.