Madres después de los 40: “Mi hijo me da energía”
El retraso de la maternidad provoca que las mujeres tengan menos hijos
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Hay dos cambios sociales respecto a la maternidad que no paran de acentuarse en las últimas décadas: cada vez las mujeres retrasan más la edad a la que tienen su primer bebé y año tras año las estadísticas reflejan que tienen menos hijos. Dos variables que están relacionadas entre sí porque al parir de forma más tardía, hay menos tiempo de vida fértil y por lo tanto también menores probabilidades de embarazos.
La incorporación de la mujer a la vida laboral y su deseo de desarrollo profesional han traído consigo ambos cambios. Es además un hecho que progresivamente aumentan las madres que tienen su primer hijo después de los 40. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), este grupo creció el año pasado un 19,1% en España.
María Alvargonzález es una de ellas. Dio a luz a su “primer y único hijo” nada menos que con 46 años. Reconoce que la maternidad “es dura”; pero cree que lo es sea a los 30 o a los 40 y tantos. “Porque hay que llevar adelante trabajo, baño, cena, pataletas, correr cuando se tira del tobogán... Es duro. Pero Balti ha mejorado nuestra vida. Él me da más energía”, sostiene. A continuación apunta que amigas suyas que rondan la treintena “lo llevan mucho peor”.
Gerente de una empresa tecnológica mundial, con una vida personal y laboral intensa, cuenta que la maternidad no entraba en sus planes. “No me la había planteado. No era una prioridad ni una obsesión en mi vida. Empecé a barajarla cuando conocí al que luego sería mi marido”, relata. Se cruzó en su vida cuando ella tenía casi 40. Mientras formalizaron iba por los 43.
Primero intentaron tener un hijo de forma natural. Se quedó embarazada, pero lo perdió. Ya había cumplido los 44. “Yo no estaba para perder el tiempo”, reconoce. Así que buscaron una clínica de reproducción asistida. Hizo un primer intento que resultó fallido. Después de un tiempo, acudió al Centro Gutenberg donde consiguió quedarse embarazada.
María, extrovertida y elocuente, no tiene problema en contar aspectos muy personales de ese proceso. Así relata que debió acudir a óvulos donados para poder ser madre:“Ni me planteé hacerlo con óvulos propios. Eso hubiera sido pelear contra mi reloj biológico. Era una pérdida de tiempo”.
Con 46 años se quedó embarazada y antes de llegar a los 47 fue madre. Ahora tiene 48 y su hijo dos. “Mi madre me tuvo a mí con 20 años y yo tuve a mi hijo con 46. Cada vez hay más mujeres que son madres por primera vez por encima de los 40. Tengo una prima que lo ha sido con 45 y otra que está embarazada con 40. Cada vez hay mamás más mayores y todas sumamos a la natalidad”, reflexiona. Cree que esta tendencia va en alza porque es cuando muchas mujeres alcanzan una estabilidad. “Yo ahora tengo más confianza en mí misma y más seguridad laboral y emocional”, explica. Asegura que está feliz. No hace falta que lo afirme, se le nota.
“Hay gente que no comparte que se tenga un bebé a estas edades... No sé si esta maternidad tardía es lo correcto o no, pero amo a mi hijo por encima de todo. A mí me ha mejorado y ha mejorado nuestras vidas”, comenta. Cuenta también que su hijo le ha hecho reflexionar sobre las cosas importantes. “Antes mi vida estaba completamente enfocada en lo laboral y hay cosas maravillosas más allá del trabajo”, opina. No obstante, es partidaria de “no quedarse en casa, sino de trabajar y conciliar”.
Mónica García también fue madre por encima de los 40. Exactamente a los 42. Ella no tuvo que recurrir a reproducción asistida. Se quedó embarazada de forma natural. El problema es que empezó a buscarlo tarde, con 37 años, y aparecieron problemas con los que no contaba que demoraron su maternidad. Debido a una malformación en el útero, abortó de manera espontánea dos veces. Su ginecólogo descubrió la razón. Tenía que operarla para que pudiera ser madre. Entre los abortos y la intervención pasaron los años. Al final, logró quedarse embarazada a los 41. “Siempre quise ser madre. Yo tenía una fe enorme. Estaba convencida de que lo conseguiría. Tenía mucha ilusión”, sostiene.
Cree que lo bueno de ser madre tardía es que “tienes las cosas más claras”. Pero a continuación, acota: “El problema es que te arriesgas a no poder tener otro hijo”. De hecho, ella quiso repetir y ya no consiguió otro embarazo. Por eso, es una más de la estadística de madres de más de 40 con un único hijo. Dice que lo importante es que “la pareja vaya a una”. Aunque luego apunta: “Y si no, tú lo tienes por tu cuenta”.
Sin ninguna complicación ni en el embarazo ni en el parto, cree que “los 40 de hoy no son los de antes”. Reconoce que hay una realidad social detrás de esta tendencia: “Esperamos un trabajo estable, una pareja estable y se nos va pasando el tiempo. Si tuviera que darle un consejo a alguien, le diría que lo intente antes”. Opina que tuvo suerte, cumplió su deseo y hoy puede disfrutar de “un niño precioso”. Pero admite que el tiempo juega en contra. Ahora, ella tiene 50, Pablo 8 y son inmensamente felices.
El ginecólogo y director médico de la Unidad de Reproducción (URE) del Centro Gutenberg, Claudio Álvarez, cree que la dificultad para la conciliación es una de las claves para explicar el retraso de la maternidad y que las mujeres tengan cada vez menos hijos. Recuerda que la media está en 1,1 por mujer –cuando unas décadas atrás era el doble– y que la edad promedio de las madres en España se sitúa en los 32,6 años para el primer bebé. “La conciliación no debería ser un problema, pero mientras eso no suceda, continuará la tendencia y las clínicas de reproducción asistida seguiremos teniendo trabajo”, dice medio en broma, pero muy en serio.
Volviendo a poner el foco sobre la maternidad tardía, el 10,8% de los niños nacidos en España en 2023 lo fueron de mujeres de más de 40 años. Álvarez precisa que en su clínica, del total de fecundaciones in vitro (FIV)con óvulos propios, estas pacientes representan ya el 40% y entre las que lo intentan con ovocitos donados suponen el 75%. Mujeres que en su mayoría habrían podido quedarse embarazadas de manera natural si lo hubieran intentado a los veintitantos.
Porque esa es una realidad incontestable de la reproducción asistida: que ya son más las pacientes que necesitan de estas técnicas por razones sociales (edad, mujeres heterosexuales que afrontan la maternidad en solitario o lesbianas que precisan donación de semen para tener un hijo) que por cuestiones médicas.
El incremento de la edad de pacientes es una tendencia desde hace varias décadas. El director médico de la URE del Centro Gutenberg concreta que en esta clínica, la media de edad de las pacientes es de 37 años y recuerda que las mujeres tienen su primer hijo a los 32. “El trasfondo es que la maternidad se va retrasando cada vez más”, advierte. Dentro de esa tendencia, también aumentan las madres primerizas por encima de los 40. Razones sociales y profesionales son las causas de esta realidad ante la que los especialistas insisten en que no tienen una varita mágica a pesar de los avances de la Medicina Reproductiva. Las técnicas de laboratorio son más eficientes, los medios de cultivo son más exitosos y las tasas de gestación han aumentado. “Pero la población sobrevalora la reproducción asistida. En una mujer con 44 años, la posibilidad de un embarazo con sus propios óvulos es menor al 1% y después de esa edad es un milagro”, explica Álvarez. Añade que por encima de los 44, “la única alternativa” para ser madre es que la paciente recurra a donación de ovocitos. “Porque las técnicas de reproducción asistida tienen un factor limitante, la edad”, explica.
El ginecólogo recuerda que a medida que aumenta la edad, disminuye la posibilidad de éxito frente a un embarazo –sea de forma natural o por reproducción asistida– y crece el riesgo tanto para la gestante como para el bebé. Agrega que el hecho de que las mujeres tengan su primer hijo cada vez más tarde tiene unas consecuencias en cascada:mayores dificultades para un embarazo, más necesidades de recurrir a técnicas de reproducción asistida y más riesgos. Entre estos incluye el incremento de las probabilidades de aborto, de complicaciones, de embarazos de riesgo, de partos prematuros o de patologías cromosómicas del bebé.
“Una mujer que se embaraza después de los 40, sea de forma natural o por reproducción asistida, es de mayor riesgo”, insiste. Por lo general, una paciente de, por ejemplo, 42 tiene más riesgos que una de 29. El aumento de madres por encima de los 40 es transversal. Ocurre tanto entre las pacientes heterosexuales con pareja, las lesbianas y las heterosexuales que afrontan la gestación en solitario. Álvarez aclara que en este último grupo se encuentran mujeres que esperan encontrar una pareja para formar una familia y en esa espera aparece el problema de edad.
La radiografía social es la de madres más mayores y con menos descendencia. En ese sentido, Álvarez abunda: “Dentro de esa cascada de consecuencias del retraso de la maternidad está el hecho de que disminuye la media de hijos por mujer”. Porque mientras más tarda en intentar ser madre por primera vez, menos tiempo tiene para repetir gestación.
En resumen, la realidad social es que se retrasa la maternidad, aumenta el número de madres por encima de los 40% y también la de recién nacidos mediante reproducción asistida. Según datos de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), en 2022 nacieron por estas técnicas en España 35.215 bebés. En 2023, el total de recién nacidos fue de unos 320.000. Por lo tanto, suponen ya más del 10%. Hace solo unos años, ese porcentaje era apenas del 6%. Un incremento que va más ligado a las causas sociales que a las médicas.
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