Una malagueña en un día para la historia
Estefanía Martínez fue una de las dos millones de personas que asistieron al investidura de Obama en Washington
El martes todo el mundo se paralizó. Todos los ojos miraban hacia Washington, donde Barack Obama se convertía en el primer hombre negro en alcanzar La Casa Blanca gracias a un discurso basado en la premisa de que el cambio es posible. Entre los dos millones de personas que asistieron a la investidura se encontraba Estefanía Martínez, malagueña residente en el estado de Illinois donde compagina un máster de Bellas Artes aplicadas a la comunicación con su actividad como docente en la universidad de Southern Illinois. “El departamento de periodismo había organizado un viaje y decidí apuntarme inmediatamente. Y a pesar de que el viaje de ida y vuelta, de 18 horas, han sido agotadores y que el tiempo libre en Washington no ha permitido hacer turismo, puedo decir que ha sido una experiencia increíble y que ha merecido completamente la pena ser uno de los asistentes al discurso inaugural del primer presidente afro-americano de los Estados Unidos”.
Estefanía destaca el recibimiento y el ambiente en la explanada frente al capitolio. “Los miles de voluntarios distribuidos a lo largo de la explanada iban saludando y repartiendo banderitas de los EEUU a todos los que iban llegando: “¡Bienvenido! ¡Choca esos cinco!”, La gente bailaba con la reposición de las actuaciones del día anterior de Bon Jovi, Bruce Springsteen y Shakira, entre otros. La gente bailaba y cantaba y, aunque de vez en cuando se escuchaban quejas de dolor porque no nos llegábamos a sentir los dedos de los pies del frío, aquello continuaba siendo una fiesta en la que los famosos como Beyoncé, Oprah Wimphrey, Dustin Hoffman o John Cusack saludaban a la audiencia a través de las cámaras”. Esta malagueña se sorprende de que aunque había helicópteros sobrevolando la zona y francotiradores apostados en los tejados, nadie le registró el bolso a la hora de entrar a la explanada.
Una vez ubicada y sintiendo un frío tremendo “para una malagueña mucho más”, Estefanía se volcó en presenciar la ceremonia. Los miembros del comité fueron llegando a partir de las diez de la mañana, "con el agitamiento de banderita y el “woo!” pertinente cada vez que uno de ellos aparecía en el estrado". Sin embargo, cuando le tocó el turno a Bush, "ni se agitaron banderas, ni sonó “Woo!”. Unos abuchearon, otros decían “Señoras y señores: El peor presidente de los EEUU” y otros se limitaban a bailar diciéndole adiós”. Uno de los momentos más esperados fue la llegada de Obama, “la gente enfureció, saltaba y agitaba la bandera enloquecida gritando su nombre. Aquello era lo más parecido a una afición deportiva que he visto, y se me hacía aún más extraño si cabe que todos esos vítores fueran para un líder político”.
Tras la aclamación llegó el momento del juramento y el discurso donde el “silencio fue sepulcral”, a veces sólo se escuchó un: “Yeah, man”, como si las palabras del nuevo presidente establecieran un acuerdo entre el Presidente y la audiencia. Algunos lloraban, otros sonreían, pero todos tenían esa misma mirada de esperanza compartida”.
Después de casi dos años viviendo en Estados Unidos, Estefanía Martínez destaca de la “tranquilidad y claridad” con la que habla Obama y cómo anima al pueblo americano a que “tiene que volver a enseñarle al mundo que son la tierra de los hombres libres y las oportunidades”. “Casi se me cae una lágrima, no sé si por el momento emotivo propio de una película, o porque realmente me siento también orgullosa como residente en este país de que nos lidere alguien como Obama”
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