El peligroso intrusismo del doctor Google

Médicos advierten de que la búsqueda de información en internet sobre salud genera angustia y miedo, la mayoría de las veces injustificados

El peligroso intrusismo del doctor Google
Leonor García

Málaga, 26 de agosto 2018 - 01:34

A sus 39 años, sano, feliz y sin ningún problema, empezó a sentir hormigueos en las manos y las piernas. Se le ocurrió mirar en internet y acabó creyendo que podía tener esclerosis múltiple. A José Manuel, la angustia empezó a roerle por dentro. Pidió derivaciones a especialistas en la sanidad pública, acudió a un neurólogo privado y hasta se hizo una resonancia magnética. La broma le costó 300 euros. La prueba confirmó que no tenía nada.

Los médicos alertan que casos como este van a más por esa útil, pero peligrosa herramienta llamada internet. Es el intrusismo del doctor Google. "Pero eso ya es inevitable", admite el oncólogo Emilio Alba. Con más de 30 años de ejercicio profesional a sus espaldas, advierte que la información sobre salud que se rastrea en la Red "sin el consejo de un experto puede ser tremendamente peligrosa".

Médicos alertan de que 10 años de formación más la experiencia no es igual a un vistazo a la Red

Un facultativo de Urgencias que prefería mantener el anonimato explicaba que hay síntomas que pueden ser desde algo banal a muy grave. "La formación y los años de experiencia es lo que te van orientando como médico para un diagnóstico. Pero si el paciente por su cuenta busca en internet acaba con mucha angustia porque le genera dudas e incertidumbres. Y eso provoca un aumento de las consultas", sostenía. El resultado, decía, son muchos usuarios agobiados porque creen que tienen una patología grave, algunos que exigen un tratamiento que no es el que necesitan y otros que demandan una cura que no existe, "pero que piden porque lo han visto en internet".

Antonio tiene 40 años y debe operarse del hombro tras el verano. "Claro que he mirado en Google. Al final, uno cuando tiene algún problema de salud acaba metiéndose en internet y los médicos dicen que es lo peor que puedes hacer. He visto comentarios buenos y malos y me he agobiado un poco porque algunos dicen que la recuperación es muy larga", comentaba.

La proliferación de información médica en la Red dificulta a las Administraciones y las sociedades científicas el control de su contenido. Además, se añade el problema de que su intervención sólo puede producirse cuando se comete un delito.

Merece una mención aparte la compra de supuestos fármacos por internet. Un boticario apuntaba que en el mejor de los casos, lo que se vende en la Red son placebos. Hace varios años, la Guardia Civil incautó falsa Viagra que en realidad llevaba un potenciador sexual para animales.

El pediatra Pedro Navarro sostiene que muchas búsquedas en internet de padres que quieren informarse sobre patologías de sus hijos acaba generándoles alarma y confusión. "A veces les crea una angustia tremenda. Pero eso es lo que nos espera. No se le puede poner puertas al campo. Todo el mundo navega por internet, hay que asumirlo. La ventaja es que confían en ti y normalmente salen de la consulta convencidos de lo que les dices", manifiesta. Como ejemplo de la lucha que ahora tienen que dar muchos facultativos para desmontar creencias erróneas difundidas por las redes o internet pone el caso de los antivacunas, "que son muy activos y publican mucho". Para este especialista, el problema de esa búsqueda de información sanitaria a través de Google es que se hace sin un juicio crítico. "Es lo mismo que si yo leo un artículo de arquitectura. Como no tengo conocimiento, no sé que es una barbaridad y me lo creo. En Google hay artículos sobre salud de bajo rigor científico, con errores de bulto y crean confusión y alarma", apuntaba.

En general, los profesionales defienden internet como una herramienta útil para que los pacientes se informen sobre sus patologías y sean partícipes de los tratamientos. Pero insisten en que esa búsqueda debe hacerse en páginas serias y fiables. Entre ellas, recomiendan las del Servicio Andaluz de Salud y las de las sociedades científicas. Los facultativos aconsejan además huir de aquellas páginas que ofrezcan tratamientos mágicos. Las dietas milagro son algunos de los ejemplos que ponen para advertir de la falta de rigor de muchas de las informaciones que circulan por la Red. "Un tratamiento en el que se pierdan 20 kilos en una semana no es posible", indicaba un especialista en nutrición.

Un médico, entre la carrera y la especialidad, tiene de 10 a 11 años de formación. A esa capacitación se suman los años de experiencia. Aún así, se necesitan pruebas para determinar la patología que sufre un paciente. Y los facultativos advierten que no siempre es fácil llegar a un diagnóstico, sobre todo cuando no hay un biomarcador certero de una enfermedad, como puede ser el azúcar en el caso de la diabetes. Así que insisten en que todo ese proceso de formación, experiencia y pruebas diagnósticas no puede sustituirse con media hora de internet.

Los profesionales comentan que tienen poco tiempo en las consultas y, para colmo, muchas veces deben dedicar parte de ese rato a desmontar ideas equivocadas que los pacientes o sus familiares se han construido tras consultar al doctor Google. Pero también coinciden en que al final, los enfermos suelen respetar el criterio del facultativo.

Un eurobarómetro de hace ya varios años, recogía que un tercio de las personas reconocían hacer búsquedas ocasionales en materia de salud en internet y que el 11% basaba sus decisiones en datos obtenidos en la Red, sobre todo en temas de dietas, deportes y nutrición. Cada vez se escucha más en las consultas la frase "lo leí en internet", como argumento para rebatir al médico o convencerlo de que le recete un tratamiento. Un facultativo de atención primaria consideraba que "la mayoría" de la información que trae cada enfermo recopilada en la Red no se ajusta a su caso, por lo que explicaba que en muchas ocasiones debe hacer un esfuerzo para desmontarla.

Los especialistas recomiendan que en caso de dudas, lo mejor es siempre acudir a un facultativo de confianza y a las páginas web de sociedades científicas. En resumen, hacer lo mismo que Emilio Alba: "Yo cuando me pongo malo, busco a un especialista del que me fíe. Es cierto que en esto los médicos tenemos ventaja. Pero yo me pongo en sus manos, no miro en Google y hago lo que me dice...".

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