Vámonos a hacer pascuas
Tras la pista del GRAFITERO
Llegar a los autores que están detrás de las pintadas se convierte en una tarea más que complicada para la Policía El Ayuntamiento destina medio millón de euros al año para eliminarlas de los edificios públicos
Un agente de la Policía Local se dispone a multar a un joven por una infracción de tráfico y al recibirla, en lugar de firmarla, le obsequia con el dibujo de un porro. El policía no tarda en reconocer cierta similitud entre los trazos marcados sobre el papel y un grafiti que entonces lucía en una de las principales arterias de la ciudad, la Avenida de Andalucía. El resultado: el infractor acabó siendo denunciado también como autor de un acto vandálico, tras la elaboración del correspondiente informe de investigación. Seguir la pista de quienes cada día dañan la calles con pintadas y grafitis es una ardua tarea a la que se enfrentan los agentes de Policía y, a veces, como en este caso, se llega a ellos del modo más inesperado. Casi igual de difícil resulta borrar su rastro. El Ayuntamiento invierte cada año alrededor de medio millón de euros en la tarea. Y eso sin tener en cuenta el gasto de las comunidades de vecinos y de los negocios afectados.
Ya sea como expresión artística, en forma de denuncia o reivindicación o como un simple acto de vandalismo, los grafitis recorren los muros de cada uno de los barrios de la ciudad y la provincia, se expanden por edificios públicos y privados y acaban dañando el mobiliario urbano y, con ello, la imagen de la ciudad. Cuando han sido programados y cuentan con permiso, como los del Soho o lo de los paseos marítimos de la capital, se aceptan, y algunos incluso se consideran obras de arte. Pero todo lo demás constituye un daño del entorno, un acto vandálico que conlleva multas que pueden llegar hasta los 3.000 euros.
La mayor parte de las pintadas que aparecen por la ciudad son garabatos, firmas o simples marcas que además quien las realiza las esparce por diferentes lugares a modo de territorio marcado. Lo mismo dan los márgenes del río, con una superficie más amplia para manchar, la fachada de un bloque de pisos habitado o un negocio, con o sin actividad. Con un rápido paseo por la ciudad se observa a quien se dedica a escribir por todas las fachadas que encuentra a su paso lo que parece su firma con un rotulador negro. O el ojo en la pirámide con piel de serpiente, un grafiti que tampoco pasa ya desapercibido y que da incluso la bienvenida a la capital en su acceso desde la autovía. Se expande como la espuma marcando diferentes lugares de la ciudad, y acompañado de una teoría conspiratoria sobre la mismísima creación del hombre.
Hasta el pasado mes de agosto, la Policía Local ha denunciado al menos a 11 personas a las que los agentes han sorprendido mientras realizaban pintadas, garabatos o firmas sobre fachadas. El número puede que sea incluso superior si se tiene en cuenta que los policías a veces incluyen las multas en otros apartados como puede ser daños en parques y jardines. Perseguir a este tipo de vándalos resulta una tarea complicada por parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. De ahí que se agradezca la colaboración ciudadana para conseguir sorprender al vándalo in fraganti, que es casi la única manera de poder denunciarlo. Lo bueno es que una vez sorprendidos, la investigación suele acabar relacionándolos con otras pintadas similares. El caso más reciente de persona cazada se remonta a hace unos meses. Saltó a los medios de comunicación porque el grafitero denunciado hizo un dibujo sobre el papel de la multa y lo vendió para sufragar parte de la cantidad que le exigían. Fue sorprendido pintando en un muro de la calle Madre de Dios.
Si nos remontamos años atrás, en el año 2008 la Policía Local consiguió arrestar a dos de los gratiferos más activos en aquellos entonces, Burne y Plaka. Una exhaustiva investigación llevada a cabo por agentes del Grupo de Escoltas, Menores y Atención Ciudadana (Gemac) consiguió relacionar más de un centenar de pintadas en establecimientos e inmuebles y otras tres en iglesias. Poco después ambos fueron detenidos de nuevo por un delito mayor: robo con violencia e intimidación a menores de edad. Un año más tarde la Policía sorprendía a dos jóvenes con 20 kilos de pintura con la que estaban manchando la fachada de una vivienda. La pintada ocupaba una superficie de 15 metros de alto por 30 de ancho. Ese mismo ejercicio se activó un plan de prevención y denuncia contra el grafiti con un gran resultado. Y además el Ayuntamiento consiguió su primera sentencia condenatoria. Un juez condenaba a dos grafiteros a nueve días de trabajo en beneficio de la comunidad y a indemnizar al Consistorio, propietario del muro en el que fueron sorprendidos pintando, con 420 euros, además del pago de las costas.
Las únicas pintadas o grafitis permitidos según la ordenanza local vigente son "los murales artísticos que se realicen con autorización expresa del Ayuntamiento y, en caso de efectuarse sobre inmuebles de titularidad privada, con el consentimiento del propietario". Todo lo demás, "grafitos, pintadas, manchas, garabatos, escritos, inscripciones o grafismos", tendrá consideración de infracción leve con multas de hasta 750 euros. La cuantía es superior -desde 750 a 1.500 euros- si los grafitis suponen un daño o deterioro grave del entorno o se realizan sobre elementos del transporte público -vehículos, marquesinas, paradas-, en parques y jardines o sobre señales de tráfico. En monumentos, edificios o inmuebles catalogados o protegidos, dada su condición especial, la infracción alcanza la consideración de muy grave, con una sanción que puede llegar hasta los 3.000 euros.
A la hora de eliminarlos, los servicios de limpieza de la capital contemplan una dotación específica para la limpieza de carteles, pintadas, grafitis y manchas de las fachadas de titularidad pública: Furgones areneros y vehículos hidrolimpiadores, además del equipo de pintura, informan desde el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento. La limpieza de fachadas con furgón arenero consiste en la eliminación y retirada de manchas, pintadas y carteles adheridos en elementos urbanísticos mediante la proyección de un chorro de agua a presión mezclado con minúsculas partículas de arena. El uso de la arena, no obstante, está muy restringido debido al carácter agresivo a alta presión, por lo que generalmente se emplea sólo agua a presión. La limpieza de las fachadas de los edificios históricos y monumentos requiere un procedimiento diferente, ya que en primer lugar hay que solicitar la actuación expresamente al área de Cultura del Ayuntamiento, cuyos técnicos acuden incluso a supervisar la intervención. En estos inmuebles no se hace uso alguno de la arena.
El presupuesto anual para este capítulo asciende a 955.000 euros. Teniendo en cuenta la diferente naturaleza de las actuaciones que realizan estos equipos, el área de Medio Ambiente realiza una distinción entre equipos que operan sobre manchas y carteles en exclusiva y equipos que se dedican a eliminar pintadas y grafitis. Por lo que calcula que estas actuaciones específicas tienen un coste anual para las arcas públicas locales de 424.000 euros. Y es precisamente en el centro histórico donde más actuaciones de este tipo se realizan, concretamente sobre las fachadas de edificios históricos y monumentos. Porque son las zonas emblemáticas las más afectadas por los grafiteros. Las comunidades de vecinos y comerciantes optan por una doble vertiente: contratar un servicio de limpieza exterior del local, con lo que actúan rápidamente sobre cada pintada, o poner a los empleados del negocio a eliminarlas antes de que acaben por incrustarse en el material de la fachada. Las que aparecen en negocios cerrados, casas abandonadas o simplemente en edificios con algo menos de mantenimiento están abocadas a permanecer el tiempo, dando la imagen de una ciudad decadente.
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