El inspector que cazó al secretario judicial de Marbella por un robo millonario en criptomonedas: "Su coartada era perfecta"
La reacción antes de su detención dio una de las claves a los investigadores: "Yo no he hecho nada malo en el trabajo"
El secretario judicial investigado en Marbella por el robo de 17 millones en criptomonedas admite los hechos

Marbella/No resistió a la tentación. Le pudo, remacha el jefe policial que lo desenmascaró, la "avaricia". El secretario judicial de Marbella investigado por apoderarse, supuestamente, de una fortuna valorada entonces en 17 millones de euros en criptomonedas que estaban bajo custodia judicial, rondaba los 40 años pero ya soñaba con una "jubilación anticipada". Su imperio, sin embargo, cual castillo de naipes, se derrumbó.
Las palabras que atinó a pronunciar en el momento de su detención, antes de que le leyeran los derechos que le asisten, brindaron a los investigaciones unas de las claves del caso. Casi sin saberlo se autoinculpó. "Yo no he hecho nada malo en el trabajo", manifestó espontáneamente a los agentes que iban a colocarle los grilletes. Fue uno de sus errores. "Esa valoración que partió de su subconsciente resultó ser la confirmación que esperábamos. Hasta entonces todo eran probabilidades, no certezas", explica a Málaga Hoy el inspector jefe de la Sección de Ciberdelincuencia de la Comisaría Provincial de Málaga, Andrés Román, que ha destapado el robo millonario.
La incautación de las criptomonedas se remonta a septiembre de 2024, cuando los investigadores, en el marco de la operación Geld, se implicaron en una operación internacional contra un estafador que buscaba blanquear dinero ilícito obtenido con el narcotráfico. El dinero virtual tenía, entonces, un valor de 17 millones de euros. Las claves de las carteras digitales, donde se almacenaba, quedaron bajo custodia judicial en un sobre cerrado y sellado. Un documento que, después, sería enviado a una cuenta de consignaciones judiciales guardado en una cámara acorazada hasta su traslado, tres meses después, hasta la Oficina de Recuperación y Gestión de Activos (ORGA). En enero de este año, cuando se procedió a la monetización de los criptoactivos, los policías descubrieron que las carteras estaban prácticamente vacías. Alguien se había hecho con el dinero durante el tiempo que el material incautado había permanecido custodiado. Así se activó la maquinaria para cazar al autor.
"Una patata caliente que nadie quería tener"
Para salir indemne y despistar a los investigadores que le seguían la pista, el funcionario jugó con los tiempos, pero fracasó. "Cuando tenía las palabras claves que abrían la cartera no ejecutó el robo, sino que esperó pacientemente tres meses", afirma el inspector Román. Su pretensión era que las sospechas se centraran en las agencias de transporte que entonces intervinieron. "Programó la llegada del sobre para una fecha y que, una vez se abriera, todos, menos él, estuvieran bajo sospecha, de manera que el robo se ejecutara días después. En su defensa, quiso hacer creer a la Policía que, pese a disponer de la contraseña, no actuó antes. Su coartada era "perfecta". "El 16 de septiembre se lo llevó a su casa, aprovechando que la custodia dependía de él. Era una patata caliente que nadie quería tener, pero le interesaba", relata el investigador.
Buceando en internet descubrió cómo acceder al sobre. El robo, en palabras del inspector del grupo de investigación, no fue "improvisado". "Aprovechó las circunstancias y creó otras para pasar desapercibido". Urdió "un plan premeditado". Hizo sus cálculos, a sabiendas de que la Policía, tarde o temprano, abriría ese melón.
Los expertos trabajaban con la hipótesis de que el golpe se había perpetrado desde dentro de los juzgados. Las sospechas se centraron en el funcionario que en su perfil de Facebook se definía como “criptoinversor” y que, recientemente, había comprado una billetera de criptomonedas para guardar sus contraseñas privadas.
El sospechoso, según ha podido saber este periódico, estaba en tratamiento psicológico. Un "buen funcionario" que cubría una vacante temporal en un juzgado de Instrucción de Marbella y tres veces opositor aprobado. "Cuando alguien así comete un delito se paga un peaje. Saber que se tiene un secreto difícil de guardar y muchos millones sale de alguna forma", apostilla el responsable de la investigación.
Hubo tres registros simultáneos en los puntos en los que se sospechaba que podía haber escondido las claves de las carteras digitales con la ingente suma de dinero. Bajo el marco de una puerta, en una bola de papel, el sospechoso había apuntado 12 palabras en inglés, que tenía memorizadas y daban acceso a los monederos que contenían las criptomonedas robadas.
Fue un "robo de guante blanco" que duró "hora y media", destaca el jefe policial. En ese tiempo cometió varios errores, que después rectificó. Los investigadores constataron que "tenía la capacidad de almacenar en frío criptomonedas de una manera muy segura", pero no se le podía considerar un experto. Mientras le seguían la pista, le hicieron pensar que su "plan había surtido efecto" y de ahí que el "impacto psicológico fuera mayor". "Esto nos benefició. Esperamos el momento adecuado. Ha sido una combinación de técnica, astucia y arte policial", reconoce el policía.
"No va a volver a la función pública"
Se vio como "víctima" que no pudo sucumbir a lo apetitoso de hacerse millonario. Tras su arresto, el juez dejó al secretario judicial en libertad provisional, aunque suspendido de sus funciones. Está investigado por la presunta comisión de un delito de malversación cometido por funcionario y de infidelidad en la custodia de documento público, según precisó el TSJA. "Está apartado completamente del servicio y no va a volver a la función pública", recalca seguro el inspector. No se le impuso el pago de una fianza y se enfrenta a una pena que podría alcanzar los 11 años de cárcel. El detenido confesó los hechos.
El responsable policial considera que el suyo ha sido un éxito, una compleja operación que ha perdurado seis meses y que ha supuesto la mayor incautación de bitcoins nunca antes lograda en España. "Esto no es como el CSI, que tiene la prueba definitiva. Tenemos que jugar con el principal ingrediente, la persona. Y hemos recuperado las criptomonedas, que es lo más difícil", reconoce el inspector, convencido de que el suyo era un ejemplo de "crimen perfecto". Y, a renglón seguido, subraya la situación de "riesgo" a la que expuso a su hijo y a su mujer. "Hay quien mata por 10.000 o 30.000 euros. ¿Qué no harán cuando su nombre aparezca asociado a 17 millones?", advierte.
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