Potencial en el alga invasora que coloniza la Costa del Sol para la industria farmacéutica y alimentaria

La especie, de origen asiático, lleva años expandiéndose por el litoral andaluz con pérdidas millonarias

El reto de la comercialización del alga invasora mitigaría los daños en Málaga

Restos de Rugulopteryx okamurae en la costa mijeña.
Restos de Rugulopteryx okamurae en la costa mijeña. / M. H.

El alga invasora Rugulopteryx okamurae tiene un fuerte potencial como base para la producción sostenible de energía y como biofertilizante. También atesora sustancias naturales de interés farmacológico y biomédico, así como para el ámbito de la alimentación. Pero para poder aprovechar todo ese torrente de propiedades resulta necesario tratar la biomasa mediante un proceso previo de compostaje. La Universidad de Sevilla, con el apoyo de Red Eléctrica, investiga desde 2019 sobre esta especie de origen asiático que ha colonizado parte del litoral de la Costal del Sol.

Ahora, el grupo de investigación ha logrado sentar las bases para el despliegue potencial de granjas de compostaje que usen especies de invertebrados (crustáceos e insectos) para procesar y aprovechar el alga. Y, a su vez, paliar con ese uso basado en la economía circular los graves daños que al ecosistema marino del Estrecho y su actividad económica.

El estudio de la Universidad de Sevilla evaluó por primera vez el impacto de esta especie, evidenciando un daño significativo sobre la comunidad bentónica (organismos que viven en los fondos) residente tras su asentamiento. Tras esta primera fase, que dio lugar a avances en el conocimiento de la ecología de la especie, en 2022 comenzó la segunda fase que abordó su estudio como residuo dado el enorme volumen de biomasa que se deposita anualmente en las playas, lo que impide su tratamiento previo. Bajo esta premisa, los científicos han propuesto, en colaboración con la Universidad de Extremadura, posibles soluciones como la de su compostaje mediante crustáceos e insectos, como cucarachas del género Eublaberus y la mosca soldado negra. Este compostaje permite reducir la toxicidad de las algas cuando se mezclan con residuos orgánicos y producen un biocompost de calidad aceptable y cierta salinidad. Además, el uso de la cucaracha Eublaberus como elemento compostador se perfila como una alternativa viable a escala industrial, favoreciendo no solo la reducción de residuos, sino también la producción de fertilizantes orgánicos más económicos.

En el marco del estudio, el blatticompostaje y la digestión anaeróbica emergen como métodos complementarios, donde el pretratamiento mecánico y térmico de las algas mejora significativamente el rendimiento en la producción de metano y biofertilizantes. Por otro lado, los crustáceos isópodos terrestres, como Porcellio laevis, presentan un enfoque novedoso y prometedor, gracias a su capacidad de consumir rápidamente grandes cantidades de biomasa, reproducirse con facilidad y acumular metales pesados, aunque el estudio concreta que se requiere futura investigación para optimizar su uso.

También hay avances en las investigaciones orientadas a la producción de biogás (en colaboración con un proyecto I+D+i liderado por el doctor Rafael Borja, del CSIC) y a la obtención de compuestos de potencial interés para generar nuevos ingredientes funcionales y bioactivos para las industrias alimentaria, nutracéutica, cosmética y farmacéutica, en este caso en colaboración con un proyecto liderado por la doctora Carmen Claro, de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla.

El apoyo de Red Eléctrica a esta investigación responde “al compromiso de la compañía con el medio marino, la biodiversidad y la ciencia, así como a su apoyo al sector pesquero y al territorio”, según la entidad. El estudio se originó en el marco de los trabajos de Red Eléctrica para el proyecto de la interconexión eléctrica submarina de la Península con Ceuta, un proyecto estratégico para la ciudad autónoma y que Red Eléctrica sitúa como “clave” para la descarbonización del Estrecho. El respaldo a esta investigación es parte de la Estrategia de Impacto Integral de Redeia, que busca un impacto positivo en el territorio con proyectos ambientales y sociales y que desde 2022 ha impulsado 240 iniciativas. De ellas forma parte el acuerdo con la Organización de Productores Pesqueros Artesanales de la Lonja de Conil (OPP72) para acometer mejoras productivas, de competitividad y de ahorro energético en el Puerto de La Atunara.

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