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Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Málaga se ha convertido desde el 25 hasta el 28 de septiembre en la capital de la cultura pop. Capas, máscaras y pelucas de todo tipo han llenado el Palacio de Ferias y Congresos en una San Diego Comic-Con de Málaga que, ante su magnitud nacional e internacional, no ha estado exento de polémicas. La cita ha reunido a más de 100.000 personas en las cuatro jornadas, pero son otras miles las que han seguido las noticias a través de las redes sociales.
El evento, organizado por Cosmic Legends Productions, ha recibido a asistentes llegados de toda España y de otros países europeos. Desde primeras horas de la mañana, las colas daban la vuelta al recinto. Muchos de los primeros en llegar se asentaron antes de las 7:00, tres horas antes de la apertura de puertas. A medida que iba llegando más gente, la ilusión, los nervios y la desesperación aumentaban.
La avalancha de asistentes llegó el sábado y el domingo —días grandes con Norman Reedus y Arnold Schwarzenegger como protagonistas—. El fin de semana ha marcado el punto de inflexión. Colas de más de hora y media, en repetidas ocasiones al sol, a veces con niños pequeños. "No puedo entrar teniendo reserva y habiendo sitio dentro", se quejaba un asistente desde detrás de los controles de acceso en declaraciones a este periódico. No era el único. Cientos de personas protestaban porque, pese a tener entrada, no lograban acceder al evento.
El colapso se convirtió en una prueba de resistencia de las personas que habían comprado sus entradas meses atrás. Algunos empujones, caídas por las carreras por conseguir sitio, reclamaciones y pasillos desbordados donde "no entraba ni una hormiga". Por muchos ha sido rebautizada como la "Comic-Colas" o la "Cola-Con". En el exterior, el calor, los cosplays y la falta de ventilación añadieron dificultad a una experiencia que, para muchos, era un auténtico caos. Pese a ello, la mayoría aguantó.
A las puertas del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga, las reclamaciones se acumulaban en el mostrador de información día tras día. FACUA-Consumidores en Acción denunció además que la promotora impedía el acceso con comida y bebida del exterior, una medida que, según la asociación, "vulnera los derechos de los asistentes" y "tiene como único objetivo aumentar los beneficios económicos obligando a consumir dentro".
FACUA recordó que la Comic-Con no es un establecimiento hostelero y que la prohibición no tiene cobertura legal. La organización ha pedido al Ayuntamiento de Málaga que abra un expediente sancionador contra Cosmic Legends Productions y ha lamentado que, por ahora, no haya recibido respuesta institucional.
El fenómeno Funko volvió fue una locura. Solo 150 figuras exclusivas por día, de las que apenas hay 9.000 en todo el mundo, bastaron para que cientos de personas corrieran desde la apertura de puertas hasta el estand, como si fueran los 100 metros lisos. Las colas daban la vuelta a media zona expositora. Algunos, con orgullo, enseñaban sus adquisiciones como si fueran trofeos de guerra. Solo los pocos afortunados.
Pese a lo negativo, hay que resaltar lo bueno que ha traído el evento más esperado del año por la cultura geek. Luke Evans, Norman Reedus, Aaron Paul, Arnold Schwarzenegger, Dafne Keen, Natalia Dyer o Jim Lee fueron algunos de los nombres internacionales que pisaron fuerte Palacio de Ferias y Congresos malagueño. Entre los nacionales, Pedro Alonso, Álex de la Iglesia o J.A. Bayona también han sido recibidos con muchos aplausos.
Los cosplayers, una vez más, han sido los grandes protagonistas. De superhéroes de Marvel o DC a la princesa Mononoke, personajes de Zelda o del mundo del manga, el ingenio y la dedicación se notaban en cada vestimenta. Muchos, admiten, han pasado numerosas horas en las salas de exhibición o posando ante los fotógrafos de medios de comunicación y los móviles de algunos curiosos. "Aquí somos todos parte del espectáculo", decía una joven vestida de Harley Quinn mientras se retocaba el maquillaje con un espejo de mano.
A pesar del caos logístico, el ambiente fue el de vivir al máximo la experiencia. Málaga estuvo llena de cultura pop por los cuatro costados: charlas, proyecciones, conciertos y paneles abarrotados. "Me encanta estar aquí. Es hermoso, los fans son increíbles, me siento muy amado y bienvenido", declaró el dibujante Matt Fraction en su primera visita a la ciudad. La acogida a los invitados ha sido multitudinaria.
Desde el sector turístico, el balance ha sido igualmente positivo. Francisco Moro, vicepresidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol, ya señaló que la ocupación en los hoteles de la capital se estimaba que estuviera por encima del 90%. Un septiembre redondo que confirma el tirón internacional de la ciudad.
El impacto económico de la San Diego Comic-Con de Málaga, calculado en torno a los 50 millones de euros, ha sido celebrado por la Junta de Andalucía, que ve en el evento "una oportunidad de oro para posicionar Málaga en el circuito global del entretenimiento y la cultura".
Sin embargo, el éxito de público también obliga a repensar la organización. El propio presidente andaluz, Juanma Moreno, presente en la clausura, ha reconocido que "hay que corregir posibles errores" y que la edición de 2026 será "más grande, mejor planificada y adaptada al volumen real de visitantes".
Mientras los stands se desmontaban y los cosplayers guardaban sus trajes, el balance final se dibuja con luces y sombras. La ilusión venció al cansancio de incontables horas de actividades y colas, pero la organización deberá tomar nota de las reclamaciones. Si algo ha demostrado esta convención es que Málaga tiene público, pero también merece una experiencia a la altura.
En definitiva, la San Diego Comic-Con de Málaga de 2025 se termina con una lección doble: la ciudad puede acoger —y llenar— un evento de talla mundial como este de tal magnitud, pero el entusiasmo de los fans no puede soportar indefinidamente los fallos de organización. Los superhéroes aguantan todo, pero los asistentes también necesitan coger aire y respirar.
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