Un refugio privilegiado para las rapaces
El parque natural de Los Montes de Málaga acoge una de las reservas más densas de rapaces forestales que cada año vuelven a reproducirse
La frondosidad del bosque que ha surgido tras las importantes repoblaciones de hace décadas y su posición estratégica por su cercanía con el Estrecho de Gibraltar y con zonas de aprovisionamiento de alimento, han convertido al parque natural de los Montes de Málaga en una refugio privilegiado por las aves rapaces que vuelven cada año a territorio malagueño para reproducirse. Es un refugio privilegiado, donde encuentran árboles de gran porte para colocar sus nidos y la tranquilidad que necesitan para que sus pollos salgan adelante.
No resulta tarea fácil localizar los lugares recónditos, en árboles de hasta 15 metros de altura ubicados en terraplenes imposibles alejados de humanos y depredadores, que eligen para nidificar y saber así cómo evoluciona la que esta considerada una de las mayores reservas naturales de rapaces forestales de todo el país y que se va consolidando año a año. Pero Cristóbal del Pino, veterano agente de medio ambiente de la Delegación Territorial de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio con 40 años de experiencia y amante incondicional de la naturaleza, es un buen conocedor de los hábitos y costumbres de estas aves que regresan cada año al que también es su hábitat predilecto.
Desde principios de marzo, cuando la mayor parte de las parejas de las distintas especies comienzan a regresar de África donde han pasado el invierno, Del Pino recorre cada palmo del parque natural en busca de cualquier pista que le permita saber el lugar que han elegido para situar el nido. En absoluta soledad y silencio, "hay días que me paso entre seis y siete horas agazapado esperando a ver aparecer un águila con una ramita en la boca para sí tratar de averiguar en qué árbol va a quedarse", contó este agente de medio ambiente, conocedor como pocos de los Montes de Málaga.
A veces hay suerte y eligen nidos ya usados otros años, y por tanto localizados previamente. Pero ese depende de cada año y cuando se decantan por ubicaciones nuevas el seguimiento de estas rapaces forestales requiere de una enorme dedicación.
La Delegación Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía hace años las sigue de cerca. Aunque desde los años 90, se siguen los movimientos de especies como el águila culebrera, es de 2012 cuando se hace un seguimiento estrecho de estas poblaciones con el marcaje de algunos ejemplares nacidos cada año de culebrera y calzada "para disponer de información sobre ellos sin tener que volver a cogerlos", explicó Juan José Jiménez, biólogo y técnico de apoyo al parque natural de la empresa Tragsatec.
Hasta el año pasado 40 pollos de águila calzada y 9 de águila culebrera han sido marcados para así tratar de averiguar más sobre la misteriosa vida de estas aves imponentes, que están en la cúspide de la cadena trófica y cuyas poblaciones escasas despiertan un gran interés a la hora de conservarlas. De hecho, tanto el águila culebrera como calzada son especies de interés comunitario objeto de especial protección, recordó Jiménez.
Si todo va bien la idea este año es colocar la marca alar, que consiste en dos distintivos de color y con un código en cada ala para identificarlo y que sea visible cuando están en pleno vuelo, a dos pollos de culebrera y entre seis y ocho de calzada nacidos en Los Montes de Málaga. Pero lo que a priori puede parecer una misión relativamente fácil, una vez localizados los nidos, la realidad es que se trata de una complicada y delicada operación.
Tras meses de exhaustivo seguimiento y localización de las parejas reproductoras y sus nidos por parte de los agentes y técnicos, toca ahora elegir el momento exacto para hacer el marcaje. "No puede ser ni demasiado pronto porque el pollo no tiene aún desarrollada el ala ni demasiado tarde por el riesgo de que el pollo se lancé del nido al sentirse en peligro", aseguró Pedro Díaz, el anillados experto y socio de SEO Birdlife que lleva desde 1981 dedicado a esta tarea por la admiración que siente por estas aves desde pequeño.
Finales de junio o principios de julio es la época idónea, y el pasado miércoles fue el día elegido para marcar a un pollo de culebrera y dos de calzadas. Este periódico fue testigo de la dedicación, respeto y profesionalidad con la que todas estas personas llevan a cabo esta tarea, especialmente gracias a la labor de llamada unidad vertical de conservación ambiental, formada por agentes de medio ambiente, y que es la encargada de la compleja misión de coger al pollo del nido y bajarlo para que sea marcado.
A estas alturas del periodo de cría, el pollo es lo suficientemente mayor como para que pase gran parte del día solo, mientras sus padres están buscando comida. Aún así, el tiempo apremia en estos casos y no se pierde ni un segundo para tratar de reducir el estrés de la cría lo máximo posible.
La preparación de todo el dispositivo conllevó horas por parte de Antonio y Dani, los expertos en escalada llegados de Sevilla y Granada, respectivamente, que ante todo debían garantizar su propia seguridad antes de subir al pino de unos 15 metros donde se encontraba el pollo de águila culebrera y que pendía de una extensa rama. Y una vez logrado llegar hasta allí, el momento crucial es lograr que la cría no se estrese demasiado y lograr bajarlo metido en una mochila especial para que el anillador pueda realizar su labor tanto de marcaje como de anillamiento.
Ambas son indoloras tareas que no conlleva ningún riesgo y que, sin embargo, puede ofrecer con el tiempo valiosa información sobre estas aves que en apenas dos meses deberán emprender con sus padres un viaje de miles de kilómetros hasta llegar a África, donde encuentran el alimento que necesitan durante el invierno.
La recompensa tarda, pero llega. Prueba de ello es que uno de los pollos de águila calzada marcados en 2016 fue avistado esta primavera en Gibraltar probablemente cuando volvía de haber pasado el invierno en el continente africano.
Otro de los pollos de águila calzada nacido y marcado en Los Montes de Málaga no tuvo tanta suerte. Fue localizado en Burkina Faso y las autoridades de aquel país llegaron a contactar con los responsables del parque natural para informarles de que lo habían encontrado enfermo. Lamentablemente poco después murió.
Pero la mayoría terminan regresando al que consideran su hogar y un lugar seguro donde nidificar cada año. A lo largo y ancho de sus 5.000 hectáreas, se estima que puede haber unas 45 parejas de águila calzada en Los Montes de Málaga, una de las densidades más altas de toda España. Pero también entre tres y seis de águila culebrera vuelven en primavera para su reproducción al espacio protegido malagueño, entre dos y tres de ratonera, entre seis y ocho de azor y dos de gavilán, una cifra que probablemente sea mayor debido a la dificultad para controlar a esta especie.
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