El rescate de un noray
La mar de historia
Se encontraba junto a vallas, rejas, todo tipo de cartelería, señales de tráfico o máquinas antiguas
El barco que rompe las olas y el viento
Desde hace muchos años, la idea de que exista un museo del puerto de Málaga ha constituido un plan recurrente para los que han regido los destinos de este recinto. Sin que este proyecto se haya convertido en una prioridad, el futuro espacio que debería mostrar la historia del puerto malagueño duerme el sueño de los justos a la espera de una voluntad real que pueda convertir este propósito en una realidad.
Y así, ante esta complejidad, hoy quiero reseñarles algo que observé hace unos días en el patio exterior de los almacenes del puerto. Rodeados de elementos tales como vallas, rejas, todo tipo de cartelería, señales de tráfico o máquinas antiguas, en una de las esquinas de este recinto encontré un buen número de norayes; esas piezas que fijadas a en los muelles se utilizan para afirmar las amarras de los barcos.
Observando que había noráis de diferentes edades, entre ellos encontré algunos de la Ferrería de Heredia firmados en 1892 además de otros que, sin referencia temporal, lucían la marca de la Sociedad Anónima Vers, dos históricos nombres ligados a la industria siderúrgica malagueña. Y aunque para nada me sorprendió ver aquellos veteranos norayes allí, aún hay muchos con estas firmas que siguen en activo en los muelles malagueños, lo que si me llamó poderosamente la atención es que había varios que conservaban sus anclajes originales. Mostrándose bajo el noray la estructura subterránea de este elemento, pude ver unos tornillos de enormes dimensiones que, con una inclinación de 45 grados con respecto a la base del noray se fijaban con unas grandes tuercas; una sólida construcción verdaderamente llamativa.
Y como lo del museo portuario malagueño no parece que vaya a tener una próxima resolución, tal vez, no estaría nada mal mostrar uno de estos noráis en alguno de los espacios públicos con los que cuenta el recinto portuario malacitano. Una buena limpieza y una capa de la pintura azul, la propia de los norayes de Málaga, sería más que suficiente para exponer de forma permanente una de estas piezas. Un elemento fundamental de la actividad portuaria que, rescatado del patio de un almacén merecería una segunda vida convertido en un elemento ornamental.
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