"El reto esencial era que La Aduana no se viera como dos museos en uno"

maría morente. directora del museo de málaga

La responsable del equipamiento destaca la contribución patrimonial del mismo a la identidad histórica y cultural de Málaga, con criterios de musealización propios del siglo XXI

Pablo Bujalance Málaga

11 de diciembre 2016 - 09:09

-¿Cómo resumiría la evolución del proyecto del Museo de Málaga en La Aduana desde que se incorporó como directora?

-Yo llegué a comienzos de 2006, cuando empezaba a ponerse en marcha el proyecto, invitada por Rosa Torres y Carmen Calvo. El primer paso fue realizar un plan museológico que articulara los diagnósticos y los objetivos que queríamos alcanzar para que la Aduana se convirtiese en el Museo de Málaga, con las colecciones que hasta entonces habían estado almacenadas. Desde el plan trabajamos en un programa dual, entre las decisiones y los proyectos. Toda la primera fase de diagnósticos y decisiones correspondió al equipo del museo, con el apoyo de la Consejería de Cultura, y los proyectos salieron a concurso público a través del Ministerio de Cultura. Entre 2006 y 2010 se ejecutó el proyecto de arquitectura, para el que se tomaron las decisiones respecto a las reformas que va a sufrir la Aduana, identificando sus valores patrimoniales e históricos, las señas de identidad que deben ser respetadas; así como los nuevos espacios y usos que debe acoger el inmueble para poder alojar un museo del siglo XXI; además de la organización de las colecciones, los circuitos y circulaciones de público, qué obras y piezas vamos a seleccionar y qué necesidades hay que satisfacer en cuanto a restauración. En el mismo 2006 se convocó el concurso público de arquitectura que ganó el equipo de Fernando Pardo Calvo, y las obras se ejecutaron entre 2009 y 2012. El trabajo arquitectónico dejó tras de sí un equipamiento óptimo para el emplazamiento del museo, pero entonces había que reflexionar sobre cómo mostrar las colecciones, qué queríamos contar con ellas y en qué recursos museográficos íbamos a apoyarnos. Con un nuevo concurso público, se adjudicó la museografía a Frade Arquitectos y a la empresa Empty su ejecución.

-¿Qué decisiones más importantes se tomaron en lo relativo a la intervención en La Aduana?

-Además de la rehabilitación del palacete neoclásico, fue esencial recuperar la cubierta que se perdió con el incendio de 1922, con el volumen y la tipología de la cubierta histórica pero formalizada con un lenguaje arquitectónico contemporáneo. Otra decisión clave en lo arquitectónico fue la opción por grandes habitáculos de madera, a modo de grandes cajas, cuando había que intervenir en los espacios originales: la impresión que da esta actuación es de una arquitectura reversible, como que se podrían quitar los añadidos y la Aduana quedaría intacta.

-¿Y del plan museológico?

-Destacaría la decisión de dejar el patio interior abierto, sin restricciones de acceso. El Palacio de la Aduana ha sido siempre un recinto vinculado al poder, reservado al uso administrativo, y el patio apenas ha sido utilizado por la ciudadanía. Dado además que el uso museístico de la Aduana se consiguió gracias a una movilización ciudadana, resultaba pertinente permitir que la gente lo disfrutara ahora al mismo nivel. Así, la planta baja queda abierta al público, que simplemente puede venir al patio, a la cafetería o al restaurante y luego volver a salir sin entrar en las exposiciones.

-¿Cuáles han sido los principales retos en cuanto al contenido?

-El reto esencial era que La Aduana no pareciera contener dos museos en uno, sin conexiones. El Museo de Málaga es una única institución desde 1972, aunque las colecciones hayan estado en sedes independientes. Así, las colecciones, desde la Prehistoria hasta el siglo XX, se ordenan en un único relato, con único discurso vertebrado en torno a la Málaga del siglo XIX y el cambio social que vino de la mano de la nueva burguesía. Fue entonces cuando aparecieron en Málaga dos coleccionismos: uno de carácter privado, el de los marqueses de la Casa Loring, que en su finca de La Concepción empezaron a reunir una colección de arqueología muy interesante, con muy buena ilustración científica, que llegó a considerarse uno de los primeros museos arqueológicos de España: el Museo Loringiano. En paralelo, a mediados del siglo XIX se creó la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo con el encargo de recoger las colecciones de las iglesias y conventos desamortizados para crear un museo público. Esta historia no terminó de cuajar del todo, ya que el Museo de Málaga se abrió como una colección de arte plenamente decimonónica. Así, en nuestro discurso contamos los orígenes de estas colecciones y sus vínculos, con un elemento fundamental: el propio Palacio de la Aduana, verdadero emblema de su tiempo, que en la transición de los siglos XVIII y XIX representó bien el cambio de la modernidad.

-¿Qué emblemas destacaría de cada colección?

-La colección de Arqueología representa a toda la provincia, así que presenta un discurso extenso en lo territorial y lo cronológico articulado en siete ejes singulares. Yo destacaría los restos paleolíticos de la Cueva de Nerja, con la mandíbula y el fémur neandertales de la Cueva de Zafarraya; los hallazgos vinculados a las actuaciones del Instituto Arqueológico Alemán, sin olvidar que Toscanos es el primer yacimiento fenicio conocido en la Península Ibérico, además de otros hallazgos más recientes vinculados a los fenicios como la famosa tumba del guerrero que apareció en la capital; la colección primigenia del Teatro Romano es muy singular, así como el gran mosaico del Nacimiento de Venus de la antigua Cártama, que estuvo ubicado en el jardín del Palacio de Buenavista, así como el mosaico que apareció en la construcción de los Jardines de Puerta Oscura. Pero tampoco dejaría atrás la colección que reunieron Fernando Guerrero Strachan y Juan Temboury en la Alcazaba tras su restauración, con sus cerámicas medievales. En el ámbito del arte, destaca sin duda la representación de la Escuela Malagueña del XIX: Ferrándiz, Moreno Carbonero, Muñoz Degrain, Simonet... A la que unimos la guinda del pastel de Moreno Villa y su relación con Litoral.

-En cuanto a las futuras exposiciones temporales, ¿qué orientación cabe esperar?

-Dado que la colección es muy amplia, hay que arroparla con propuestas que le permitan dialogar. Pero este museo es, también, una apuesta por la creación contemporánea. Aunque un museo tenga bienes históricos, debe tener un papel activo en el presente. El arte malagueño quedará en este sentido debidamente representado: mientras el Museo de Bellas Artes estuvo en el Palacio de Buenavista, los artistas de la ciudad tenían allí su lugar de encuentro, en el que aprendían y compartían proyectos. Málaga ha tenido siempre una querencia importante por el arte contemporáneo y queremos contribuir a ello. Por otra parte, somos uno de los museos españoles que custodian un mayor número de obras del Museo del Prado, y las exposiciones temporales serán una buena oportunidad para reforzar esa relación. Y también es importante que la Aduana se abra al mundo de la investigación, que esté al tanto de las últimas tecnologías y hallazgos de la arqueología; esto es una exigencia, siendo como somos un museo provincial.

-El centro llega en un momento en que se reconoce a Málaga como ciudad de museos. ¿Están obligados a competir?

-Cuando iniciamos el plan museológico en 2006, ésta fue una de las primeras cuestiones que nos planteamos. Málaga era ya una ciudad muy dinámica en lo cultural y queríamos dar una respuesta a ese contexto. Creo, ante todo, que el Museo de Málaga es necesario porque permite a los malagueños reconocer su propio patrimonio, pero nunca se nos ha ocurrido plantear la convivencia con otros museos en términos de competencia, sino todo lo contrario. Los distintos museos confluyen con sus ofertas de cara a los visitantes y es importante que se plateen proyectos comunes. Lo natural es que los tiempos de los museos también confluyan y que las iniciativas compartidas sean habituales. La cuestión no es competir, sino establecer lazos. De hecho, ya hemos establecido lazos con otros museos y espacios que para nosotros son ya irrenunciables.

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