Los sintecho del aeropuerto de Málaga: "No tenemos otra alternativa"

El Aeropuerto de Málaga es un lugar por el que transitan muchas personas a lo largo del día. Algunos cargan mochilas, otros maletas y, algunos, su vida sobre ruedas. Es la otra realidad, ajena al turismo: la de quienes no despegan ni aterrizan ni esperan a un ser querido, porque han hecho de esta terminal su refugio permanente, su hogar. John Brownwood tiene 69 años y arrastra sus pies, buscando entre la basura algo que pueda encontrar de valor o para comer. "No tenemos otra alternativa", lamenta, susurrando en ingés.

Es de Inglaterra y habla de su origen como quien lleva mucho tiempo lejos de casa. Vino a vivir a Málaga hace unos años. "Acabo de recibir una pensión pequeña, pero no me da para vivir fuera, así que paso temporadas aquí, dejo que el dinero se acumule y cuando puedo, me voy unos días a Benalmádena Costa", explica en declaraciones a este periódico.

Pero cuando el dinero se acaba, vuelve a deambular por la terminal del aeropuerto. Vestido con camisa verde y con unas gafas de sol en la cabeza, parecería un turista jubilado que viene a pasar las vacaciones. Si no fuera por los dos carritos que carga con todas sus pertenencias. El aeródromo no le resulta acogedor, pero sí funcional: "Málaga es un buen lugar, no precisamente el aeropuerto y, como digo, no tengo suficiente dinero para vivir fuera de aquí permanentemente".

John Brownwood no está solo. Según trabajadores del aeropuerto, como Daniel Vela, del Servicio de Asistencia a Personas con Movilidad Reducida, calcula que entre 50 y 70 personas sin hogar pernoctan regularmente en el recinto. "Duermen sobre todo en la zona de llegadas, que es más discreta", apunta. Se trata de una zona que "está más aparte del flujo de pasajeros": "Como se puede apreciar, hay un gran número de carritos".

Vela explica que hay un grupo de entre 20 o 30 sintecho que sí se puede apreciar que lo son: "La piel de las piernas muy demacradas, la forma de vestir, se ven que no están aseados". Pero, sin embargo, hay otro grupo de otros 30 o 40 que "dan el pego de que a lo mejor puede ser cualquier pasajero que está trasnochando aquí": "Si trasnocha día tras día, pues evidentemente no va a ningún lado".

Vela relata también situaciones tensas. "Una o dos personas concretas" transitan a veces por el parking de los trabajadores que está por al fondo, y confiesa que sí han tenido problemas con algún trabajador: "Han intentado increparlo, o robarle, pero es verdad que aquí internamente suelen no hablar con nadie". A esto añade "la plaga de chinches tanto externa como externa", por lo que admite que "está un poquito complicada la cosa".

El aumento de los sintecho en el aeropuerto es palpable. Dos trabajadoras del filtro de seguridad, con cinco años en sus puestos, lo corroboran: "Desde la pandemia, esto ha ido a más". La mujer, de 37 años, lamenta que "antes venían de vez en cuando a lavarlos, pero ya no": "Estamos muy dejados y, claro, algunos tienen piojos, chinches... Es verdad que están entre nosotros". Su compañera insiste en que "la mayoría son tranquilos" y ambas coinciden en que "cuando alguno da problemas, se lo lleva la Guardia Civil o la Policía" y, si es extranjero, "averiguan cómo devolverlo a su país si no tiene papeles".

La situación les plantea un dilema "complicado": "Hay un vacío porque esto realmente no deja de ser un sitio público, lo que pasa es que ya si te influye en la salud, tiene que intervenir Sanidad. Ya sé que es un problema para todo el mundo". Sin embargo, los sintecho siguen pernoctando en el Aeropuerto de Málaga. Con sus carritos repletos de ropa y objetos de valor incierto. Con su vida y su casa a cuestas. De nacionalidades distintas. Muchos duermen, otros hablan entre ellos.

Aena ha empezado a aplicar un refuerzo en el control de acceso al aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas en horario nocturno (de 21:00 a 05:00) como medida disuasoria frente a las más de 400 personas sin hogar que pernoctan en estas instalaciones. Algo que, según indica el gestor aeroportuario, no se plantea implantar en el de Málaga, donde cada noche pernoctan entre 50 y 70 personas en situación de calle acorde a los datos de CCOO y UGT, que reclaman más medidas de seguridad.