La torre del puerto de Málaga: historia y contradicciones, de Seguí a Chipperfield
Hace una década se inició el trámite administrativo, ahora va a Madrid sin que nadie casi nadie conozca el proyecto, ni el alcalde; con gran contestación social, y pendiente de varios contenciosos
Académicos presentan un escrito al Puerto de Málaga señalando que el concurso de la torre ha caducado y hay que repetirlo
Pocos proyectos han polarizado más en Málaga que la torre del puerto. Más de una década hace que empezó a andar lo que entonces se entendía como el salvavidas económico de la Autoridad Portuaria: un hotel rascacielos de cinco estrellas gran lujo en el Dique de Levante. Entonces el presidente del ente era Enrique Linde (PSOE). Después han pasado dos presidentes más. Mismo número de diseños –el último de ellos, eso sí, desconocido aún hasta por el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre–. Más de una década que ha dado lugar a un largo trámite con multitud de contradicciones. Y un amplio debate en todos los ámbitos: paisajístico, económico, urbanístico o arquitectónico y de movilidad. Las más de 1.400 alegaciones recibidas son prueba de ello.
Todo esto comienza bastante antes, cuando el Puerto de Málaga dice adiós al petróleo, que se va a Cartagena en 1999. Y con él una gran parte de la tarta que representaban los ingresos de la entidad. La ley obliga a que las autoridades portuarias sean económicamente sostenibles por sí mismas. Es decir, a que no den pérdidas. Y se buscan soluciones imaginativas para ello. El Dique de Levante, como último espacio ganado al mar, parece el suelo clave para aumentar los ingresos.
'Espantada' del arquitecto del Guggenheim
Por ello, en 2001 invitan a Frank Gehry, arquitecto, premio Pritzker –una suerte de Nobel de la arquitectura–, y que venía de darle un cambio de 180 grados a Bilbao diseñando su Museo Guggenheim. Le piden consejo sobre qué se podría hacer allí. Sin pasar factura, claro. Gehry ni siquiera aprovecha las noches que tenía en el Parador reservadas, vuelve a la terminal de vuelos privados: jet de vuelta a casa.
En esas, el fondo Al Alfia, relacionado con la familia real catarí, estaba en Marbella tratando de hacer un gran hotel rascacielos, pero el planeamiento urbanístico no se lo permite. Lo iban a hacer de la mano de José Seguí, arquitecto afincado en Málaga que conoce la ciudad como la palma de su mano: ya había ganado multitud de concursos públicos para distintos edificios e, incluso, fue uno de los redactores del Plan General de 1983, que resultó Premio Nacional de Urbanismo. Y pone sus ojos en el Dique de Levante, si la torre no podía ser en Marbella, podría serlo en Málaga. El jeque catarí visita el espacio, le gusta y da el visto bueno: "hágase".
Comienza la tramitación. Hay que hacer un concurso, ya con Paulino Plata (PSOE), al frente de la Autoridad Portuaria. Con el proyecto básico de Seguí ya adelantado (una torre con forma circular, 136 metros de altura y 39 plantas), en noviembre de 2015 se decantan, en vez de por un concurso clásico, por un trámite de concurrencia. Es decir, el Puerto afirma que tiene un proyecto que quiere ocupar el Dique, y abre la posibilidad a otros competidores interesados en levantar el hotel rascacielos. El mismo debe llevar aparejado un proyecto básico y otros elementos como la sostenibilidad económica de la propuesta.
Concurrencia con el sobrino del profesor del arquitecto
La elección del trámite administrativo ha sido uno de los puntos más contestados. La Academia de Bellas Artes de San Telmo ha presentado distintos escritos contra el mismo, pidiendo su nulidad. En Ibiza, un proceso similar con el Club Marítimo fue derribado por el Tribunal Supremo y con esta percha la entonces concejal de Ciudadanos Noelia Losada, puso en duda el proceso. Lo cierto es que, hasta ahora, todos los trámites han estado debidamente ratificados y se ha dado la razón al Puerto sobre su legalidad.
Al trámite de concurrencia, en cualquier caso, sólo se presentó un rival. Una propuesta diseñada por Antonio Moneo, sobrino de Rafael Moneo, arquitecto –también con Pritzker– que había sido profesor de Seguí. La misma, que contaba con financiación de un fondo de Singapur, fue descartada por no cumplir con la viabilidad económica entre otras. Así, se le da el proyecto a Seguí y al Alfia, que se había presentado bajo la empresa Andalusian Hospitality II, de la que también participa el grupo hotelero Hesperia. Aunque ellos no gestionarán el hotel. El CEO de Hesperia, Jordi Ferrer, ahora también lo es de Andalusian Hospitality. Aunque el impulso económico siempre lo ha puesto Al Alfia.
El documento, que se aprueba en BOE en febrero de 2016, tiene dos condicionantes para otorgar la concesión: el primero, que el Ayuntamiento redacte un Plan Especial del Puerto que permita la construcción de hasta 150 metros de altura donde, hasta ese momento, sólo se permitía una planta baja más dos. Y, por otra parte, que el Consejo de Ministros, levante el veto del uso hotelero en suelo portuario. Para eso, entre otras cosas, debe justificar su interés público. El ejemplo en el que se había hecho era el hotel Vela, de Bofill, en Barcelona.
Con esto, arranca el trámite para hacer el Plan Especial. A la vez, empiezan a sucederse los pronunciamientos en contra. La Academia de Bellas Artes de San Telmo avisa de que no es el lugar idóneo. Señala otros como donde ahora se quiere hacer el Auditorio o el futuro Muelle 4. Icomos, el ente que asesora a Unesco en asuntos de patrimonio, también lanza varios avisos e informes contrarios a su construcción avisando de la incidencia en el paisaje.
A todo esto, el proyecto ya estaba recabando varios informes, cuestionados también. Por una parte, el de movilidad, "que dice que no hay ninguna afección de construir el hotel para el tráfico del Paseo de la Farola cuando hace los cálculos sin siquiera contar con el aparcamiento del Muelle Uno", señala el economista Rafael Esteve Secall. Aunque no es el único defecto que encuentra, sí el más evidente. También, cuenta con un informe ambiental positivo, fechado en 2017.
A su vez, se encarga un informe de afección sobre el paisaje a la Junta de Andalucía. Concluye que no se produce afección sobre la ciudad de Málaga. Cuyo paisaje está protegido por patrimonio. "Dice, nada menos, que si no la miras, la torre no se ve", resume el arquitecto y urbanista Salvador Moreno Peralta.
'Bendición' de Cultura, ¿Málaga o Benidorm?
Aunque no es el único informe positivo que recibe en este sentido, también el Ministerio de Cultura, que rechazó el expolio al paisaje de la ciudad en 2022, a pesar de los distintos informes de Icomos y otras entidades que alertaban de ello. El entonces ministro, Miquel Iceta, la bendijo comparando a Málaga con Benidorm.
En ese año, también se declaró como Bien de Interés Cultural (BIC) la Farola. Esto puso en duda el futuro de la torre, pero modificaron la afectación de la misma al ámbito de la rotonda que la rodeada. Conclusión, el informe de Cultura señaló que un edificio que le hará perder su función como faro –ya lastrada por La Malagueta o los cruceros– no tenía afectación alguna sobre el monumento.
Entonces, el presidente de Puertos del Estado de ese momento, Álvaro Rodríguez Dapena, ya había afirmado a este periódico que el Puerto de Málaga era rentable económicamente y no necesitaba del proyecto. Esto supone un cambio en el tablero: el principal combustible que había impulsado la torre había desaparecido de la partida.
Antes, se produjo otra de las contradicciones –o, al menos, de los cambios de rumbo– políticas con el proyecto. Dani Pérez, que había estado aplaudiendo el proyecto en la etapa de Linde y Plata, anunció el viraje del PSOE: en el verano de 2022 afirmó que su grupo municipal empezaba una cruzada contra le proyecto tras "años de escucha activa de la sociedad". Meses más tarde quien viraba era Noelia Losada, de Ciudadanos, y que tenía la llave de la mayoría absoluta en el Ayuntamiento y que tenía el último voto necesario para sacar adelante el planeamiento urbanístico.
Fue en 2022 cuando el Ayuntamiento dio otro golpe de remo para cambiar de dirección. Durante casi siete años que había estado tramitando la modificación del Plan Especial, defendía que no iba a dar el paso de cambiar el planeamiento hasta que el Consejo de Ministros no permitiese la construcción del hotel. Finalmente, tuvieron que dar su brazo a torcer ante el Gobierno, que defendía la postura contraria.
Aunque esa torre no era la misma que comenzó en un primer momento. En el mes de diciembre de 2020, y aprovechando que Urbanismo había exigido retranquear la torre 45 metros del límite del dique, la promotora –representada entonces por Ramón Calderón, abogado y ex presidente del Real Madrid– presentó el segundo proyecto para la torre. Seguí redujo el edificio, y con él el impacto visual, de los 136 metros a los 116. También implicó que el resultante fuese un cuerpo menos esbelto y más achatado, pero que pretendía acallar voces críticas. No lo consiguió.
A la segunda va la vencida, Plan Especial modificado
Con esa torre, y en verano de 2022, el Ayuntamiento de Málaga quiso llevar a la Comisión de Urbanismo la aprobación del Plan Especial. Tuvo que retirar el punto en el último momento: la evaluación ambiental de 2017 estaba caducada y había que volverla a hacer. Una vez obtenido otra vez este documento por la vía rápida, ya en noviembre de 2023 y con el PP teniendo una mayoría absoluta que no permitía contestación alguna en el Ayuntamiento, se aprobó la modificación.
A partir de ese momento se había salvado un escollo urbanístico de siete años. La promotora tenía vía libre para comenzar con el proyecto para llevarlo a la Autoridad Portuaria, de ahí a Puertos del Estado y, si estos dos informaban positivamente, se podría elevar al Consejo de Ministros para que diese –o no– la última luz verde. Pero tanto la Academia de Bellas Artes de San Telmo como la plataforma ciudadana Defendamos nuestro horizonte, llevaron el planeamiento a un contencioso. Que se deberá resolver, así lo ha afirmado el ministro de Transportes, Óscar Puente, antes de que nada vaya a la mesa donde se reúnen los titulares de las carteras ministeriales.
En cualquier caso, la promotora, que ya había pasado uno de los mayores escollos, empezó a moverse. Buscaba un arquitecto con Pritzker para respaldar su apuesta y que el relumbrón de la estrella firmante pusiera más fácil el camino. Tras tocar varias puertas, acabó firmando a David Chipperfield, británico con residencia en un pequeño pueblo de Galicia, Corrubedo, y con una fundación que defiende el urbanismo sostenible. También había firmado algunos de los proyectos más respetuosos con la obra anterior de la actualidad. Sin embargo, tras el premio, comenzó a hacer grandes torres. También a afirmar en entrevistas que "promulga lo sostenible, pero vive de lo insostenible" o a criticar los rascacielos en Londres o Dubai dudando de su aporte a la sociedad.
Seguí dice adiós y nueva torre más alta por Chipperfield
En esa coyuntura, Seguí, que hasta ese momento había encabezado el proyecto, dijo adiós. En su carta anunciando la renuncia, criticó la falta de movimiento por parte de la promotora a meses de tener que entregar el proyecto al puerto, y dejó entrever que no aceptaría la dirección de obras de un proyecto distinto al suyo.
Con esto, Andalusian Hospitality no había entregado proyecto alguno de Chipperfield al Puerto a semanas de que cumpliera el plazo, normal, casi estaba recién fichado. La Autoridad Portuaria le dio una prórroga de cuatro meses más. En marzo de este año, acabaron entregando el proyecto. Un mes antes habían presentado sus "líneas maestras" en la única visita que se conoce de Chipperfield a la ciudad.
Estas no mostraban el proyecto más allá de señalar que será un paralelepípedo (con forma rectangular) en vez de tener una planta ovalada como hasta ahora, que crece y cambia el basamento, y que de los 116 metros de altura pasaría a los 144, al borde de lo permitido. Las críticas volvieron a desatarse: en la presentación, que cifró en 200 millones la inversión en la torre, se mostró más un cambio accesorio en el Paseo de la Farola, que el proyecto, que se mostró lejos o entre brumas.
Jordi Ferrer dijo que una vez presentado al Puerto, en un mes podría estar informado. En su horizonte temporal, estaría terminada en 2028. Aunque no tenía tampoco gestor del futuro hotel de cinco estrellas gran lujo. Ningún plazo se ha cumplido, mientras permanecen las dudas sobre la torre.
Dos proyectos básicos, ¿el mismo proyecto?
Dudas que se acrecentaron cuando Carlos Rubio (PP), actual presidente de la Autoridad Portuaria en una entrevista radiofónica, tras entregarse el proyecto al Puerto por la promotora, dijo que el de Seguí no era un proyecto básico, sólo "dibujos, ideas". Esto contravendría el concurso, que exigía un concurso básico. El Ayuntamiento le desdijo, ellos habían tramitado alrededor de un proyecto básico. Rubio dijo que el de Chipperfield sería "un proyecto ejecutivo". Este mes ha tenido que cambiar el argumentario y asumir su contradicción. El de Seguí era un proyecto básico y el de Chipperfield también.
Eso sí, los académicos, días antes, habían presentado un escrito al Puerto señalando, justamente, que la diferencia entre ambos proyectos implicaban cambios sustanciales, lo que exije la caída del trámite de concurrencia, en cuyo caso habría que repetir. Este aún no ha sido respondido. Pero Rubio afirma que, pese a tener alturas distintas, bases distintas y dos arquitectos firmantes, el proyecto es el mismo. Deberá responder a las alegaciones. De momento, el proyecto coge rumbo a Madrid, tras haber sido informado positivamente por el Puerto sin que lo conozca, ni siquiera, su Consejo de Administración. Tampoco el alcalde de la ciudad.
La promotora asegura que lo presentará en "las próximas semanas". El PSOE lo ha tachado de "escándalo" y ha pedido acceso al documento. Dudas, legales, urbanísticas y paisajísticas que aún debe solventar el proyecto de más altura. También el más contestado de la ciudad. Ya lo hará en Madrid Puertos del Estado y Consejo de Ministros.
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