Dos viajes al siglo XIX
más de años en málaga Farmacia Mata y Farmacia Bonifacio Gómez
Las farmacias Mata y Bonifacio Gómez se inauguraron en 1894 y 1886 respectivamente en la calle Larios y San Juan · Sus vitrinas o el botamen son los mismos desde su creación






El 27 de agosto de 1891, el entonces alcalde, Sebastián Souvirón Torres, inauguró la calle Larios. Apenas tres años después abrió la farmacia Mata, en 1894, siendo uno de los primeros comercios de la zona. En un principio no se llamaba así ya que la familia Mata no adquirió el local hasta los años 30. Su fundador fue el farmacéutico granadino Pérez de Guzmán, un señor al que, según cuentan, le gustaba la buena vida y hacer las cosas a lo grande hasta el punto que dicen que mandaba sus camisas en tren hasta Madrid para que se las plancharan porque no le gustaba cómo se lo hacían en Málaga. Contrató a los mejores ebanistas de la época e hicieron varias vitrinas espectaculares, junto al botamen, que aún se conserva y que los clientes que se pasen por esta farmacia pueden contemplar.
En aquellos momentos el local cogía toda la manzana de Larios 8 y era, por tanto, bastante mayor. En estos momentos la farmacia cuenta con la parte delantera y trasera, donde tiene una herboristería. Pilar Romero, farmacéutica y miembro de la cuarta generación, explica que Pérez de Guzmán, regentó el negocio hasta 1931, cuando fue adquirido por su bisabuelo Antonio Mata Vergel. Era un punto habitual para adquirir los escasos medicamentos del momento y tanto en su interior como en la puerta tenían lugar numerosas tertulias. Durante la Guerra Civil permaneció abierta aunque sufrieron, como es lógico, problemas de suministro, entre otras cosas. Fleming inventó la penicilina en 1928 pero, según indica la farmacéutica, los antibióticos no llegaron a Málaga hasta bastante después de la guerra. Tampoco había neveras. La primera la compraron en 1968.
Las farmacias tienen ahora miles de referencias de los distintos laboratorios aunque antes se podía encontrar yogur, agua mineral y fórmulas magistrales. El nieto de Antonio Mata Vergel y padre de Pilar Romero, Antonio Romero Mata, heredó la farmacia en 1967 y le dio un impulso a las fórmulas magistrales y la medicina homeopática. En estos momentos tienen un laboratorio con tres empleados que siguen haciendo fórmulas, especialmente para dermatología o casos pediátricos.
El cambio en este sector en las últimas décadas ha sido enorme. Las farmacias han hecho frente desde la creación de la Seguridad Social y las recetas, a la regulación de aperturas y horarios o la comercialización de genéricos. Ahora la crisis aprieta con fuerza, aunque Pilar Romero afirma que la están capeando bien. "Tenemos la suerte de que no dependemos al 100% de la Seguridad Social sino que tenemos más venta libre de otros productos, así como la herboristería y la homeopatía", señala. También cree que les vino bien la peatonalización de calle Larios "porque hay más gente paseando y nos entran más clientes, aunque sea para comprar una gelocatil o tiritas". Eso sí, entre 2001 y 2003 rehabilitaron el edificio y estuvieron con andamios, algo que fue "nefasto" para el negocio.
Varios de los empleados de Mata ya se han jubilado y han tenido que renovar prácticamente a todo el personal. Son, en total, diez trabajadores. La familia Romero Mata es farmacéutica por los cuatro costados. Pilar trabaja junto a su padre en calle Larios, mientras que su madre tiene otra farmacia en la capital y su hermano, también farmacéutico, trabaja con ella. La cuarta generación está así más que consolidada.
Resulta además que son familia de los dueños de la farmacia Bonifacio Gómez, otro local más que centenario ubicado en calle San Juan. José Manuel Páez, su actual propietario, indica que fue fundada en 1886 en ese mismo espacio por el farmacéutico malagueño Bonifacio Gómez Martínez. Posteriormente pasó a manos de su hijo, Bonifacio Gómez, quien fue asesinado en la Guerra Civil en 1937, quedándose el local en manos de su viuda, Mercedes Gómez, quien en 1973 se lo vendió a Páez. Todo quedó en familia porque José Manuel Páez se había casado con la nieta del fundador.
La tercera generación regenta la farmacia aunque la cuarta, un hijo, también trabaja en el establecimiento. Como ocurre en Mata, la decoración es espectacular. Las vitrinas, la lámpara, la caja registradora, el botamen... Todo como era en un principio, por lo que al entrar se transporta el cliente automáticamente a finales del siglo XIX. Páez reconoce que los botes están vacíos en su mayoría y solo han cambiado la madera del interior de las vitrinas por cristal.
Antes hacían muchas fórmulas magistrales pero ya no tienen laboratorio porque, según Páez, "no nos merece la pena".
El boticario ha visto de todo en la profesión pero no puede ocultar su preocupación de cara al futuro. "Este año hemos vendido un 12% menos, llevamos dos años con el precio de los medicamentos bajando una barbaridad y los gastos suben. Muchas farmacias han cerrado o se han trasladado al extrarradio. Tener una farmacia ya no es un negocio seguro como se decía", explica resignado. En cualquier caso, esta farmacia, con 126 años de historia a sus espaldas, no se va a asustar ahora y pretende seguir sirviendo a los malagueños durante muchas décadas más.
También te puede interesar