Pedro el fatalista

20 de agosto 2025 - 03:08

En julio de 2022, ya vimos que don Pedro Sánchez comparecía, ante un campo calcinado, para revelarnos que los incendios eran culpa del cambio climático. Lo cual, si bien se mira, explica la circunstancia, la nueva condición, pero no la causa de los incendios. Y desde luego, no ofrece solución a los fuegos estivales que hoy nos devoran. Las políticas europeas contra el cambio climático han incrementado notablemente la masa boscosa en Europa; fenómeno que podría explicar, estadísticamente, por mera proporción, una parte de lo que ocurre: a más bosque, más posibilidad de incendios. Ahora bien, qué políticas ha arbitrado el Gobierno, qué previsiones maneja, cuál es la situación respecto de años anteriores, a qué obedecen los fuegos actuales, es algo que no acaba de quedarnos claro. A este respecto, el presidente Sánchez se comporta como aquel Jacques el fatalista de Diderot, quien consideraba que todo lo que ocurre en este valle de lágrimas está ya decidido y escrito en las alturas (climáticas).

Nadie niega que el cambio climático pueda influir en el número o la intensidad de los incendios. Las preguntas, sin embargo, son otras. De qué modo esta volubilidad atmosférica influye en los fuegos veraniegos; y cuáles son las soluciones que la administración ofrece para dificultarlos. Esto implica, en primer término, conocer la naturaleza y las causas –fortuitas o no– de aquello que nos afecta. Pero implica, de igual manera, establecer las herramientas y los recursos para su solución. En estos días se ha hablado tanto del menor número de hidroaviones disponibles, como de la optimidad o no de algunos de sus modelos. También se han vuelto a recordar las condiciones laborales, poco favorables, en que se presta el servicio de extinción de incendios. Ninguno de estos factores, junto a muchos otros fácilmente imaginables, dependen del cambio climático, ni de su remisión o recrudecimiento. Y tampoco de su inexistencia, según arguyen los “negacionistas”. Dependen, como parece obvio, de la voluntad y de la capacidad de las administraciones públicas. Una voluntad que no se ciñe solo a la diligencia de sus acciones, sino a la prontitud con que se expliquen la naturaleza y el alcance de los hechos. Esto es, política frente a determinismo.

Por otra parte, el bueno de Jacques el fatalista le decía a su amo que la pasión más acrisolada del hombre, incluso del hombre más humilde, era mandar sobre alguien. También en ese aspecto, don Pedro Sánchez parece un personaje de Diderot.

stats