Y volvió a caminar por Mangas Verdes

Tres años vivió El Lute en la clandestinidad después de fugarse de la cárcel del Puerto de Santa María. Dos de ellos los pasó en Málaga. "Tengo muy buenos recuerdos de Málaga y de su gente", comentó ayer Eleuterio Sánchez, en Mangas Verdes, barrio en el que estuvo escondido pocos meses y del que salió hace 44 años saltando por los tejados de sus casas. "Muchos sabían quién era yo y en una época de una España insolidaria, dictatorial y muy inculta es un mensaje que tengo clavado en el corazón y no lo olvidaré nunca, cómo estas personas sabiendo que incluso podían ser premiadas por delatarme me mantuvieron en el anonimato y me dieron su cariño y su amistad", dijo tras ser recibido por los vecinos como casi un héroe.

Había sido condenado primero a pena de muerte y luego le conmutaron la pena por la cadena perpetua por el robo de una joyería en el que había muerto un Policía. Él mantiene que no tuvo nada que ver con ese delito de sangre, que eran tres los atracadores y otro fue el que disparó. Sin embargo, la condena fue por igual. Cuando huyó de la cárcel gaditana se refugió en el Camino de Antequera, donde pasó un periodo largo de tiempo. Pero un día entró a una pequeña sucursal bancaria de la Estación de Cártama a cambiar divisas. En la ventanilla lo reconocieron y avisaron a la Guardia Civil. Aunque recibió dos disparos, en el muslo y en el hombro, volvió a fugarse. A su casa no pudo ir y, herido, llegó hasta Mangas Verdes, donde vivía una hermana.

Con toda su familia, su mujer y sus dos hijos de 9 y 6 años, vivió oculto durante un par de meses. Paseó por sus calles, comió en algunos de sus bares, como relataba ayer Carmen Pino, y fue acogido sin grandes problemas. Algunos supieron quién era, otros no llegaron a reconocerlo. Sin embargo, los cuerpos de seguridad le seguían la pista y dieron con él. Sitiaron el barrio una noche y escapó con sus hermanos por los tejados de las casas unifamiliares de este particular barrio de Ciudad Jardín. Desde un cerro en el que a penas existían aún casas vio cómo detenían a su mujer y sus hijos a punta de pistola. Y todavía se emociona al recordar lo duro que fue ese momento.

"A las mujeres las llevaron a cárceles de mujeres y a los niños a reformatorios, fue un momento muy triste, vi cómo lo sacaban a punta de pistola y con las manos en alto", relataba. Paró en otros lugares, entre ellos en la Colonia de Santa Inés, y terminó en Sevilla donde fue detenido.

El Lute cumplió 18 años de condena, la primera por robar tres gallinas. En 1981 fue puesto en libertad. Entró en la cárcel analfabeto y aprendió a leer y a escribir para poder cartearse con su familia. También estudió Derecho en prisión y, posteriormente, escribió seis libros, una trilogía autobiográfica y tres ensayos. "No me gusta la palabra arrepentimiento", dijo ayer a los niños del colegio Ángel Ganivet, "Lo que me hubiese gustado es tener la suerte que tenéis vosotros ahora, esta oportunidad de formarse desde que eres un niño, entonces nunca se hubiera hablado de El Lute y quizás sí de don Eleuterio", comentó. Lo que sí lamentó fue "no haber hecho algo más generoso y gratificante en favor de la colectividad".

Manifestó ayer ante los escolares que robó "por absoluta necesidad" y que su etapa en la cárcel fue muy dura. "Estuve 18 años y salí sin nada, no he cotizado en la Seguridad Social y ahora no tengo jubilación", comentó. También apuntó de que "le aplicaron el Derecho tan torcidamente sobre mis espaldas" que por eso quiso estudiar la carrera y habló de superación, del tiempo que debe ser aprovechado, de las oportunidades que te da la vida para ser mejor persona. Un hombre valiente, más aún, temerario, que no puede llevar la cuenta de cuántas veces huyó para seguir caminando.