laliga santander | Málaga-Girona

Pasitos lentos (0-0)

  • El Málaga, que acabó con diez, no pasa del empate contra el Girona

Pasitos lentos, muy lentos, los que da este Málaga que tiene aroma a otra cosa pero que sigue conservando demasiada esencia de lo que le ha traído hasta aquí. Dos partidos con José y sendos empates. Si es el comienzo de algo glorioso, se dará por bueno. Sin embargo, no ganar el Girona en La Rosaleda con todo lo que tiene que venir y la cuenta de puntos tan baja, sabe a casi nada.

Que José le ha cambiado la cara al Málaga está fuera de toda duda. Resultaría muy osado arriesgarse a decir si ha sido más importante por lo futbolístico o por lo psicológico. De lo que no cabe duda es de ahora se ve a otro equipo con mayor determinación, con cuatro ideas muy claras y un guion del que los futbolistas procuran no salirse mucho.

En la primera mitad del partido contra el Girona hubo un monólogo del Málaga. Los guantes de Roberto apenas se vieron. La acción más peligrosa, por llamarla así, del conjunto catalán la desactivó Ricca antes incluso de que armase el tiro.

El equipo blanquiazul sí armó el fusil en diversas ocasiones, pero volvió a mostrar una de sus carencias fundamentales: la pegada. Llega, pero no mata. Salir del atolladero sin elevar el porcentaje de acierto es algo francamente complicado. Aun así, los de José conectaron con la grada, otra cuestión esencial en esta película.

Keko fue el más activo de todos. Al alza, viene mejorando sus prestaciones partido a partido. Colabora en tareas de todo tipo y tiene aire para llegar al área y generar peligro. No encuentra la guinda del gol, algo que necesita él casi tanto como el equipo. Bono le negó la pequeña gloria con una gran parada de reflejos tras un remate de cabeza.

El 0-0 es un resultado canalla que no siempre es capaz de reflejar lo que se ve en el césped. Y que encima te deja a un despiste, a un mínimo error de la derrota. No debió gustarle su rol al Girona, que entró mejor en la segunda parte y fue anulando al Málaga, que ya no conseguía arrimarse al portero como en el primer tramo.

La lluvia y el frío estaban haciendo mella en la gente, que a medida que el Girona ganaba metros se iba apagando. Pero fue ver a Samu García correr hacia el banquillo desde la zona de calentamiento para entrar en el campo, y encenderse el interruptor.

“¡Samu, Samu!”, gritaba el coliseo, huérfano de héroes. Y el primer balón que tocó fue una delicatesen. Lo que sucede es que en ese tramo de apenas siete minutos, Chory Castro dejó al equipo con diez de manera incomprensible. Tras hacer una jugada de mérito realizó una entrada desproporcionada a Muniesa que le valió la segunda amarilla.

El Málaga de la segunda mitad se pareció mucho más a lo que venía siendo en las últimas citas con Míchel. Sin hechuras ni empaque, con miedo al éxito y a la derrota circulando por la misma vía. Terminó desesperado en el área rival a pesar de estar con diez.

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