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Málaga CF - Oviedo: Un bombero en Pompeya (0-1)

Málaga CF - Oviedo: Bombero en Pompeya (0-1)

Málaga CF - Oviedo: Bombero en Pompeya (0-1) / Javier Albiñana

El Málaga perdió con el Oviedo, que regresa a casa con tres puntos en los que había más sueños invertidos que en las monedas de la Fontana di Trevi. Dio la penúltima oportunidad la afición, que acumula jornadas bramando por lo que anticipaba el sendero que se estaba recorriendo. Levantó un castigo a los regentes de la entidad -y los jugadores- porque la salvación y el escudo están por encima. La llegada de Pellicer y la salida de Manolo Gaspar invitaron a la tregua. Aun así no se olvidaron del administrador.

El ambiente fue pasando de caliente a gélido. Suena la marcha fúnebre a los lejos y alrededor la atmósfera es aún peor. José María Muñoz ha fichado a un director general, Kike Pérez, anunciado este viernes. No sirve como parapeto y desde fuera se establecen alianzas insospechadas, con el alcalde metido de lleno en faena viendo cómo la inversión para tratar de ascender se traduce en un descenso que difícilmente se va a evitar. 

No le va faltar trabajo al cuerpo técnico, pero es que los jugadores no van. La pérdida de papeles de Burgos o Javi Jiménez son evidencias de la descomposición interna que existe. No hay espíritu. Sergio Pellicer es un bombero en Pompeya ahora mismo y todo juega en su contra salvo su fe.

No tardó el Málaga en demostrar que está defendiendo mejor desde la llegada de Sergio Pellicer. A nivel colectivo había ideas claras y mayor intensidad. Va construyendo sobre un lienzo viciado y con recursos limitados. Repitió alguna de las fórmulas que utilizó en Gijón. Mantuvo la defensa, lo que incluía a Bustinza como lateral diestro.

El cambio estuvo en el dibujo. La ausencia de Alfred N’Diaye y de cualquier otro pivote defensivo (Genaro y Escassi continúan lesionados) le hizo apostar por un 4-4-2 con dos puntas claros como Fran Sol y Rubén Castro. Lago Junior empezó desde la derecha para compensar y volcó a Aleix Febas a la izquierda, consciente de que Javi Jiménez explora más su carril que Bustinza. Luis Muñoz entró por el senegalés con Jozabed como escolta.

Álvaro Cervera no se cortó y dejó al Málaga llevar la iniciativa. El Oviedo parece cada vez más engrasado como máquina y juegan especialmente al error, forzado o no. Es marca de la casa y en Segunda suele ir bien cuando todo encaja. En cuanto a resultados. Algo parecido pretenden ser ahora los blanquiazules pero sin renunciar a la naturaleza de los futbolistas de los que dispone.

Fue solvente el Málaga desde el inicio, pese a que el rival se pertrechó bien atrás, se benefició de algunos chispazos de Lago Junior. Complicó varias veces la vida a la zaga carbayona. En una de esas acciones conectó con Rubén Castro. No era la mejor posición posible pero el canario sacó el primer disparo. Braat la detuvo.

Se estiró un poco el Oviedo a la media de partido. En ambos conjuntos había mejores intenciones que eficacia. Era difícil, nadie regalaba un balón. Casi rompe el equilibrio Borja Bastón. Rubén Castro no pudo controlar un balón en el centro del campo y el conjunto asturiano montó un contragolpe veloz y práctico en el que el delantero quebró a Ramalho en el área y sacó un disparo que Yáñez fue capaz de sacar con la pierna.

Bastón se lesionó en esa acción y se retiró al filo del descanso por Sergi Enrich. Era la recta final de la primera mitad, pero un córner botado por el Oviedo obligó a Yáñez a imponerse por alto con el esférico tomando dirección a la escuadra. 0-0 y otros 45 minutos de ajedrez.

El Oviedo salió mucho mejor tras el paso por vestuarios. Incomodó al Málaga, le hizo sufrir por la derecha con un Bustinza superado. En una de ellas, Abel Bretones se plantó en el área de manera similar a la de Bastón. Yáñez resolvió de la misma manera. Pero seguidamente otra vez se repitió. Bustinza rectificó como pudo pero lo que parecía una redención se transformó en un despeje absurdo que casi provoca un gol.

No tardó demasiado en llegar. Justo cuando Pellicer retiró a Sol y Febas por Loren y Villalba. Cambios pitados. En un saque de banda, Enrich dejó atrás la defensa de Burgos con un taconazo y Villalba no siguió al suyo. Centro y Manu Vallejo se adelantó a los defensas para matar a Yáñez en boca de gol.

El desastre no había hecho más que empezar. Burgos se fue para el asistente para reprocharle a saber qué y el colegiado le mostró la roja directa. Continuó Javi Jiménez con las mismas y se cargó con una amarilla y casi la segunda al poco. La grada pitaba y señalaba a los jugadores mientras el Oviedo tenía el escenario ideal. Acabó quitándolo Pellicer, que tiró de Cristian y Ramón para los 20 minutos finales.

La desesperación era la tónica en todo lo que intentaba el Málaga, que no paraba de perder balones de un modo u otro. Nada en su sitio, todo roto y fútil. Carreras a ninguna parte y algún arreón de casta. Pero el Oviedo estaba cómodo y Sergi Enrich casi remata a los blanquiazules, pero Yáñez lo impidió. El portero es el único que está a la altura. A ratos se rebelaba La Rosaleda, que además tuvo que comerse la actuación de De la Fuente Ramos, que en el 90’ paró el partido en un ataque del Málaga por un pelotazo recibido por Luismi.

Le quedó tiempo al Málaga para colgar algún balón desesperado más, pero el Oviedo se movió bien en esas aguas y los blanquiazules no dan para más. El partido de la esperanza resultó ser el golpe casi definitivo a los optimistas.

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