Real Oviedo - Málaga CF: De nube a nubarrón (1-0)

El conjunto de Mel regresa tocado del Tartiere, donde se llevó un duro castigo

Rubén Castro: "Nos mató el penalti"

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Las fotos del Real Oviedo-Málaga CF
Las fotos del Real Oviedo-Málaga CF / La Otra Foto

El Málaga se montó en una nube en verano. Tomó impulso después de tocar casi fondo al compás de fichajes atractivos, hasta levantando ciertas suspicacias que refrendaban que algo se cocinaba. Y llegó la competición, que avisó pronto de que esas nubes traían agua. Y hay más goteras de las que parecían de una punta a otra de La Rosaleda. Superada la jornada 12, la clasificación no es anecdótica, es un síntoma. Así que convendría, tras esta derrota directa al corazón en Oviedo, tan prima hermana de la de Butarque, una reflexión profunda y sincera que conduzca a una catarsis. De lo contrario, todo indica que el sufrimiento será largo.

Luego se puede hablar del partido, de árbitros e injusticias, de chispa y musas traicioneras. Porque el Málaga parecía haber llegado con el aire renovado tras ganar al Lugo y con el susto en el cuerpo de su accidentado vuelo de ida a Asturias. Pero una vez en el césped ya poco importaba, tocaba ponerse el mono de faena y continuar creciendo, porque se estaban dando algunos pasos hacia delante.

Mel ya avisó en la previa de que Ramón iba a quedarse en el banquillo y Febas rondaría desde la derecha. No porque no esté bien el de Órgiva, sino porque tenía una idea con la que tratar de sorprender a Álvaro Cervera. Dani Lorenzo, por fin, fue titular y entró en el juego como el zapato de cristal de la Cenicienta. Juega en profesionales como una facilidad pasmosa.

Encajó en un equipo en el que de momento también Cristian tiene plaza. El otro marbellí anduvo cerca de repetir arranque con una falta que casi entra tras tocar en un jugador ovetense. Sobre el 3 nuevamente. Era el preludio de un encuentro que no iba a ser fino pero en el que los blanquiazules supieron ganarse su sitio, con robos de méritos y salidas veloces. Febas se multiplicaba y Luis Muñoz andaba siempre olfateando cualquier resquicio.

Sin haber llegado a la media hora de juego el capitán casi se tuvo que ir en camilla por una entrada criminal de Viti que el colegiado saldó con amarilla. El Oviedo se asomó poco al área de Manolo Reina, una a los 20 minutos y otra a los 40 que se complicó. Tras eso contestó el Málaga con una acción de conjunto que finalizaron Javi Jiménez con un centro espectacular y Febas picándola de cabeza y observando incrédulo cómo lamía el poste y se marchaba.

Habría sido un colofón perfecto y trabajado por parte de los discípulos de Mel, pero el colegiado Arcediano Monescillo volvió a torcer el camino de la justicia decretando penalti por manos de Escassi en el área. Si una acción tan natural merece tal castigo, el fútbol está herido. Bastón, archienemigo malacitano, ejecutó. 50 minutos sudando y aplicándose para tan cruel hachazo. Otra vez toca revisar el manual, que cada vez que lo reescriben es para peor.

A partir de ahí tocaba ver un poco de la pasta del Málaga. Reaccionar a estos escenarios es parte de la competición. A los segundos 50 minutos Mel decidió retirar a Luis Muñoz y poner dos puntas con la baza de Fran Sol. Mientras tanto, Tomeu Nadal se cambiaba las botas en el césped, tranquilo.

El giro no dio resultado de entrada, con el compás perdido y N’Diaye sin conseguir imponerse, un factor fundamental para los blanquiazules. El madrileño movió el tablero nuevamente pasada la hora dando entrada a Issa Fomba y Loren, por Dani Lorenzo y Cristian, un toque también para los del banquillo.

No hubo tiempo para ver nada porque un choque de cabezas entre Escassi y Mier dejó a ambos medio KO en el terreno de juego. Otro retraso más para el partido, algo que maneja a las mil maravillas el Gafa, que añadió un par de cambios. Los ovetenses andaban mejor, liberados, contra un Málaga descosido y sin capacidad para plantarse en el área rival.

Harto de no tener el balón y de perseguir sombras, Mel tiró de Ramón y Jozabed. Ahí enseñó colmillito Issa Fomba, con un disparo que traicionó a Tomeu Nadal. El rechace quería ir para Rubén Castro, pero el canario no terminaba de cazarlas con claridad.

Resulta descorazonador cómo se derrumba incesablemente el Málaga cuando se tuercen las cosas. Cómo se le empañan las gafas y se desorienta mientras el contrario va contando las monedas.

Fomba tuvo otra para recoger el testigo de Cristian, pero Montoro lo evitó. Los seis minutos de prolongación se esfumaron como un suspiro. Vuelve a estar a más de un partido la permanencia y el Málaga sigue sin arrancar. Un equipo no puede ser solamente el que funciona con 0-0 o viento a favor. Los varapalos también son fútbol, con merecimiento o no.

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