Resultado y crónica del Málaga CF - Elche

(3-3) La victoria del necio

  • El Málaga rescata un punto después de ir 0-2 y 1-3 ante el Elche en La Rosaleda

Víctor y algunos jugadores, tras el Málaga-Elche.

Víctor y algunos jugadores, tras el Málaga-Elche. / Marilú Báez

Salir respirando hondo de La Rosaleda tras el Málaga-Elche es lícito. Hasta comprensible. Los blanquiazules rescatan un punto que parecía perdido y se quedan con esta contradictoria satisfacción. Se suma a ello la sensación de poder haber ganado tras uno de los mayores despropósitos de la temporada. Más allá de eso, celebrar este 3-3 es de necios. Hace falta una disección responsable y honesta. No se puede vender más humo ni convertir en válidos argumentos manidos. El conjunto blanquiazul continúa en zona de descenso y es incapaz de ganar partidos. También cuando marca muchos goles.

El once era una promesa, sostener y entregarse a una idea, la de que este Málaga todavía puede volver a ser ese equipo del final del curso pasado. Un conjunto que avasallaba desde el buen gusto y el toque, con conceptos claros y eficaces, con la certeza de que la balanza del fútbol siempre se inclinaba a su favor. Eso ya no lo puede hacer, pero sigue sin enterarse. El partido ante el Elche fue una ruleta rusa mal entendida.

La primera media hora fue una nueva demostración de qué hacer y cómo en esta categoría. Los de Pacheta, con el abuelo Nino todavía a la cabeza y una serie de soldados entregados y bien aleccionados, regalaron otra nueva lección de lo que es Segunda División. La mayoría de estos equipos están encantados de enfrentarse a alguien que quiera llevar la batuta y deje los suficientes espacios para que el resto suceda con naturalidad.

El 0-2 a la media hora desmontaba la teoría de la efectividad en portería contraria. Es tu meta la que debe resistir contra viento y marea todas las adversidades. A partir de ahí se construyen los equipos, no al revés. Si no te marcan, estás a un paso del triunfo siempre y jamás te vas con la derrota. Y conviene recordar esta obviedad porque el Málaga, que necesita unas espuertas de ocasiones y acercamientos para lograr un simple tanto, no puede apostar por los marcadores largos.

El gol de Pacheco sirvió para que la gente se olvidase momentáneamente del desasotroso partido de su equipo y frenase sus ganas de bronca. A pesar de todo, el Elche anduvo cerca de irse al descanso con un nuevo gol. A la vuelta de los vestuarios, el Málaga volcó el césped hacia la meta del inspirado Edgar Badía. No le quedaba otra elección.

Las ganas de coser el roto favorecieron al Elche, que acabó haciendo el 1-3 en una nueva jugada de Josan, que machacó a Mikel Villanueva. El resto de defensores tampoco anduvo muy allá. Pero Pacheta quitó al extremo y su castillo se desmoronó como naipes frente a un ventilador.

En el caos comenzaron a emerger jugadores del Málaga. Keidi se hizo más grande, Juankar corrió como quien persigue el horizonte y Pacheco comenzó a contribuir. Todo con dos lobos hambrientos como Sadiku y Antoñín, que mantuvieron el tono en todo momento, incluso cuando más llovía.

El penalti a Juankar no sólo olía a 2-3, se mascaba en el ambiente que llegaría como mínimo el empate, con La Rosaleda tan encendida que acabó lanzándose a la yugular del árbitro, que sólo dio tres minutos y limitó el alcance de la épica. Sin embargo, cuando las pulsaciones se reducen y llega la calma, no hay más que otro domingo frustrante en el que el Málaga no gana y sigue en la parte chunga, que cantaría Rockberto. Pedir más a este equipo y este técnico no es un capricho, es una cuestión de supervivencia.

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