Resultado y crónica del Sporting - Málaga CF

Maneras de vivir (2-1)

  • El Málaga cae ante el Sporting de Gijón mostrando debilidades y se mete en el lío de las dos últimas jornadas

  • El tanto de Keidi Bare llegó pasados más de tres minutos del 90', el equipo no opositó nunca a la victoria

Las jugadores, en el Sporting de Gijón-Málaga CF

Las jugadores, en el Sporting de Gijón-Málaga CF / la otra foto

No te pienses que estoy triste si no me ves sonreír, es solamente malaguismo. Maneras de vivir. De ser. De estar. De sufrir. De morir. De resucitar. De suspirar. De aceptar. De perder. De vencer. Otro rollo. La romantización de la desazón intermitente pero continua al mismo tiempo. El Málaga lo hace todo por las malas. Hasta cuando le va bien. Si tiene que salvarse, será con tal épica que tendrá tintes de ascenso. Si no, se hundirá con una puntuación histórica. Lo sigue teniendo a mano, pero el partido de Gijón es una regresión dolorosa. Ha cruzado el calendario y le quedan dos hojas solamente. Habrá verano o infierno.

Avisó Miroslav Djukic de que sería una partida de ajedrez. Y el serbio, con blancas, atacó la Siciliana de Pellicer con sabiduría, como nadie lo había sabido hacer desde que plantó la línea de cinco. No tardó ni cuatro minutos en desnudar a los blanquiazules, de estruendoso fucsia para la ocasión. Unai Medina, el lateral derecho, se coló entre Diego González y Juankar sin ni siquiera bordear el fuera de juego. Rompió el defensa, cambiado por lesión media hora después, la racha de imbatibilidad de Munir. Al marroquí le metieron otro no exactamente igual pero familiar cercano. Nacho Méndez conectó con Álvaro, que también encontró oro al otro lado del eje, donde Lombán y Juande. Entre medias, alguna buena ocasión mal aprovechada.

El Málaga se fue torciendo sobre la marcha. Incluso llegó a probar tímidamente a Mariño en el primer minuto de juego. Pellicer movió algunas piezas. Repescó a Diego González en defensa por Ismael Casas, al que además cerraba las puertas del once el resto de elecciones. El entrenador tiró de Luis Muñoz pero no sacrificó al abnegado Benkhemassa sino a Adrián. También Tete dejó su flanco a Hicham. Quería detonar al Sporting igual que al Dépor, con una presión alta y Juanpi con el tiralíneas. Pero la química era distinta y el Málaga se fue sintiendo pequeño.

No le quedó más remedio a Pellicer que mover el árbol a conciencia. Pasó a un 4-4-2 y dio entrada a Adrián y Tete por Benkhemassa y Juankar. En un primer momento pareció que el Málaga salía más enchufado, pero el Sporting –el otro gran cerrojo de LaLiga– se escondió en la trinchera para evitar sustos. Así que el técnico terminó de quemar naves con Buenacasa.

El Málaga, según estadísticas, tenía más el balón. Pero era una de esas estadísticas mentirosas, porque los blanquiazules encontraron pocas fisuras y métodos para provocar algún desajuste en el Sporting, que además supo leer las contras y llegó a hacer el tercero, anulado por el VAR esta vez pero la jugada tenía el ADN de los anteriores.

Justo después, en el 93’, Keidi Bare aprovechó un balón perdido en el área para acortar distancias en un intento desesperado de subirse al tren de la calma. Era tarde, pero aún no lo es para cumplir el objetivo por propio derecho. Pero de otra manera...

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