El Málaga perdió en Albacete un partido más pero de una manera en la que queda señalado un nombre por encima de todos: Luis Muñoz. El capitán tuvo mucha culpa de la derrota del equipo de Pellicer y el partido se desequilibró a raíz de su expulsión, a todas luces evitable.

Corría el minuto 38 de partido. El equipo estaba de pico alto después de haber remontado el gol inicial de Higinio con los balones parados de Lago y Fran Sol. En una presión alta en la parte delantera, Luis Muñoz le hizo una falta a Manu Fuster, le obstaculizó y el crack del Albacete le empujó para que le dejara sacar. El malagueño le devolvió el empujón. Y Trujillo Suárez sólo amonestó a Muñoz. Eso enfureció al malagueño, que siguió y siguió con la protesta por la distinta vara de medir.

El árbitro canario, de bien ganada fama de tener gatillo fácil, no contemporizó y le echó del partido. Es fácil pitar al Málaga esta temporada, ya se ha visto con varios arbitrajes, pero el error de Luis Muñoz al persistir en la protesta y no medir bien a quién tenía enfrente o desconocer su modus operandi fue imperdonable. El equipo tenía un 1-2 en las cercanías del descanso, había conseguido superar unos primeros 15 minutos en los que estuvo a merced del rival y ahora tenía el control del partido.

Pero el de Nueva Málaga, que está completando una temporada deficiente, se cargó el partido dándole motivos a Trujillo Suárez para echarle. Y ya el partido fue otro. El Málaga estuvo a merced del rival y para un equipo frágil de mente fue una puntilla. En los primeros 15 minutos de la segunda mitad ya estaba por detrás en el marcador.

Es una fotografía cruel, pero es la realidad. No se puede achacar a la mala suerte o a un árbitro severo, que lo es. Fue una actitud imperdonable para un malagueño que es capitán y que sabe lo que se está jugando el club, con medio millar de malaguistas en las gradas del Belmonte. Lo dejó tirado, con un hombre menos a una hora del final.