Mundial 2030 en Málaga: Bandazos y problemas de credibilidad

Después del clamor popular, el alcalde dice que se negocia con el Ministerio de Transportes elevar a 25.000 personas la capacidad del Ciudad de Málaga

"Negociamos con el Ministerio de Transportes"

Perspectiva aérea de La Rosaleda. / Jorge Zapata / Efe

La credibilidad de Málaga para ser sede del Mundial de fútbol 2030 no atraviesa su mejor momento. El tiempo avanza y no se ven pasos tangibles, no sólo con la obra principal, sino con las colaterales. Se entiende que es un proceso vivo con leyes y normas que cumplir, pero si el viernes se conocía tras la Junta de Gobierno del Ayuntamiento que la capacidad del estadio alternativa para que el Málaga juegue durante al menos dos temporadas, el Ciudad de Málaga, tendría 12.500 espectadores, con poco margen de maniobra. El lunes por la mañana el alcalde De la Torrehablaba con un discurso completamente distinto sin apenas margen, con un fin de semana de por medio, después de gestiones variadas.

El Málaga conoció poco antes de la comparecencia pública esa reducción. Era uno de los escenarios que se había planteado en las reuniones multilaterales, aunque como poco probable. Por medio hubo una reacción bastante potente de rechazo a través de redes sociales del malaguismo, un comunicado del club todo lo contundente que puede ser en sus circunstancias y refutación de datos, como que en 2022 la instalación albergó un concierto de Manuel Carrasco con 27.000 personas. El foco en los últimos días se desplaza hasta el Gobierno central y hacia allí apuntaba De la Torre. “Confío en que se solucione el problema. Todo surge para cumplir los plazos de tiempos en los planteamientos que recibíamos de Carreteras en relación al tráfico. Nos complicaba mucho poder llegar a tiempo. Con esa nueva cifra nos asegurábamos llegar a tiempo”, decía el alcalde, que explicaba el enésimo cambio de rumbo y afirmaba que “estamos negociando con el sector de Transporte para que con el Ministerio podamos pactar soluciones. Hemos entendido que se podrían hacer desde el propio Ministerio, mejorando la rotonda de llegada desde la autovía al Martín Carpena, con varias soluciones posibles y reforzaremos el transporte público para que podamos intentar que haya un aforo de 25.000 personas. En eso estamos y lo despejaremos en los próximos días”. La solución que se desliza es o bien la ampliación de la rotonda existente o construir una nueva en las inmediaciones para destensionar el tráfico. Carreteras pide un informe desde el Ayuntamiento en el que se garantice la viabilidad del tráfico. Se trabaja para que esté listo en horas.

Existe un trabajo detrás de tiempo, pero la sensación que cunde entre los actores pasivos es la de improvisación y que el tiempo avanza sin que haya un cronograma de obras, sin un proyecto definitivo de cómo sería la obra de La Rosaleda (se fantaseó con una techo retráctil para hacerlo un Arena y algo más ambicioso...), sin un plan de viabilidad. Hay un proceso burocrático importante todavía por pasar hasta que las piquetas entren en La Rosaleda. Y la sensación de rechazo a la celebración del Mundial va creciendo entre la población, más allá de la tremenda inversión, también entre el malaguismo aun con la promesa de un estadio de última generación. Ese falso dilema de o es con el Mundial o no hay estadio nuevo va calando, quizá interesadamente desde una perspectiva política. En los próximos días, el alcalde aseguraba más novedades.

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