Después de la Uefa

Europa enterró el mejor ciclo

  • Pasados unos meses de la eliminación europea, la mayoría de los miembros de la mejor generación moderna tuvo que abandonar el club por el golpe de timón de la directiva

Darío Silva y su pierna ortopédica van a participar en Bailando por un sueño, programa que arrasa en Sudamérica. Es obra de Marcelo Tinelli, una suerte de Buenafuente a la argentina, el protagonista de las bromas que llenaban el portátil del charrúa y que se llevaba a cada concentración con el Málaga. Dicen de Edgar que asusta ver el pesaje que ha adquirido y que el ilocalizable Musampa de pronto aparece por la noche y saluda a sus ex como si un rato antes hubieran estado tomando café. Iznata y Josemi han montado un parque infantil para el futuro. Canabal continúa durmiendo en el suelo para paliar los problemas lumbares que le retiraron. Si la memoria es frágil para el aficionado, el tiempo es corto para el futbolista.

Boavista cerró el año más bonito. Entonces nadie imaginaba el tamaño de la cicatriz, porque también se llevó por delante el mejor ciclo moderno. Se recitaba de memoria el once de Peiró, abuelo de una pandilla horneada en Segunda B y madura en la élite. La guadaña de Antonio Mendoza acabó con los supervivientes del albero: Roteta, Sandro, Bravo y Rafa; con el mayor ejército que ha tenido una delantera blanquiazul, la Doble D, y el mejor cerrojo antes de Caballero, Contreras. Hasta al entrenador y su inefable cuerpo técnico se les paró el reloj. Es la gran diferencia con la actual generación, que acaba de escribir su primer capítulo. Estos tirarán su listón; el legado humano será un título difícil de revalidar.

Pueden compararlo Arnau, Rafa y Valcarce, los que sobreviven en el club. La curiosidad gira hacia los que no están. De los que se mantienen en activo, sorprende que Gerardo viva el sueño de jugar en Tercera con el Logroñés, donde nunca pudo jugar pese a criarse allí. Koke reescribe su Guiness futbolístico en Azerbaiyán; ya son seis las ligas en las que ha marcado. Se resisten a alejarse del todo Contreras, Iznata y Musampa. Respectivamente, hacen bolos con los veteranos de Madrid, Málaga y Ajax. El holandés y el meta se enfrentaron hace poco. “Estás igual que siempre”, se dijeron. Lo están. No pueden decir lo mismo Edgar y Sandro, aunque el canario está algo más cuidado. Ahora da juego en la empresa familiar de guaguas. El angoleño se intenta rehacer de su mala suerte cursando estudios similares a los de Mourinho. Caso contrario al de Litos, que aún vive de las rentas. Compra pisos para restaurarlos, vende y alquila locales y terrenos y se dice que su fortuna todavía está casi intacta. Tres entrenadores y un par de comentaristas deportivos y de representantes componen el mural actualizado de aquel equipo de ensueño. 

Luiz Claudio probó su propio veneno

Aunque las paradas de Ricardo en la tanda de penaltis dejaron fuera de la UEFA al Málaga, los blanquiazules consideran más dañino el gol del delantero Luiz Claudio, el que forzó la prórroga a pocos minutos del final. No fue uno de los destacados del campeonato; incluido aquel solo anotó dos tantos, tres si se añade el que convirtió después desde los once metros. Pero acabó con todo ese imperio de ilusión llamado Málaga. La heroicidad solo le duró dos semanas, las que necesitó el Celtic para eliminar al Boavista en las semifinales. Mientras se deshacía el proyecto blanquiazul hasta rozar el descenso concursal a Segunda B, aquella UEFA tampoco relanzó precisamente al brasileño. Al año siguiente consiguió un tanto en Liga. El cuadro ajedrezado le dio boleto por ello. Y comenzó su declive. Se marchó al Botafogo, donde su bota encasquillada únicamente le valió un año, tiempo que no superó en ninguno de sus futuros conjuntos, todos de la Serie B brasileña, la segunda liga: Sao Caetano, Duque de Caxias, Vila Nova, Macaé y Noroeste, en los que apenas marcó. Desesperado, probó en el Al-Ansar de la liga libanesa, donde al menos ganó algo de dinero. Ahora juega en el modesto Angra dos Reis, que apenas tiene 13 años de vida y hace unos días se quedó a las puertas de luchar por el ascenso a la Serie A. Llegó para ayudar a ello, pero su capacidad goleadora no le dio para más de cuatro goles en el curso.

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