Cultura

Por el ADN de Rockberto

  • La Mari de Chambao confirmó la gran literatura de la banda con una bonita versión de 'Algo así como un tango' y Luz Casal bordó la noche con 'La parte chunga'

La música sonaba igual de bien que siempre. Las canciones, por supuesto, también animaban al público a no dejar de saltar, gritar, volar. Las letras no dejaban de referenciar a su ciudad natal: las Tortas Ramos, el monte coronado, la cabra de Álora, el pescaíto frito, la Casa del Guardia, el Café de Chinitas… El carácter malaguita inundaba el concierto y todo lo que le rodeaba.

Muchas voces sonaban prácticamente iguales, rotas, a garganta desgastada por los años, el tabaco. Todo era igual pero diferente: Se sabía cómo iba a acabar la noche, no había estrofas inventadas, apenas había hueco a la improvisación, al tengo la garganta mala, al se me ha olvidado la letra. Porque Rockberto, que falleció a los 60 años el pasado mes de junio, era eso. Eran conciertos que acababan en otra cosa. Fiestas con sabor de Málaga. Y muchísimo más.

El concierto homenaje a Rockberto de la noche del pasado sábado en la Sala París 15 fue un experimento que funcionó de maravilla. Que llenó la sala con 3.000 personas que se rindieron a una banda a la que faltaba su esencia más vital, pero que aun así sabe conservar su carácter, su historia, su malagueñismo. Y a la que una buena ristra de músicos se unió olvidándose cada uno de sus señas de identidad y poniéndose la piel de Rockberto por unos instantes.

Fueron los primeros nombres como los de El Bola (Tantatrampa), Pepe (Jarrillo Lata), Salva Marina (Los Perrillos) o Ana (La Buena Sombra), pero fue el líder de Eskorzo, Tony, el que comenzó realmente a calentar el ambiente, el que quiso dejar claro que aquello era un concierto de Tabletom: "¡Rockberto Vive!", gritaba una y otra vez mientras Carlos Merino y Ángel Idígoras pintaban sobre el escenario dos retratos del cantante nacido en el barrio de La Trinidad.

A dos canciones por barba, el malagueñismo no hizo más que crecer con el blus de Pablo López (El niño raro) y, sobre todo, con la aparición de Javier Ojeda que recordaba que "todos malagueño lleva a Rockberto en su ADN" tras cantar El reggae del amor.El Sicario (Hablando en Plata) aumentó las revoluciones y, tras un breve descanso ("para fumar: la banda tiene que descansar") fue Kiko Veneno el que con dos canciones magistrales subrayó el buen hacer de Rockberto en su larga vida musical y su genialidad haciéndole un guiño: "Siento deciros que se me ha olvidado la letra", decía entre risas.

Poco después, La Mari de Chambao confirmó la gran literatura de Tabletom con una bonita versión más personal de Algo así como un tango y el mítico Me estoy quitando para que, finalmente, Luz Casal lo bordara con La parte chunga.

Todos acabaron juntos en el escenario celebrando a Málaga, esa Málaga bonita a la que Rockberto tanto cantó y amó. "Málaga es Rockberto y Rockberto es Málaga", decía un Javier Ojeda extasiado cuando todo iba acabando.

Probablemente quien no fuese malagueño no entendió gran parte del homenaje del pasado sábado, pero sí que le quedó muy claro el significado de un músico como este para la ciudad. A los muchos ejemplos que hubo durante la noche, cabe destacar uno: A eso de la medianoche, alguien anunciaba que el Málaga había ganado 3 a 2 al Getafe en la Rosaleda. "¿Y sabéis cómo", preguntaba. "Con un hat-trick de Rockberto", gritaba para locura general. Quizás su espíritu dejó de estar unos minutos en la París 15 con sus amigos para ayudar a Baptista en su chilena. Noche redonda para Málaga.

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