Abríguense los solteros: Manos de Topo y el 'Desire Path'
Los británicos llaman Desire Path a la bifurcación en el camino creada por la erosión del paso de animales y personas sobre la hierba. Estos caminos suelen representar el camino más corto o de más fácil acceso entre un origen y un destino, algo que Manos de Topo conocen bastante bien. Ya sea para cantar o para afilarla, los catalanes llevan este don de lenguas -sin entrar en pormenores- por bandera en el título de su último disco; y tras varios años sin aparecer por Málaga, Manos de Topo encontró un atajo que les llevó de vuelta a la sala Velvet el pasado viernes.
No empezaron con buen pie. No se anticipen, no estamos de concierto todavía. Horas antes, mientras la banda sacaba sus bártulos de la furgoneta frente a la sala, fueron multados por la Policía Local al estacionar en la trasnochada calle Comedias -que ya es ironía-. Incidente que no apaciguaría ni por un segundo el desenfadado estilo de su vocalista Miguel Ángel Blanca, que comenzó el espectáculo con Tragedia en el servicio de señoras y Los fantasmas de tus agujeros, canción que además descubre su último trabajo.
Caminitos del deseo, además de ser el leit motiv de la velada, sigue la senda de una banda que precisamente no se vanagloria por tener canciones románticas. Y sin embargo, una incomprensible sala henchida por parejas sucumbía ante el histriónico recital de Miguel Ángel con carantoñas, besos, caricias y todo lo que la penumbra de la Velvet pudo dar de sí. Temas como Ingeniería nupcial, Aeropuertos de segunda o Libros de autoayuda se repartieron entre solteros, amantes y una primera fila que gritaba de un modo tanto o más histriónico que el papa topo del escenario. Aún así, el espectáculo de Manos de Topo estuvo marcado por picos que ni el Pirineo catalán -no podía ser otro- y que alcanzaron con el desengaño de Tus siete diferencias, el melodrama de Es feo y el despecho de Pollo frito.
Con acierto, la formación barcelonesa optó por frivolizar la velada con una invitación a formar parte de su característico Baile de San Vito, concluyendo con Lógico que salga mal. Tras una hora y media de líos de faldas, Manos de Topo se despedía tras emular su particular disertación rupturista, de las que no necesitan ser cantadas con afinación. El propio Miguel Ángel no entendía tantas parejas en la sala y así lo hizo saber entre tema y tema en lo que discurría la gélida noche del viernes, pues una vez má, el discurso de Manos de Topo se balanceó entre el pesimismo y el hastío sentimental. Ante tal declaración de intenciones, solo queda obedecer a un consejo que va más allá de aquello que recomiendan los médicos en invierno: abríguense bien los solteros.
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