'Alien' por vampiro
Ciencia-ficción, EEUU, 2013, 125 min. Dirección y guión: Andrew Niccol. Fotografía: Roberto Schaefer. Música: Antonio Pinto. Intérpretes: Saoirse Ronan, Jake Abel, Diane Kruger, William Hurt, Frances Fisher, Max Irons, Chandler Canterbury. Cines: Málaga Nostrum, Vialia, Rosaleda, Plaza Mayor, La Verónica, Al Andalus, Alfil 3D, Miramar, La Cañada, Gran Marbella, Plaza del Mar, Rincón de la Victoria, Ronda y El Ingenio.
Me advertía un alumno que "no me dieran alien por vampiro" a la hora de enfrentarme a The Host (La huésped), nuevo blockbuster salido de la factoría de puerilidad y pacatería de Stephenie Meyer, la creadora de la saga Crepúsculo, el fenómeno literario juvenil más exitoso e influyente de nuestros días. En efecto, la Meyer ha cambiado aquí a los pálidos vampiros por alienígenas de punta en blanco, en un futuro distópico en el que la vida en la Tierra discurre pacífica y armoniosamente como consecuencia de una silenciosa invasión que ha convertido al hombre en un dócil borrego de una secta que viaja en coches plateados y tiene las pupilas de color mercurio. Aunque no a todos, aún quedan células de resistencia que funcionan como comunidades agrarias dispuestas a refundar los pilares de la Humanidad bajo una nueva filosofía del regreso a la tierra y trabajo colectivo.
Alguien diría que Andrew Niccol, especialista en paisajes y tramas de ciencia-ficción (Gattaca, Simone, In time), es un director idóneo para la empresa, por más que su literatura como guionista (El show de Truman) supere con creces la capacidad parabólica de la advenediza y simplista Meyer. Sin embargo, el director de El señor de la guerra parece conformarse con sus tristes materiales ajenos, con su romanticismo para forrar carpetas al servicio de un diseño de producción más bien discreto que se mueve entre paisajes urbanos destilados y el desierto de Arizona.
Tan sólo la elección de Saoirse Ronan (Expiación, Hanna, The lovely bones) se nos antoja como un pequeño gran acierto en esta dilatada y por momentos ridícula (¡ese juego de voces interiores!) lucha por la supervivencia de la especie que, a pesar de su trasfondo metafísico y su deriva no demasiado alentadora, no parece estar destinada a contentar a espectadores de más de 15 años o, en su defecto, a aquéllos que hayan leído algo más que las novelas de Meyer. To be continued...
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