Podría pensarse que los conciertos al aire libre, como las bicicletas, son para el verano. Pero con los otoños y primaveras cada vez más secos, con el calor entrando antes y abandonándonos después, está claro que octubre puede ser un grandísimo mes para organizar un evento como el Benalfest. Con el tiempo a favor, con unas preciosas vistas al mar desde la atalaya del recinto ferial Los Nadales de Benalmádena, en un espacio no demasiado grande pero lo suficiente como para acoger a los numerosos fieles de las bandas españolas que componían el cartel, la noche prometía música de la buena. Y así se hizo.

La cola para canjear las entradas por la pulsera de rigor corría rápido cuando estaban sonando en el escenario los últimos sones de Çantamarta, el trío formado en Málaga que fueron los encargados de inaugurar los directos en la tarde del sábado, la segunda y última de esta quinta edición de Benalfest. Dentro, la gente iba tomando posiciones, los amigos recién llegados saludaban a los que ya estaban frente al escenario y en las barras, el personal comenzaba a llenar los vasos de plástico reutilizables que, por no pagar un euro más en la siguiente consumición, se librarían de ser tirados en cualquier rincón. 

Çantamarta, la primera actuación de la tarde en el Benalfest.

La dj Polenta pinchaba desde la tarima del sonido y el público ya bailaba mientras esperaba a Depedro. A la hora prevista, Jairo Zavala salió al escenario junto a su banda para demostrar la calidad y solidez de un proyecto musical de más de 15 años, con cuatro discos a sus espaldas y giras por treinta países de los cinco continentes. El público se volcó desde el primer momento con Depedro, cantó las letras de sus canciones, le hizo los coros, disfrutó y bailó con ganas y sin demasiados agobios, todavía. 

Diciembre, Nubes de papel, Te sigo soñando o Llorona fueron algunos de los temas de un directo muy redondo, en el que el cantante y los músicos bajaron del escenario para compartir la Cumbia del Pescador con los asistentes, a ras de suelo.  

Depedro tocando la 'Cumbia del Pescador' entre el público.

Cuando terminó su actuación, las colas para pedir comida o ir al baño eran considerables. Siempre faltan váteres en este tipo de festivales, aunque sumaran casetas portátiles a los aseos del recinto. Pero dio tiempo a todo antes de que Arde Bogotá y esa forma tan suya que tienen de crecerse en el escenario pusieran al respetable a quemar calorías dando saltos y cantando, a grito pelado, sus estribillos.

Aullaron todos hacia el cielo las estrofas de Qué vida tan dura, Los Perros, Cariño, Escorpio y Sagitario, La Salvación, Exoplaneta, Cowboys de la A3 y un puñado de temas más en una hora larga de concierto que sirvió de catarsis. Con alegría, casi con rabia también, la música bastó para que durante un rato quedaran atrás el estrés laboral de la semana, los conflictos bélicos, los pagos del alquiler y la desquiciante subida de precios. Los cartageneros, que llevan siempre por delante su tierra natal, fueron capaces de demostrar su enorme potencia en directo. Por eso se comprende que sus seguidores, no tantos en sus primeros conciertos en Málaga, ya sean legión y que tengan dos nominaciones a los Grammy Latinos.

Arde Bogotá dejó el ambiente caldeado y Polenta lo siguió alimentando hasta que, pasados 15 minutos de la media noche, tomó el escenario La M.O.D.A., banda encargada de cerrar la jornada y de dejar bien alto el listón de esta quinta edición del Benalfest, que también contó con actividades gratuitas para familias y conciertos sorpresa. Lo dicho, octubre puede ser un magnífico tiempo de conciertos. No hay momento malo para la buena música.