Miradas que atraviesan, que devoran, ojos centinelas de la realidad, que la atrapan y la hacen arte. Brassaï, pseudónimo de Gyula Halász (1899-1984) uno de los fotógrafos europeos más reconocidos de la primera mitad del siglo XX, y Picasso tuvieron ese nexo común, su capacidad de observación, su fascinante manera de mirar y plasmar lo que tenían delante. Y el diálogo entre ambos, con París como escenario, además de otros temas centrales en la obra del húngaro centran la muestra temporal que el Museo Picasso Málaga acoge hasta el 3 de abril de 2022. 

Bajo el título El París de Brassaï. Fotos de la ciudad que amó Picasso, la pinacoteca malagueña reúne más de 200 imágenes, además de algunos de sus dibujos, esculturas y publicaciones. Algunas de ellas tan icónicas  que han colaborado a elaborar la imagen universal de la ciudad eterna. Las orillas del Sena, Notre Dame, los niños jugando en los jardines de Luxemburgo, los puestos del mercado o los cafés se mezclan con las imágenes más prohibidas e irreverentes de la noches parisina, entre el lupanar y el cabaret. 

Su trabajo se exhibe junto a 16 obras de Picasso, todas fotografiadas por Brassaï, además de piezas de otros autores como Pierre Bonnard, George Braque, Fernand Léger, Dora Maar y Henri Michaux. La exposición ha sido organizada con el patrocinio de la Fundación Unicaja y la colaboración especial de Estate Brassaï succession, París, el Institute Français, Sevilla y el Musée National Picasso-París. 

"La muestra empezó a producirse en los duros tiempos de la pandemia, cuando no podíamos viajar significaba traer una ciudad como París a Málaga", explica José Lebrero, director del Museo Picasso Málaga. Y subraya que la exposición "muestra la obra del fotógrafo que ofreció la imagen universal de ese París eterno que todos esperan encontrar, romántico, nocturno, sorprendente e, incluso, duro". 

La pieza 'Vista de Notre Dame', Picasso, 1945, se expone en la muestra.

Entre los años 20 y 40 París era el epicentro de la creación europea. Allí se daban cita escritores, pintores, poetas, cineastas y Brassaï los conoció, los fotografió y compartió con ellos su inquietud creadora. Era el círculo intelectual y creció como artista rodeados de potentes nombres propios que pasaron por su objetivo. Samuel Beckett, Simone de Beauvoir, Sartre, Miró, Giacometti, Dalí y Gala, Matisse fueron retratados por Brassaï.

"Era un niño cuando llegó a París con sus padres", cuenta Lebrero y destaca que empezó como escritor. Pero "salía con su cámara siempre y fue construyendo un rosario de imágenes" con las que se reveló como cronista visual de su época. 

Exploró las noches, tuvo a la niebla como aliada, las luminarias, la humedad del agua. Entró en prostíbulos, en los espectáculos de cabaret, en los cafés más ambientados de la fiesta parisina. También tomó imágenes de la París ocupada, de las colas en los cines, de las terrazas. "Fue uno de los grandes fotógrafos de calle cuando aún no era una disciplina artística que entrara en los museos, o lo hacía a duras penas", comenta el director de la pinacoteca malagueña. 

Serie de Brassaï dedicada a los graffitis.

La muestra, dividida en temáticas, recoge igualmente su fascinación por el graffiti, por esas "inscripciones anónimas" en los muros de la ciudad. "El ojo de París", como le bautizó Henry Miller en un ensayo, apuntó su mirada hacia los dibujos, señales y garabatos hechos en las pareces de la ciudad. Símbolos, rostros, animales, dibujos esquemáticos o huellas de mano rascadas en la piedra o dibujadas que se encontraba en sus paseos fueron inmortalizadas gracias a su objetivo y recogidas en el libro Graffiti (1961).

Una amistad de cuatro décadas con Picasso

Y uno de los apartados más significativos del recorrido es su relación de amistad con Picasso. En diciembre de 1932, el crítico de arte Tériade invitó a Brassaï a que fotografiase a Picasso, su estudio y sus esculturas para ilustrar el primer número de la revista Minotaure. Esa fue la primera vez que se vieron pero, a partir de ahí, nació una amistad de cuatro décadas, en la que imperó el respeto mutuo y su admiración. 

Al fotógrafo le fascinó la personalidad de Picasso y al pintor le conquistó su mirada sin prejuicios. Comparten el don de la observación y la curiosidad y la complicidad le duraría años. En la muestra se pueden ver imágenes de ambos juntos en los años 60, retratos que Brassaï hizo de Picasso e instantáneas del estudio o de su proceso creativo. Fue de las pocas personas a las que permitió libre acceso a sus talleres, algo que el húngaro aprovechó para armar un relato y ofrecer una nueva dimensión de las obras creadas por el malagueño. 

"Las 16 obras de Picasso que se incluyen en la muestra son una selección muy adecuada porque todas fueron fotografiadas por Brassaï, entre ellas uno de los primeros bronces de Picasso, fechado en 1902 y que conserva consigo, y la Vista de Notre-Dame de París de 1945, un paisaje metropolitano poco común", apunta Lebrero. 

Imágenes realizadas por el fotógrafo húngaro en los talleres del malagueño.

Conociendo a un artista integral

El recorrido por las salas temporales concluye con un documental de la televisión francesa de 47 minutos y realizado en 1960 sobre la vida y la obra de este artista del que el Museo Picasso Málaga también exhibe piezas de su serie Transmutaciones, dibujos, grabados y pequeñas esculturas con el cuerpo femenino como protagonista. 

"La exposición trata de describir no sólo al fotógrafo sino también al hombre que vivió y miró la vida de una manera tan peculiar", detalle José Lebrero. Philippe Ribeyrolles, sobrino de Brassaï, explica que Lebrero "vino a París a proponerme una exposición en la que ambos creadores pudieran codearse de nuevo a través de su arte, hemos trabajado mucho desde entonces". 

Para Ribeyrolles el punto en común de ambos es su mirada y la conexión surgida entre dos seres con el don de la observación y la cualidad de tener ojos curiosos e insaciables. "Brassaï escribió de Picasso que tenía una mirada fija, como de loco, hecha para el asombro perpetuo", dice Ribeyrolles. Y esos atributos compartidos hicieron que la consideración hacia el otro fraguara una amistad duradera. 

La exposición, que parte de fotografías y carteles de principios del siglo XX coleccionados por Brassaï, y sus primeras imágenes en París, invita a viajar al bar de la Luna junto a La niña de las joyas, a sentarse en el Quatre Saisons y saborear la ciudad de los años 30, a descubrir cómo la noche llena las calles de bruma y el circo, la carpa de risas y a disfrutar de la nueva actividad con las luces de la mañana, en las aceras, en el mercado o el metro. 

Uno de los óleos de Picasso que se puede ver en la exposición.

"Se trata de una exposición que merece mucho la pena ver, como todas las que hace el Museo Picasso Málaga, porque no solo presentamos en ella a un fotógrafo que mantuvo una relación especial de más de 30 años con Picasso, sin también a un creador muy polifacético que también pinta, esculpe y escribe", ha comentado la delegada de Cultura de la Junta de Andalucía, Carmen Casero en la presentación de la muestra este lunes. 

Sergio Corral, director general de la Fundación Unicaja, ha destacado "la visión de un artista singular" que ofrece la muestra, además del "relato de su relación con Picasso y la que ambos artistas tuvieron con la ciudad, con París, son dos autores excepcionales y de gran trascendencia". Igualmente, Corral subraya el seminario y la publicación que van aparejados a la muestra y que "se adentran con contenidos de calidad en la figura de Brassaï".