Historia

E Ibn Gabirol (se) creó a la mujer

  • La ofrenda floral en la escultura de la calle Alcazabilla y la primera de las tres mesas redondas programadas en el Picasso abrieron este miércoles las jornadas por el milenario del poeta y filósofo

Ofrenda floral y lectura poética, con Salva Reina y Natalia Verbeke, junto a la escultura de Ibn Gabirol.

Ofrenda floral y lectura poética, con Salva Reina y Natalia Verbeke, junto a la escultura de Ibn Gabirol. / Marilú Báez (Málaga)

Hace bien Málaga (y hará) en reivindicar a Ibn Gabirol entre sus hijos más ilustres. Sin embargo, en honor la verdad, y como suele suceder con los malagueños universales, la ciudad se reserva una parte cuanto menos discreta en la biografía del poeta y filósofo andalusí: nacido ciertamente en Málaga en 1021 o en 1022, hijo de una familia judía que había huido de Córdoba una década antes por el saqueo que protagonizaron los bereberes en la capital del Califato, se marchó a Zaragoza también con su familia ya en torno al año 1026, cuando las luchas por el poder de la recién constituida taifa malagueña sumió a la urbe en una crisis aguda. La ciudad del Ebro presumía de un esplendor cultural sin mucho parangón, en el que Ibn Gabirol, que sin embargo mantuvo siempre para sí el pseudónimo al-Malaquí (el malagueño), creció, estudió y escribió. No obstante, cerca ya de su muerte, entre los años 1050 y 1052 (otras fuentes retrasan el fallecimiento hasta 1070, aunque de forma improbable), un Ibn Gabirol todavía en su juventud se vio obligado a despedirse con amargura de Zaragoza y partir a Valencia. La misma comunidad judía de la ciudad decidió expulsarlo por motivos nunca aclarados: la idea más extendida es que la querencia neoplatónica de la que el autor hacía gala en su filosofía (que escribía en árabe mientras reservaba el hebreo a la poesía religiosa, igual que sus judíos contemporáneos) creaba ciertos conflictos dogmáticos y llegó a ser considerada una mala influencia para los discípulos del pensador, cuando no una perversión extranjera. Otras fuentes, sin embargo, van más allá y apuntan que Ibn Gabirol pudo haber incurrido en el estudio de libros esotéricos y prohibidos. Dentro ya del puro ámbito de la leyenda, el malagueño figura como uno de los posibles creadores del Golem, el mítico ser realizado de manera artificial a partir de arcilla y que diversos relatos como la novela de Gustav Meyrink atribuyen al rabino Loew, que vivió en Praga en el siglo XVI. La diferencia es que, si habitualmente el Golem presenta una apariencia varonil, la criatura que decidió hacerse Ibn Gabirol, seguramente para hacerse compañía en sus días más aciagos mientras la enfermedad que le corroía las piernas crecía imparable, era una mujer. Una auténtica Golem.

Primera mesa redonda celebrada este miércoles en el Museo Picasso Málaga. Primera mesa redonda celebrada este miércoles en el Museo Picasso Málaga.

Primera mesa redonda celebrada este miércoles en el Museo Picasso Málaga. / P. B. (Málaga)

En las jornadas que acoge desde este miércoles y el jueves el Museo Picasso Málaga por el milenario de Ibn Gabirol se estudia, se analiza y se somete a discusión todo lo relativo a quien Gonzalo Maeso consideró “el mayor poeta y filósofo de su tiempo”. Y eso incluye aspectos que trascienden lo histórico para abrazar lo legendario. Fue la catedrática de Hebreo de la Universidad Complutense de Madrid Amparo Alba Cecilia quien contó este miércoles la fantástica historia del Golem femenino adjudicado al malagueño en la primera de las tres mesas redondas programadas en las jornadas, dedicada al contexto histórico en el que vivió el artífice de La fuente de la vida, verdadera cima del pensamiento medieval, referencia clave de la filosofía neoplatónica y autor de una poesía revolucionaria en la que, contra las corrientes predominantes de su época, no dudó en introducir expresiones de abierta intimidad (buena parte de esa poesía forma parte hoy día de la liturgia relativa a distintas festividades judías de origen sefardí y celebradas en todo el mundo). Alba Cecilia compartió mesa con el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Málaga Ángel Galán, la escritora y profesora de Literatura en la Université Polytechnique Hauts-de-France Line Amselem y el profesor titular de Historia de la Universidad de Granada Miguel Ángel Espinosa, quien ejerció de moderador. Pero para cuando comenzó la primera mesa redonda, la jornada ya había dado bastante de sí: por la mañana, la escultura que evoca la figura de Ibn Gabirol en la antigua judería malagueña fue objeto de una ofrenda floral por parte de las autoridades de la mano de una lectura poética a cargo de los actores Salva Reina y Natalia Verbeke. Después, ya en el Museo Picasso y antes de la primera mesa redonda, tuvo lugar la inauguración institucional con la presencia y participación de Isaac Benzaquén, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España (institución organizadora de las jornadas a través de la Asociación Ibn Gabirol, dirigida por Salomón Castiel); el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; el presidente de la Diputación provincial, Francisco Salado; el director general de la Fundación Unicaja, Sergio Corral; la directora de la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, Concha de Santa Ana; y la gerente de la Universidad de Málaga, María Jesús Morales. Benzaquén procedió a leer un texto enviado por la embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon, a modo de saludo, mientras que la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, hizo acto de presencia a través de un vídeo.

Las jornadas continúan este jueves con dos mesas sobre la obra filosófica y poética del autor

La primera mesa redonda ofreció ya argumentos de altura en la exposición de los tres ponentes. Ángel Galán recordó que el siglo XI constituye un punto de inflexión en la Edad Media “en la medida en que conocemos mucho más de lo que pasó a partir de entonces que de lo que había sucedido antes”, lo que tiene que ver con el mayor reconocimiento de las comunidades vinculadas a las religiones del libro: “Puede decirse que al-Andalus no se convierte en un territorio verdaderamente musulmán hasta el siglo XI. Pero es que tampoco hasta entonces los cristianos que vivían en el mismo territorio pueden considerarse del todo como tales”. Esta particularidad cristaliza especialmente en Málaga, una ciudad con una población de entre 10.000 y 15.000 habitantes y con un puerto consolidado. Ibn Gabirol vivió en una época difícil marcada por la descomposición del estado califal, un tiempo asociado habitualmente a la intolerancia, aunque Galán llamó en su intervención a la prudencia: “En la Edad Media, las identidades se superponen constantemente. Hay una exclusión mutua entre las religiones respecto a la salvación, pero después, en el día a día, la situación es muy distinta. No cabe de hablar de actitudes propiamente intolerantes hasta el siglo XV, aunque los musulmanes concedieran a judíos y cristianos el derecho a ser inferiores”. La profesora Line Anselem disertó sobre las traducciones de Ibn Gabirol al francés. Este jueves, la segunda y última jornada abordará la poesía y el pensamiento del malagueño Ibn Gabirol, cuya huella respira así mil años después. Con Golem o sin él.

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