Cultura

Manuel Hernández Silva no seguirá al frente de la Filarmónica a partir de 2020

  • El director titular de la orquesta confirma que no renovará su contrato, que se mantendrá aún vigente por otras dos temporadas

Era en parte una cuestión esperada y al final el propio protagonista ha querido disipar las dudas: el director titular de la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM), Manuel Hernández Silva, dejará su puesto al frente de la formación una vez finalizada la temporada 2019-2020, con lo que no renovará el contrato que hasta entonces le mantendrá vinculado a la orquesta. Así lo comunicó recientemente al gerente de la OFM, Juan Carlos Ramírez, y así lo confirmó a Málaga Hoy. "En junio de 2020 culminará mi actual contrato y después de seis años de titularidad será recomendable pasar el testigo a otro para evitar el cansancio que pueda perjudicar las magníficas relaciones artísticas y de afecto que siento por la OFM. La orquesta ha sido un instrumento con el que he trabajado muy a gusto y muy comprometido. Málaga es una ciudad magnífica donde apetece estar y donde he sido muy feliz", expresó el director en un breve comunicado enviado a este periódico. En el adelanto de sus despedida, eso sí, Hernández Silva, que participa estos días en el Festival de Ceský Krumlov (República Checa) junto al pianista Javier Perianes, dejó claras sus intenciones respecto a los dos cursos en los que seguirá en la tarima junto a la OFM, con la lucha por el Auditorio como principal motivación: "Espero sinceramente que durante estas dos temporadas que restan hasta mi partida el anuncio del Auditorio de Málaga sea una realidad, que la ciudad pueda disfrutar de un espacio esencial para su crecimiento cultural y que la orquesta pueda desarrollar definitivamente todo su enorme potencial. Hasta entonces, seguiré con la motivación y el compromiso intactos para ofrecer a nuestro público la mejor música posible".

Manuel Hernández Silva, nacido en Caracas en 1962, con nacionalidad española y formado en Viena, llegó a la OFM en 2014 tras imponerse en una terna de candidatos barajada por el Consorcio de la orquesta a otros competidores como el australiano Nicholas Milton, el italiano Marco Guidarini y el español Rubén Gimeno. Lo hizo en sustitución de Edmon Colomer, en una situación delicada a cuenta de los ajustes financieros y con el reto de aumentar el número de abonados, hacer más visible el trabajo de la Filarmónica de cara a la ciudad y asentar la paz social en el mismo seno de la orquesta. Su principal aval era su trabajo al frente de la Orquesta de Córdoba, que bajo su dirección triplicó su cifra de abonados desde los 400 hasta los 1.200 entre 2005 y 2012, así como su paso por otras agrupaciones como la Orquesta Simón Bolívar de Caracas y la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, por no hablar de sus éxitos como director invitado en orquestas y festivales de Europa y América Latina. En estos cuatro años Hernández Silva y la OFM han ganado abonados para la causa, de manera paulatina pero firme hasta los cerca de 900 que sellaron su compromiso la temporada pasada, con programaciones que han contado a Mahler, Shostakovich, Bruckner y Brahms entre sus más afortunados fetiches; pero es en lo referente a la visibilidad donde, fuera de lo meramente artístico, ha cosechado Hernández Silva frutos más contundentes: a falta de Auditorio, el director logró formalizar la relación entre el Teatro Cervantes y la OFM (una cuenta que seguía pendiente después de veinticinco años) hasta convertir a la segunda en orquesta residente del primero, con lo que se garantizaba conciertos extraordinarios como el de Año Nuevo, tradicionalmente cedido a otras orquestas de relieve cuanto menos discutible. También ha sido esencial la labor del director en la consolidación del ciclo La Filarmónica frente al Mar en La Térmica, fuera de la temporada de abono, en una jugada que ha terminado resultando maestra para la llegada de públicos más jóvenes.

Con respecto al Auditorio, señala Hernández Silva que "las condiciones acústicas en las que trabaja la OFM no son las mejores. El trabajo que hacemos no recibe la recompensa acústica que debiera, y esa situación a la larga produce cansancio y falta de motivación. El Cervantes es un magnífico teatro a la italiana, pero no es adecuado para la música. Así pues, la única posibilidad de que entre aire fresco en la OFM mientras se materializa el proyecto del auditorio y, ojo, el de una sede propia, es cambiando de director". "Yo me encuentro en mi mejor momento con la OFM y, aunque suene paradójico, precisamente por eso marcho, con la esperanza de que el que venga pueda recibir la gran noticia de una nueva sede y un Auditorio para la música", apostilla el director, cuya sustitución no será precisamente una cuestión sencilla.

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