Marina Vargas revisita los clásicos en el CAC

Marina Vargas, en el CAC.
Marina Vargas, en el CAC.

EL modelo y la artista (2015) es la fotografía que preside, de alguna manera, la exposición de Marina Vargas (Granada, 1980) en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) Málaga. Su modelo inanimado -un Torso del Belvedere (Aurum Potabile) u Oro líquido que recibe al visitante al franquear la entrada del espacio- ha pasado por la inversión de papeles: es la artista la que ejecuta (pero sin limitarse a mirar, fundiéndose con el conocido torso masculino). Todo es escultura, por lo demás, en Ni animal ni tampoco ángel; título de un conjunto donde el clasicismo es liberado de la gran belleza que sirve de guía a los estudiantes de las escuelas de arte. Vargas proporciona una especie de lava rosácea a sus Venus y Apolos, creando una sinestesia particular en la que la visión invita al tacto o sueña con el gusto de esas protuberancias que rodean, tapan, cercan o engullen las esculturas. Así pues, la sinuosidad del recorrido, breve y estimulante, está marcada por esta revisitación del mito grecorromano; la cobertura metamorfosea las figuras, merced al poliuretano expandido y la resina de poliéster con la que la artista ha trabajado estas piezas. La sonrisa gozosa de La Bacante da paso a obras rodeadas de un cerco triangular -caso de Limus Terrae (La Campesina) o Apolo Astrum-, mientras que existe un deliberado deseo de ocultamiento en Diadúmeno (Materia prima), o de lo contrario mismo en la Venus de Canova o Venus Limbus. Aunque es en la versión de Antínoo (Última materia) donde Marina Vargas violenta definitivamente el mito representado. La exposición puede verse en el centro de la calle Alemania hasta el 10 de enero próximo.

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