Cultura

Muere Agustín García Calvo, un intelectual en constante rebeldía

  • El filósofo, escritor y traductor fallece a los 86 años a causa de una insuficiencia cardiaca · Ganó tres Premios Nacionales · Su compañera le define como "combatiente contra las mentiras de la realidad"

El escritor, filósofo y traductor zamorano Agustín García Calvo, tres veces Premio Nacional (de Ensayo en 1990, de Literatura Dramática en 1999 y de Traducción al conjunto de su obra en 2006), falleció ayer en Zamora a los 86 años a causa de una insuficiencia cardiaca. Autor de textos en muy diversos géneros literarios, su trayectoria como intelectual se caracterizó por la rebeldía ante el poder establecido.

Lo contrario a lo oficial marcó la forma de actuar de García Calvo, autor de una obra que, además del ensayo, la poesía, la novela y la traducción, abarca cientos de artículos y otras curiosidades como el Himno de la Comunidad de Madrid que le encargó el primer presidente de la autonomía, Joaquín Leguina.

Muchos de sus trabajos los publicó en sus propias editoriales, Lumia y Lucina, cuya sede estaba en la gran casa en la que vivía, en el casco histórico de Zamora, en la Rúa de los Notarios.

En 1990, García Calvo recibió el primero de sus tres Premios Nacionales, el de Ensayo, por su obra Hablando de lo que habla: estudios de lenguaje.

Nueve años después le concedieron el de Literatura Dramática por La baraja del Rey Don Pedro, y en 2006 el de Traducción por el conjunto de su obra.

Nunca fue amante de los reconocimientos y explicó que aceptó estos tres por ser unos galardones "muy pequeños, que tienen la ventaja" de que el galardonado no se presenta y "los jurados son muy grandes y variados y hay más probabilidades de que en ellos haya gente honesta".

Entre sus libros de poesía figuran Sermón del ser y no ser (1972), Canciones y soliloquios (1976) y Ramo de romances y baladas (1992). Y como narrador publicó títulos como ¿Qué coños? (1990) y Entre sus faldas. Tres cuentos y veintiséis mensajes electrónicos (2000).

En 1965 fue despojado de su cátedra en la Universidad Complutense de Madrid por apoyar las protestas estudiantiles contra la dictadura de Franco y cuatro años después se fue al exilio en Francia. Regresó a España en 1976, un año después de la muerte de Franco.

En 1993 protagonizó uno de los episodios más polémicos y conocidos de su vida al tener que afrontar una sanción de Hacienda de 10,5 millones de pesetas por no haber hecho nunca la declaración de la renta de las personas físicas y por no declarar los ingresos de la subvención que empleó para restaurar el caserón que poseía en Zamora.

García Calvo difundió entonces anuncios en la prensa nacional para pedir ayuda a "aquellos que pudieran ser usuarios de las cosas que publico y tener algún agradecimiento".

Ese mismo año, García Calvo pagó su deuda con la Agencia Tributaria, después de negociar con un banco la financiación de seis millones de pesetas, mientras el resto, cuatro millones y medio, los consiguió a través de unas 200 donaciones particulares.

Una de las últimas obras en las que participó indirectamente fue el documental realizado por Basilio Martín Patino sobre el movimiento de indignados del 15M, y que utilizó el nombre de uno de sus poemas, Libre te quiero, para dar título a una cinta presentada en la sección Tiempo de Historia de la última edición de la Seminci de Valladolid.

A García Calvo nunca le gustaron los homenajes, ni propios ni ajenos, algo que demostró en 1998, cuando se manifestó contrario a los homenajes que se realizaban para conmemorar el centenario del nacimiento de Federico García Lorca, porque significan "la sumisión de lo que puede haber de vivo en las palabras".

Ahora su legado queda reflejado precisamente en eso, en la vitalidad que guarda su obra y su pensamiento, en la vitalidad de sus palabras.

García Calvo era "el último combatiente contra las mentiras de la realidad", en opinión de Isabel Escudero, compañera durante 36 años del tres veces Premio Nacional. La poetisa recordó que García Calvo estuvo hasta el último momento, "y siempre de viva voz, como el último Sócrates", hablando a los jóvenes, que le siguen por centenares, además de publicar constantemente y realizar sus labores como traductor de lenguas clásicas.

Con una obra muy completa en todos los géneros, Escudero destacó su labor de rebelde. "Hace quince días fue a la tertulia pública que se celebra los miércoles en el Ateneo de Madrid y a la que acuden un centenar de personas, en su mayoría jóvenes, para debatir cuestiones de la realidad, de la física, la matemática. Es algo muy vivo y muy único".

El zamorano era un hombre "atípico, único e inconfundible, siempre alejado de modas y al margen de la vida cultural oficial", señaló su "alumno" Fernando Savater. "Su obra es muy singular, enormemente original e inconfundible", subrayó el filósofo y escritor, que recibió clases de García Calvo en una academia de Madrid tras ser apartado en febrero de 1965 de su cátedra por el régimen franquista. Era "una personalidad única por su original fuerza y su capacidad de suscitar adversarios por su pensamiento".

Por su parte, el profesor, escritor y músico Luis Ramos aseguró que, con la muerte del poeta, "la sociedad pierde a un paradigma, un ejemplo del que aprender en todos los ámbitos de la vida y la cultura, porque tenía una lucidez que nos vendría muy bien en estos tiempos".

Ramos, quien ha puesto música a varios poemas de García Calvo, afirma que la relación que mantuvo con él fue "la de un maestro con su alumno y la de dos amigos".

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