Muere el siglo de Muñoz Rojas
Letras El adiós de un malagueño universal
El poeta antequerano, testigo esencial y figura clave de la literatura española de los últimos cien años, falleció la noche del lunes a sólo doce días de la celebración de su centenario y será enterrado hoy
Defendió José Antonio Muñoz Rojas durante toda su vida su independencia y pidió a cambio la más absoluta discreción. La noche del pasado lunes, el poeta antequerano escribió su último verso en forma de aliento con el mismo afán, lejos del ruido que evitó a cada paso. Muñoz Rojas, figura clave de la literatura española de los últimos cien años y testigo solemne de los avatares poéticos que se han sucedido desde la Generación del 27 hasta la actualidad, falleció en Antequera, abrazado al mismo paisaje que le inspiró siempre, sólo doce días antes de la celebración de su centenario, el próximo 9 de octubre, una efeméride para la que la ciudad monumental se ha venido preparando con afán y ganas de hacer Historia. El Premio Nacional de Poesía (1998) y Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2002) atravesaba desde hacía ya meses un delicado estado de salud que, según confesó recientemente el mismo poeta a su amigo el escritor Juan Benítez (coordinador de los actos del centenario), le hizo presagiar su propio fin. Tal y como explicó ayer su primogénito, Rafael Muñoz, el autor de Objetos perdidos murió "de la manera más plácida, rodeado de sus hijos" y en su hogar de la Casería del Conde, en una finca cercana a Antequera, donde residía habitualmente. Muñoz afirmó que su padre no falleció a causa de enfermedad alguna (si bien en los últimos días un resfriado había complicado su ya mermado estado de salud), sino por el "desgaste normal de una edad tan avanzada", agravado "al negarse a comer y beber unos diez días". El funeral por la muerte de Muñoz Rojas se celebrará hoy a las 12:00 en la iglesia de las Descalzas de Antequera y posteriormente el entierro tendrá lugar en el panteón familiar del cementerio del municipio.
Mientras que los actos de hoy tendrán un carácter más público y abierto, la jornada de ayer se mantuvo en la más absoluta intimidad familiar, según el deseo del propio Muñoz Rojas y sus hijos. La capilla de la Casería del Conde fue acondicionada para el descanso del poeta y durante todo el día fueron llegando familiares y allegados íntimos, además de la consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Rosa Torres; el alcalde de Antequera, Ricardo Millán, y otras autoridades cercanas al poeta. Rafael Muñoz, que atendió a los medios congregados en la misma puerta de la Casería del Conde, señaló que ya durante la mañana él y sus hermanos habían recibido numerosas condolencias desde distintos puntos de España, en su mayoría de familiares, si bien no pudo concretar si algunas de esas llamadas pertenecían a escritores o representantes del mundo de la cultura. Ya por la tarde, en la misma casa se celebró una misa íntima oficiada por un sacerdote británico amigo del propio Muñoz Rojas en la que estuvieron presentes sus cinco hijos.
Con respecto a los actos previstos para la celebración del centenario del poeta, tanto Rosa Torres como Ricardo Millán afirmaron ayer que el programa de actividades se desarrollará según lo previsto como homenaje póstumo al escritor. Tanto la Consejería de Cultura como el Ayuntamiento de Antequera, así como la Diputación provincial de Málaga y la propia familia de Muñoz Rojas en calidad de organizadores y mentores, acordaron esta decisión ya en la mañana de ayer. De esta manera, el próximo 9 de octubre, día del centenario, se inaugurará en Antequera una ambiciosa exposición dedicada al autor de Las cosas del campo además de un congreso en torno a su figura. En el mismo programa se presentará un resumen del largometraje documental dirigido por Nacho Sánchez y Jorge Peña sobre el poeta y, como colofón, el cantaor barcelonés Miguel Poveda interpretará algunos de los temas en los que adaptó versos del antequerano y que ya presentó en la edición de 2007 de la bienal Málaga en Flamenco. También en el marco del centenario, Muñoz Rojas fue nombrado por la Consejería de Cultura autor del año junto a Antonio Machado, de manera que su obra, tal y como explicó ayer Rosa Torres, "ha estado presente en todas las actividades que se han desarrollado desde el Centro Andaluz del Libro", porque, en su opinión, "la difusión de un poeta nunca es suficiente".
Además de los Premios Nacional y Reina Sofía, Muñoz Rojas fue declarado en 1992 Hijo Predilecto de Andalucía y posteriormente recibió la Medalla de Oro de Antequera y la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo. Su legado literario comprende una veintena de libros de poesía, entre ellos Cantos a Rosa (1954), Lugares del corazón (1962), Ardiente jinete (1984) y Objetos perdidos (1997), por el que mereció el Premio Nacional; una docena de obras de prosa poética, de evidente contenido biográfico en su mayoría, entre las que destacan Cuentos surrealistas (1979), Las cosas del campo ( 1951), Las musarañas (1957) y Amigos y maestros (1992); y dos obras de teatro nunca representadas, Hay que lamentar una víctima y Cuando llegue el otoño. Muñoz Rojas deja además a la posteridad abundante material inédito, que incluye varios poemarios y una novela.
La biografía de Muñoz Rojas debe figurar igualmente entre sus obras más destacadas. El antequerano es, junto a Leopoldo Panero, la figura más destacada de la Generación del 36, una de las más castigadas no sólo por la Historia, sino por la crítica y la academia, al considerarla demasiado a menudo un simple puente entre la del 27 y la del 50. Aunque la infancia en Antequera se convirtió en un material literario al que regresó durante toda su vida, el poeta estudió con los jesuitas en el barrio de El Palo de la capital malagueña y en Madrid. Tras licenciarse en Derecho hizo el servicio militar en Sevilla, ciudad en la que despertaron sus inquietudes poéticas de la mano del grupo de la revista Mediodía. Posteriormente ejerció de lector en la Universidad de Cambridge y en 1936 publicó sus primeras traducciones de poetas ingleses como T. S. Eliot, John Donne y Francis Thompson, que resultarían definitivas para la introducción de la lírica británica en España. También durante los años 30 fundó las publicaciones Nueva revista junto a Leopoldo Panero y Papel Azul, en Málaga, junto a Alfonso Canales. Tras publicar en 1928 su primer libro, Versos de retorno, trabó amistad con buena parte de la Generación del 27, primero con Manuel Altolaguirre y Emilio Prados (directores entonces de la revista Litoral) y posteriormente con Vicente Aleixandre, con el que mantuvo una jugosa correspondencia recientemente publicada. Tras la Guerra Civil vivió la década de los 40 en Málaga y en 1952 se trasladó a Madrid para trabajar en el Banco Urquijo, del que fue secretario general. Su poesía cercana, contemplativa, influida siempre por la naturaleza pero hija de su tiempo, significa una de las cumbres de la literatura española. Y aunque la mano ya no escriba, el corazón sigue siendo el mismo.
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