Museo Picasso Málaga | Genealogías del arte

Quién sale en la foto de familia

  • El Museo Picasso inaugura el jueves ‘Genealogías del arte, o la historia del arte como arte visual’, un proyecto compartido con la Fundación Juan March

Fragmento del diagrama ‘Cubismo y arte abstracto’ de Alfred H. Barr (1936).

Fragmento del diagrama ‘Cubismo y arte abstracto’ de Alfred H. Barr (1936). / Museo Picasso Málaga

Fue en un temprano 1936 cuando el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) presentó la exposición Cubismo y arte abstracto, con la preclara intención de convertirse en el escaparate más amplio, fiel y completo de estas tendencias, todavía novedosas, hasta la fecha en EEUU. Del impacto que dejó aquella muestra en la cultura estadounidense basta recordar la resonante influencia del cubismo como precedente del arte pop y el germen de lo que vino a ser el expresionismo abstracto. Pero que tal episodio ocurriera se debió, en gran medida, al esfuerzo de un solo hombre, Alfred H. Barr, Jr., que había fundado el MoMA en 1929 y ejercía de director del mismo en 1936. A la hora de desarrollar las tareas propias de comisario de la exposición, y muy especialmente al justificar su oportunidad, Barr puso el mayor empeño en demostrar que ni el cubismo ni la abstracción, incorporados desde la vieja Europa, habían nacido de la nada, sino que, por el contrario, respondían a determinadas tradiciones y escuelas bien reconocibles dentro de la historia del arte. Pero dada la certera impresión de borrón y cuenta nueva que aquellas obras debían dejar sin remedio en el público norteamericano, Barr comprendió que necesitaba algo más que una mera herramienta textual para hilar su relato. Precisaba una solución que ejerciera en el interesado el mismo impacto visual que la exposición se disponía a arrojar, un recurso capaz de transmitir toda esa información por los ojos. Así que decidió realizar un diagrama, una suerte de árbol genealógico que mostraba de un plumazo todos los vínculos que fue capaz de advertir entre las tendencias del arte moderno desde 1890 hasta 1936, con el cubismo y la abstracción consignados como los vástagos últimos, los brotes más recientes. Y aquel diagrama, ciertamente, causó el mismo impacto hasta el punto de convertirse en el icono más recordado e influyente de aquella exposición.

‘Hello Maciunas’, publicado en ‘Flash Art’ (1978). ‘Hello Maciunas’, publicado en ‘Flash Art’ (1978).

‘Hello Maciunas’, publicado en ‘Flash Art’ (1978). / Fundación Juan March

Barr no inventó nada que no hubiera existido antes: las tablas, alegorías y árboles genealógicos eran habituales en muy distintas disciplinas, lo mismo artísticas, literarias, filosóficas y científicas, desde el siglo XV. Pero su mayor acierto consistió en el uso de este instrumento para superar una paradoja que acusaba la historia del arte: y es que, por más que se ocupara de una materia esencialmente visual, su discurso seguía siendo casi exclusivamente textual, lo que entrañaba un lastre notable para el arte al quedar sometido respecto a su historiografía a un procedimiento intelectual y narrativo ajeno. De la superación de esta paradoja se ocupa la nueva exposición temporal que inaugurará el Museo Picasso Málaga el próximo jueves 27 y que podrá verse hasta el 31 de mayo, Genealogías del arte, o la historia del arte como arte visual, un proyecto compartido con la Fundación Juan March (en cuya sede madrileña pudo verse la muestra hasta el pasado 12 de enero) que reúne tanto árboles genealógicos, diagramas (entre ellos el de Alfred H. Barr, verdadero protagonista de la muestra) y otros relatos visuales de la historia del arte realizados desde el Renacimiento hasta el presente, además de obras de arte de una nómina de creadores que incluye a Pablo Picasso, Constantin Brancusi, Paul Cézanne, Robert Delaunay, Max Ernst, Alberto Giacometti, Juan Gris, Vasily Kandinsky, Fernand Léger, El Lissitzky, Kazimir Malevich, Franz Marc, Henri Matisse, Piet Mondrian, Georges Braque, Paul Klee y Henry Moore.

"El arte ha mezclado siempre el café del presente con la leche del pasado. La diferencia es que ahora sabemos que podemos hacerlo", apunta el director del Picasso, José Lebrero

Explica el director del Museo Picasso Málaga, José Lebrero (quien recuerda que la idea original de la iniciativa es de la Fundación Juan March; “nosotros nos incorporamos después”, apunta), que la cuestión de la genealogía es “fundamental en la historia del arte y en el arte mismo: siempre late la cuestión acerca de dónde proceden las obras de arte, en un sentido visto desde el pasado hasta el presente”. Así, Genealogías del arte propone un discurso “historicista” sobre “la consideración del paso del tiempo en la producción artística”. Y, desde esta premisa, la opción de una narrativa visual como alternativa al historicismo textual “encuentra un especial sentido en la visión del arte como genealogía”. Es decir, esa perspectiva del tiempo se adopta en virtud de los lazos familiares que presenta cada nueva obra de arte, “lo que no deja de ser una especulación, pero funciona bien como hilo conductor de esa historia”.

‘Frutero con peras y manzanas’ (1908), de Pablo Picasso. ‘Frutero con peras y manzanas’ (1908), de Pablo Picasso.

‘Frutero con peras y manzanas’ (1908), de Pablo Picasso. / Museo Picasso Málaga

Así, tal y como explica Lebrero, la exposición que se podrá ver en el Museo Picasso desde el jueves se articula en torno a tres secciones bien definidas (las mismas con las que se presentó la muestra en Madrid): una primera “en la que reunimos árboles genealógicos, tablas, diagramas y libros vinculados al arte, no necesariamente realizados por historiadores, en un marco que abarca desde 1681 hasta 1936 y que culmina con el diagrama de Alfred H. Barr”; una segunda en la que “revisamos el diagrama de Barr a través de la exposición directa de obras de arte que de alguna forma recrean el árbol genealógico en el que delimitó los orígenes del cubismo y el arte abstracto”, con una serie de pinturas, esculturas, instalaciones y también películas, fotografías, piezas de mobiliario y diseño de los artes antes citados “entre los que destaca Picasso, ya que en su propio compromiso estético la genealogía representaba un papel central”; y una tercera que reúne otros diagramas y narrativas visuales de la historia del arte creados entre 1936 y 2019 “tanto por historiadores como por artistas, escritores y poetas, entre otros autores”. Destacó especialmente Lebrero la importancia de los caligramas y la narrativa (o poética) esquemática entre futuristas, surrealistas y dadaístas ya en las primeras décadas del siglo XX, a menudo, precisamente, con una intención genealógica.

En cuanto a la genealogía como especulación, cabe preguntar a Lebrero en qué medida la determinación de los lazos familiares para el arte entraña un divertimento intelectual. Es decir, si al fin y al cabo se trata de jugar adivinando apellidos comunes entre dos corrientes históricas cualesquiera. Y el director del Museo Picasso responde: “Los juegos conceptuales son parte indisoluble de la misma Historia. Es más, cualquier hipótesis historicista puede considerarse como un juego conceptual que ya luego el tiempo se encarga de rebatir o de confirmar. Hay ejemplos que demuestran esto, como la consideración que pasó a tener la obra de El Greco a partir del siglo XIX. O el mismo Picasso, que en los años 50 parecía haber quedado para la crítica muy superado por Duchamp”. Eso sí, esta historia dista mucho de ser lineal: “El arte ha mezclado siempre el café del presente con la leche del pasado. La diferencia es que ahora sabemos que podemos hacerlo”, añade José Lebrero. En esta foto de familia caben, cabemos, todos.

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