Exposición

Disección del último exiliado

  • La muestra itinerante de la Obra Social La Caixa 'Picasso. El viaje del Guernica' llega a la Plaza de la Marina, donde podrá verse hasta el 8 de diciembre

Proyección de las fotografías de Dora Maar, en la exposición de la Plaza de la Marina

Proyección de las fotografías de Dora Maar, en la exposición de la Plaza de la Marina / Javier Albiñana (Málaga)

Si una obra de arte es también todo el impacto, la literatura y la polémica que genera a lo largo del tiempo, seguramente no hay más remedio que reforzar, más aún, la idea de que el Guernica de Picasso es la gran obra de arte del siglo XX. El estudio, el análisis y la disección pormenorizada de todos y cada uno de los elementos que incluye el lienzo, y que incluyó en las sucesivas versiones que barajó Picasso durante sólo 33 días antes de darlo por terminado (que no de terminarlo), se ha convertido en una constante que continúa alumbrando una amplia bibliografía y numerosas exposiciones ochenta años después de su ejecución. Además, en pocos casos la historia en torno a una obra ha sido más trascendental incluso que la propia obra con igual intensidad. Precisamente, en octubre pasado, la Obra Social La Caixa presentó, en coproducción con el Museo Reina Sofía, una de sus exposiciones itinerantes dedicada a la cuestión a modo de celebración del cumpleaños del cuadro, realizado en 1937: Picasso. El viaje del Guernica tuvo su estreno en octubre de 2017 y desde ha entonces ha visitado una decena de ciudades españolas, entre ellas la propia Guernica. Ahora, la muestra llega a la Plaza de la Marina, ubicación habitual de las exposiciones itinerantes de La Caixa, donde podrá verse hasta el 8 de diciembre a modo de invitación ilustrativa y pormenorizada a todo lo que significa el Guernica. Que no es poco, que digamos. 

Comisariada por la directora de Colecciones del Reina Sofía, Rosario Peiró; la investigadora Rocío Robles y el historiador del arte Carlos Martín en su función de asesor, la muestra se presentó este viernes de mano del alcalde, Francisco de la Torre; el director territorial en Andalucía Oriental de Caixabank, Juan Ignacio Zafra; y el propio Carlos Martín, quien desentrañó ante los medios los contenidos de la exposición. La propuesta reúne una amplia documentación, fotografías, paneles, recortes de prensa, cartas, proyecciones y otros muchos elementos que narran con precisión quirúrgica todo lo relativo al Guernica desde su materialización hasta su llegada al Museo Reino Sofía en 1992. Aunque, en realidad, el recorrido comienza antes, con el mismo bombardeo de Guernica por parte de fuerzas aéreas italianas y alemanas el 26 de abril de 1937, que "no fue el primero a tal escala durante la Guerra Civil [no, la exposición no incluye referencias a la desbandá malagueña de febrero del mismo año, aunque parece evidente que Picasso tuvo noticias del suceso] pero sí el más documentado", apuntó Martín. De hecho, la muestra incluye proyecciones de los noticieros documentales que entonces dieron abultada cuenta de la tragedia. Especial atención merece el proceso creativo que siguió un Pablo Picasso que, cuando recibió el encargo del Gobierno de la República en enero del 37 con vistas a la Exposición Universal de París que habría de celebrarse en mayo del mismo año, atravesaba una profunda crisis artística y que no encontró la inspiración necesaria hasta el bombardeo de Guernica: así, la proyección de las fotografías que tomó Dora Maar de las distintas versiones del cuadro da buena cuenta del viaje que a su vez emprendieron todas y cada una de las figuras insertadas en él (incluida la tentativa de la inserción de color, para cuya decisión al respecto Picasso instituyó un "sanedrín", en palabras de Martín, del que formaban parte Max Aub y Paul Éluard; finalmente, fue José Bergamín quien convenció al malagueño de que dejara el cuadro sin color).

La exposición continúa con la exhibición en el Pabellón de España en una Exposición Universal de París marcada a fuego por los envites propagandísticos de Alemania y la URSS. Tras la puesta de largo, la República, que había pagado a Picasso 200.000 francos por su encargo, se desentendió del cuadro y el Guernica volvió a Picasso, quien lo recuperó como gestor, nunca como propietario. Empezó entonces un largo periplo con varias exposiciones del cuadro en ciudades europeas, con el momento de inflexión que significó su definitiva transformación en símbolo político en Londres, a modo de advertencia contra la extensión del fascismo con la Segunda Guerra Mundial en puertas. La llegada del cuadro a EEUU y su instalación en 1953 el MoMA de Nueva York (donde fue objeto de una agresión por parte de un activista en 1974 como protesta contra la Guerra de Vietnam), la reclamación por parte del Gobierno de España tras la aparición de la factura de la Segunda República, la llegada al Casón del Buen Retiro en 1981 (con la impagable imagen de la mampara protectora de cristal y los Guardias Civiles armados con metralletas para su escolta, "verdadero símbolo de la Transición española" según Carlos Martín) a pesar del intento del Golpe de Estado de Tejero, el traslado al Reina Sofía en 1992 y diversas reproducciones, versiones e interpretaciones de las que el Guernica ha sido objeto en pancartas, manifestaciones, camisetas y otras obras de arte desde su regreso a España completan un paisaje concreto pero ambicioso de un episodio único en la historia del arte, en el que precisamente arte e historia hasta significar, por una vez, la misma cosa.  

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios