El Teatro Español presenta en el Cánovas 'La lección' de Ionesco

En 1951, los hornos de Europa y Francia no estaban para muchos bollos. La Segunda Guerra Mundial había dejado heridas que permanecían abiertas y las diferencias sociales, económicas y políticas se hacían cada vez más agudas y radicales entre quienes habían vivido para contarlo. Pero un dramaturgo de 32 años de origen rumano, Eugene Ionesco, que el año anterior había armado un notable revuelo con el estreno de su primera obra, La cantante calva, estaba dispuesto a hurgar en la herida demostrando lo absurdo de las convenciones que no pocos adalides se empeñaban en restaurar y mantener tras la guerra. De este modo estrenó La lección, una pieza en la que jugaba al despiste (frente al desmadre escénico de La cantante calva, ahora dejaba claro que también podía respetar, si le daba la gana, las viejas unidades aristotélicas de espacio, tiempo y lugar) para decir bien claro, con una risa fría de ésas que se clavan en la espalda, que los abusos de autoridad no constituyen un patrimonio exclusivo de quien posee las armas; que también el conocimiento, en la dirección adecuada y bien empleado, puede servir con todo su academicismo para anular la condición humana. Ionesco instauró con Samuel Beckett el teatro del absurdo (aunque hoy la crítica tiende a situar al irlandés en un plano bien distinto, más próximo al existencialismo) para mostrar lo ridículos que parecen los hombres cuando se comportan como tales. Aquella semilla prendió en todo el continente (el mismo Ionesco aplaudiría de pie algunos años después el estreno de Tres sombreros de copa de Mihura en París) y dejó en evidencia que el teatro tiene la capacidad no sólo de nombrar, sino de construir la realidad.

Ahora, el Teatro Español recupera el emblemático texto de Ionesco en un montaje dirigido por Joan Maria Gual y protagonizado por el gran actor Manel Barceló y dos actrices de indiscutible solvencia y a la vez gran tirón televisivo: Itziar Miranda y Maica Barroso. La lección se representa mañana jueves 24 y el viernes 25 en el Teatro Cánovas para comprobar en qué medida sus argumentos siguen siendo actuales. Todo lo que en este texto mueve a la risa esconde un misterio terrorífico: el ser humano es una criatura frágil y manipulable en extremo. A costa de su propia vida.