La astronauta se siente rara

La literatura y el cine han contado muchas historias de maridos que no resultaban ser quien sus mujeres creían que eran. A veces basándose en historias reales: la mujer de Martin Guerre en la Francia del siglo XVI descubriendo tras años de convivencia que quien había regresado de guerrear era un impostor (El regreso de Martin Guerre, Vigne, 1982). A veces fantaseando con la psicosis macartista: la esposa que ve cada vez más raro a su marido hasta que descubre que un marciano había tomado su cuerpo (Me casé con un monstruo del espacio exterior, Fowler, 1958). Y a veces en clave de comedia cuando -cambiando el extraño por una extraña- desde un planeta en extinción se envía a una alienígena que toma astutamente el aspecto de Kim Basinger para seducir a un científico (Mi novia es una extraterrestre, Benjamin, 1988).

En la versión del astronauta que regresa tan rarito que su mujer no puede menos que ir pensando que algo ha pasado en el espacio, tenemos La cara del terror ( Ravich, 1999, de título original The Astronaut’s Wife). En este caso se llamaría The Astronaut’s Husband and Father porque trata de una astronauta (Kate Mara) que, tras regresar accidentadamente del espacio, va sintiendo que no ha vuelto como era. Incluso que no ha vuelto sola. Y que puede poner en peligro a los suyos.

La actriz ahora guionista y realizadora debutante en el largometraje Jess Varley ha dado una vuelta más a estas historias de regresos con sorpresa en esta modesta película que se va olvidando conforme se va viendo, pese a la entrega de esa buena actriz que es Kate Mara y a secundarios de lujo como Lawrence Fishburne y el Gabriel Luna de The Last of Us.