Berna Perles, la soprano malagueña a quien la música “rescató” de la oscuridad

La artista, reconocida con los Premios Malagueños de Hoy, resalta que la lírica no es apta para aquellos con la “piel fina”

Premios Malagueños de Hoy 2024: Ejemplos de entrega y compromiso

Premios Malagueños de Hoy 2024, en fotos
Premios Malagueños de Hoy 2024, en fotos / Javier Albiñana

–¿Cree que la lírica es inmortal?

–Todo el arte es inmortal porque forma parte del ser humano, lo necesita profundamente. Uno puede intentar dormir a las personas, pero estas no se duermen nunca. El arte siempre va a ser una búsqueda y la lírica es una cosa más. Por supuesto que va a pervivir, no creo que pueda desaparecer–.

Y de aquellos pozos estos lodos. Cuatro años después de aquella reflexión en una entrevista con este periódico, cuando la pandemia, con sus restricciones, ensombreció el panorama cultural, la carrera de Berna Perles (Málaga, 1985) ha dado un salto meteórico. 

Cualquier prejuicio sobre el divismo en la lírica desaparece tras un rato de charla con la soprano malagueña, una de las intérpretes más prometedoras de la escena lírica nacional. La suya es una “profesión compleja”, no apta, advierte, para personas con la “piel fina”. “Los que nos dedicamos a cantar estamos expuestos permanentemente al juicio ajeno. Nuestro trabajo depende de que le gustemos a otras personas”, sostiene. Y de ahí su consejo de “relativizar, tener un orden de prioridades”, de modo que lo pernicioso les “afecte lo justo”. La clave, dice, es que, para el artista, “el motor sea el amor” por su trabajo y la “excelencia en el resultado”, pero sin la pretensión de agradar “a nadie”.

Perles halla en la música un refugio constante, una herramienta de aprendizaje que le enseña a conocerse a sí misma. Y tanto es así que la ha “rescatado de pozos profundos” y mostrado el “camino para poder ver la luz de nuevo”. “Si hay algo a lo que ha contribuido es a que mi salud mental sea mejor”, reconoce la soprano malagueña, que se vanagloria de que la lírica sea su “compañera de vida” desde hace ya no pocos años. A la vez, se siente seducida por un arte que siempre la “saca de la oscuridad”. 

Para triunfar en los escenarios, asevera, se precisa perseverancia, porque “el camino artístico exige fe ciega en resultados absolutamente inciertos”; pero también recursos, un obstáculo que, a veces, aniquila la oportunidad de brillar. “Me preocupa la desigualdad. La falta de recursos hace que muchos artistas nunca vayan a poder enseñar su obra”, asegura la cantante lírica, toda vez que espera un mayor esfuerzo por parte de las instituciones. Y, a renglón seguido, pone el foco en el camino vital del artista: “Todos nacemos con dones que no dependen de nosotros, pero es nuestro derecho y nuestra responsabilidad desarrollarlos como forma de dar lo mejor de nosotros mismos a la sociedad”.

No hace falta ser aficionado a la ópera para conmoverse ante el desgarro contenido y el temblor emotivo con el que Berna Perles se desenvuelve. De su canto, como de su palabra, se desprende verdad, sutileza y color. Su mayor éxito no es otro que la certeza de que el futuro de la lírica pasa ya, necesariamente, por su nombre. El de una malagueña de hoy y de siempre. Una Berna natural, cercana y risueña hace balance de los hitos que han marcado su carrera, como lo fue su primer encuentro con la ópera “La Bohème”, en Roma. “Recuerdo la frase de Mimí, un personaje aparentemente sencillo, pero con una profundidad que me conmovió. Eso cambió mi concepto de la ópera”, recalca, evidenciando cómo el arte puede transformar el alma y abrir nuevos horizontes.

También la artista encarnó a la singular femme fatale de Manon Lescaut, la pieza de Puccini que cerró la trigésimo quinta Temporada Lírica del Teatro Cervantes. El público tuvo entonces la ocasión de disfrutar de una Berna Perles inolvidable en el papel protagonista, plena en su talento artístico, arrebatadora y generosa en una interpretación de muy difícil parangón en el presente. Y pudieron además comprobar los espectadores por qué Perles figura ya, por derecho, al frente del panorama lírico nacional como cantante cada vez más reclamada en los primeros escenarios del país. En aquella ocasión, la soprano malagueña firmó una de esas raras ocasiones en que la emoción sobre las tablas del Cervantes es capaz de retar al tiempo. No era, ni mucho menos, la primera vez que el público de casa caía rendido ante su portentosa voz, pero, por si quedaba alguna duda, la artista dejó claro que su órdago se conjuga en tiempo futuro. En un horizonte que no tiene límites. 

"Me ha cambiado como artista"

Hay, también, historias cuyo fuego nunca se extingue, tal es la fuerza de sus personajes y tal la tensión de sus situaciones dramáticas. Es el caso de la ópera Norma, la obra maestra de Vincenzo Bellini. Sin saber con certeza cuán complicado resultaría para una soprano española debutar este icónico personaje, Perles fue, una vez más, aplaudida con rotundidad por su proyección y su timbre satinado. “Me ha cambiado como artista. Subirme a un escenario para interpretar a esa mujer tan poliédrica y con una partitura tan exigente me ha hecho reconocer cosas en mí que no sabía que tenía”, confiesa.

Con el frenesí de quien ha vivido la música desde adentro, hace un llamado a la educación artística. “Si las personas que toman decisiones supieran el efecto que la educación musical tiene en los niños, en todos los sentidos, cambiarían mucho las cosas”, destaca la soprano, que apuesta por que los niños vivan la música desde la infancia, no solo como un entretenimiento, sino como una herramienta para construir una sociedad más valiosa.

Perles cree firmemente en el poder de la música y las artes para transformar a los más pequeños en seres humanos más completos. Y defiende la importancia de fomentar una cultura artística en las generaciones futuras.“No hace falta que un niño sea un violinista profesional o un escultor. El impacto de la educación musical es enorme a nivel cognitivo y sensorial”, aseveraba tras recoger el galardón Malagueños del Año, otorgado por este periódico para reconocer sus logros cosechados. 

Propósito para el nuevo año: un equilibrio "casi de relojería suiza"

Un deseo para el 2025 a punto de estrenarse:mantener un equilibrio “casi de relojería suiza” entre su carrera profesional, su familia y su bienestar personal. Pide “abundancia de salud, trabajo y oportunidades”. “Lo que más anhelo es conservar mi paz, que todo esté bien equilibrado, desde la música hasta mi vida privada”, comentaba con una mirada serena. 

Berna no soñó de pequeña con ser soprano. El piano llegó antes. Empezó a tocarlo con 6 años y, cuando lo dejó tras una década de estudio, siguió conectada a la música a través del canto. “Fue mi madre quien me animó”, reconoce. Así que comenzó una formación que le ha llevado a debutar en el primer circuito de teatros españoles. Aquella niña es ahora una cantante lírica que pisa los principales escenarios nacionales e internacionales: el Liceu, la Zarzuela, el Real, Viena, Versalles, Buenos Aires, Roma… Nunca deja de hacer crecer su voz, su mejor instrumento, distinguida por un arco dramático medido y ascendente.

Su agenda de 2024, aún sin terminar

Perles cierra ahora un año trascendental en su carrera: entre octubre y noviembre protagonizó La Bohème para la Fundació Òpera Catalunya, además de otro Manon Lescaut entre febrero y marzo para la misma institución; hizo lo propio con la Carmen, de Bizet, en el Baluarte de Pamplona en febrero y lideró el reparto del Concierto de Año Nuevo del Palacio de Congresos de Palma de Mallorca en enero, además de su éxito en la temporada lírica del Cervantes. Pero su agenda de 2024, a punto de agotarse, no ha llegado todavía a su fin: este lunes 9 de diciembre protagonizará una nueva producción de La Traviata en el Teatro Principal de Burgos; y el 19 y 20 volverá al Teatro Cervantes como solista para la Misa de la Coronación de Mozart junto a la Orquesta Filarmónica de Málaga. 

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