"La interpretación social de una obra de arte forma parte de la misma"

El creador francés, que emplea para sus aplaudidos trabajos datos e imágenes de estadísticas y estudios sociológicos, expone parte de su producción reciente en Gacma hasta el 19 de noviembre

Guy Limone, ayer, en la galería Gacma, frente a uno de sus montajes.
Guy Limone, ayer, en la galería Gacma, frente a uno de sus montajes.
Pablo Bujalance / Málaga

19 de septiembre 2008 - 05:00

La geografía humana es la materia prima con la que trabaja el marsellés Guy Limone, quien transforma datos sobre el crecimiento de la población y las reconversiones urbanas en elementos estéticos. Pequeñas esculturas, recortes de fotografías y colores asociados a paisajes concretos constituyen los microscópicos ladrillos con los que Limone construye el mundo.

-Viendo la manera en que emplea materiales nada relacionados con el arte, da la sensación de que sigue usted procedimientos cercanos al juego infantil para crear sus obras. ¿Se divierte como un niño?

-Cuando era pequeño y vivía con mi gran familia (éramos muchos) en nuestro apartamento de Marsella, me gustaba recortar imágenes de revistas y los más diversos materiales e imaginar historias a partir de las representaciones que lograba reunir. Y es cierto que esta dedicación temprana ha influido de alguna manera en mi creación. La diferencia es que ahora conozco el arte, como experiencia, y no sólo me interesa lo que soy capaz de hacer sino la percepción que alguien puede tener de mi obra. Hace unos diez años trabajé durante un tiempo en el departamento pedagógico de un museo, dirigía las visitas de los escolares, y quería conocer especialmente la interpretación que los niños hacían de lo que estaban viendo, las conclusiones a las que llegaban. El arte, como la realidad, se define a partir de la interpretación que socialmente se haga de la obra, que forma parte de la misma. Seguramente, si miro un edificio cualquiera lo asimilaré de manera distinta a una creación de la Bauhaus, o de Le Corbusier. La razón de esta distinción es lo que me preocupa.

-Pero, ¿cómo establece usted la relación entre arte y sociedad?

-Tiene mucho que ver con Malevich. Él pintaba un cuadrado negro, perfecto, y lo presentaba así al público. Más allá de los límites del marco, la interpretación que hiciera quien miraba formaba parte de la obra. Malevich decía que resultaba imposible mostrar la complejidad de un trabajo artístico porque ésta dependía siempre de la inteligencia de quien mira. Yo dirijo mi trabajo con este principio. El proceso de creación de mis obras es muy complicado, tengo que revisar miles de imágenes, combinarlas según sus colores y representaciones y dotar cada pequeña pieza de significados, pero luego traduzco todo esto en obras minimalistas, que exigen la misma complicidad del espectador. En principio, mis trabajos parecen seguir cierta monocromía, pero si se presta atención se perciben muchos colores. Mi trabajo es una combinación de juego y aprendizaje que me permite crear un mundo con pequeños elementos, como ladrillos en un muro.

-La percepción de sus obras cambia radicalmente con respecto a la distancia de quien mira. ¿Qué intención hay en este sentido?

-En mi etapa de la universidad trabajé como educador para pagarme los estudios; organizaba excursiones para niños, y un invierno fuimos a la montaña a esquiar. Me gustó ver de lejos, en el inmenso fondo blanco de la nieve, las pequeñas figuras que se deslizaban por la ladera, casi imperceptibles pero imprescindibles a la hora de valorar aquel paisaje. Procuro que mi obra funcione de esta forma: si la miras de lejos encuentras un todo uniforme, armónico, entero, inmóvil como una montaña nevada. Pero, conforme te acercas, vas descubriendo elementos reveladores. Mi forma de trabajar, en este sentido, es muy parecida a la de la pintura. En mi época de estudiante me gustaban Delacroix, Matisse, Tàpies, Picasso… Todos me han influido, sólo que yo, en lugar de utilizar colores, empleo imágenes.

-¿Y por qué se decantó por esta opción en lugar de la pintura?

-Prefiero esta clase de trabajo cuando no tienes en mente una sola imagen que pueda abarcar un espacio grande. Mi caso no es el de los hiperrealistas norteamericanos como Chuck Norman, que piensan antes de pintar en una gran imagen y la reproducen con exactitud en un mural enorme. Sin embargo, en lo que Norman y yo coincidimos es en que la visión particular de los detalles ofrece muchos elementos que se revelan de una manera mucho menos perceptible en cuanto a singularidad en una visión general del conjunto. Cuando te acercas, aparece un mundo distinto. En el caso de Norman, distingues los colores. En el mío, imágenes.

-Algunas series de imágenes parecen seguir un orden narrativo. ¿Qué historias quiere contar?

-Mediante el arte, ninguna. Para eso ya tengo el vídeo. Pero no rechazo que el público imagine historias a partir de mi obra, si es su manera de hacer suyo mi trabajo.

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