Un cable divino
Ira | Crítica
La Ficha
IRA
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Teatro Cervantes. Festival de Teatro. Fecha: 11 de mayo. Dirección: Dan Jemmett. Texto: Julián Ortega. Intérpretes: Gloria Muñoz y Julián Ortega.
En muchos sentidos constituye Ira un posible modelo digno de reivindicación para la comedia en el presente: la obra de Julián Ortega hace una lectura implacable, valiente y lúcida del clima político actual y expone sus conclusiones de manera clara, sin medias tintas (por decirlo rápido y sin spoilers: toda esa rabia expresada en las calles no es, ni mucho menos, un fenómeno espontáneo ni autónomo, sino alimentado, dirigido y mantenido por élites con intereses más que elevados en el asunto) y con todas las letras. Lo mejor de todo, sin embargo, es la concreción de este diagnóstico en un entorno doméstico, en la historia de una madre y un hijo que deciden decirse las verdades y donde únicamente puede cundir el delirio. Viendo la función de Ira en el Teatro Cervantes recordaba la advertencia de Kurt Vonnegut: “La gente va a necesitar una patraña bien grande para querer seguir viviendo”. La patraña se sirve aquí con cables divinos, llamadas telefónicas y una paternidad de altura, en una exploración fabulosa de las posibilidades dramatúrgicas que delata mucha sabiduría escénica, mucho teatro visto, leído, vivido y estudiado, todo con tal de sentar a los mejores referentes del último siglo, de Beckett a Mihura pasando por Albee, en un tour de force de verdadero impacto. No se engañen, Ira no es sólo una comedia negra al uso. Es justo la dosis extrema de mala leche que hacía falta.
Apunta Julián Ortega en su presentación de la obra a Macbeth y su “mañana, y mañana, y mañana”, y sí, desde luego en Ira hay mucho de esa huida hacia adelante, de esa vulneración constante de los límites cuando ya se ha aceptado que no hay vuelta atrás. En esa violencia sádica, con el cadáver troceado en el retrete, la maternidad pegada a la tierra y llena de autenticidad que encarna Gloria Muñoz se presenta como una resistencia reveladora: ella es Dios, maldita sea, y no el otro suplantador. Frente a tanto teatro adocenado, blandito y bien pensante, Ira nos da la libertad que tanto echábamos de menos. Tuvimos a Gloria Muñoz y a Julián Ortega el año pasado en el Cervantes con la Mestiza de Yayo Cáceres y ya estamos deseando que vuelvan. Con más rabia si encarta.
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