Magos por un día: Jorge Blass reparte ilusión en el Hospital Materno Infantil de Málaga

"Aquí quieres que haya muy poco público, porque eso es que están bien", comentó el ilusionista

Jorge Blass trae a Málaga su espectáculo 'Flipar': "Me gusta pensar que los niños descubren que sus padres no lo saben todo"

Jorge Blass lleva su magia a los niños del Materno Infantil de Málaga / Mar Bassa

"¡Que viene el mago!", gritó un niño con entusiasmo mientras se sentaba, sujetado al gotero, en una de las sillas de plástico. En la cuarta planta del Hospital Materno Infantil de Málaga, la merienda se terminó con la promesa de una cita muy especial. Los pequeños acababan de beber el zumo, se levantaban para reorganizar la sala común y tomaban asiento. Era la señal de que empezaba algo que rompía la rutina: no era el momento de que fueran a hacerse pruebas. Ayer había magia de la mano de Jorge Blass.

Roberto, que ayer cumplía cuatro años, fue el último en llegar donde todos le estaban esperando. Pero ayer no importaba. Ayer era el protagonista. El primero en recibirlo fue Jorge Blass, el mago vestido de negro, con una sonrisa que tapaba la mascarilla. Se acercó y lo felicitó el primero. En la sala había cinco niños. También había padres, miembros de la Asociación de Voluntarios de Oncología Infantil (AVOI) y personal sanitario. El mago Luigi fue el primero en romper el hielo y en sacar unas sonrisas a los pequeños.

También fue el encargado de presentar a la estrella invitada, Jorge Blass, que acudió al hospital en mitad de sus tres funciones en el Teatro Cervantes de la mano de la Asociación Abracadabra, que llevaba en su camiseta. Rompió el hielo con un truco aparentemente simple: les pidió números. Cada niño eligió uno aleatorio. Él los fue introduciendo en la calculadora del móvil. Suma, multiplica, añadir cifras. Al final, el resultado: la fecha y la hora exactas del momento en que estáaban haciendo el truco. Era la primera sorpresa del día.

Se acercó a Roberto. "Te nombro mago oficial del hospital", le dijo mientras le entregaba una varita. Roberto la sostuvo con fuerza y sus ojos brillaban de emoción. Se acercó a otro niño y le entregó un pañuelo de tres colores: verde, rojo y el centro blanco. A una niña le pidió que escogiera una carta al azar de la baraja. Eligió la reina de corazones. Blass pidió a todos los presentes que dijeran las palabras mágicas. Se puso la carta elegida en la frente. Le pidió al niño que abriera el pañuelo de nuevo. La carta apareció pintada en el tejido.

Murmullos de incredulidad y aplausos. Al mago se le achinaron los ojos, mostrando una sonrisa sincera bajo la mascarilla. A una adulta le pidió que firmase otra carta y la introdujo en la baraja. Bajo la atenta mirada de los niños, apareció en su bolsillo. Nadie entendía cómo. Solo que era magia. "Los niños flipan", se escuchó. Justo como se llama el espectáculo del ilusionista, Flipar, nombre que tomó prestado de las emociones de su público.

También hizo un truco con dos adultos: les pidió cerrar los ojos. Solo tocó a uno. Pero ambos sintieron el toque. Los niños se miraron entre ellos, abrieron la boca, señalaban. No había lógica. Solo asombro y alegría. Al final, Blass reparteió varitas mágicas al resto de los niños. Todos recibieron la suya. Luego llegó el momento del cumpleaños. A Roberto le entregaron un regalo. Todos cantaron. Había globos, había aplausos, había sonrisas.

"Es una pasada las emociones que se viven, porque claro, hay niños, hay familias que llevan días, semanas, meses... Y de pronto, poder hacerles un poco de magia, alegrarles un poco el día, que puedan salir un poco de su rutina, es magia con mayúsculas", sostuvo el mago madrileño. No era la primera vez que venía. Lo hace desde hace años. Forma parte de la Fundación Abracadabra, que lleva dos décadas llevando magos a los hospitales de toda España.

"Siempre es diferente, nunca es igual. Es el único show, además, donde mientras menos público haya es mejor, porque significa que les han dado el alta. En el teatro siempre quieres que haya mucho público; aquí quieres que haya muy poco, porque eso es que están bien", comentó. Su presencia es habitual en el Materno Infantil gracias al festival solidario JaJeJiJoJú y a la labor incansable de AVOI.

Agradeció a los equipos médicos y al personal del hospital que organiza estas visitas: "He tenido la suerte de venir muchas veces, actuar en el auditorio, en las habitaciones... Te dan mucho más ellos con su risa, su emoción, de lo que tú les puedes dar. Es una cosa emocionante que no olvidas jamás. Cada experiencia te deja huella". Los niños son su público más difícil: "Ellos miran a donde no tienen que mirar, son espontáneos, por eso admiro tanto a magos como Luigi, que se dedican a la magia infantil, porque si consigues convencer a un niño... al adulto te lo llevas de calle".

Juan Carmona, presidente de AVOI, no pudo contener la sonrisa al ver la felicidad de los pequeños. "Esto ha sido gracias a Jorge Blass. Está en la Fundación Abracadabra y siempre que viene a Málaga a actuar se pasa por el hospital. Es algo muy especial", compartió. Carmona vio que los niños se lo "pasan pipa" y que Blass estaba encantado: "Nosotros somos amigos desde hace mucho tiempo".

Para él es "una enorme alegría" ver así de contentos a los niños en la sala común: "Estamos aquí todos los días, 365 días al año, pero un día así, tan especial como este, verlos sonreír, que salgan de las habitaciones, que estén con un gran mago, que disfruten, que los padres vean a sus niños felices... Nos vamos muy contentos y felices. Le damos las gracias infinitas a Jorge".

La visita no terminó en la cuarta planta. Jorge Blass subió luego a la quinta para llevar su magia donde los niños están en aislamiento y acabó su recorrido en la UCI. La magia, la verdadera magia, no está en las cartas ni en los pañuelos. Está en sacar carcajadas a los pequeños. Está en volver. En la risa, el asombro, las miradas cómplices... Y en que esos niños, durante unos minutos, no habían sido pacientes, sino magos.

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