Museo Picasso Málaga

Cumpleaños de un sueño sin toque de queda

  • El Museo Picasso celebró este martes su 17 aniversario con una jornada de puertas abiertas que registró una notable afluencia y con la colección como protagonista

Visitantes en el Museo Picasso, este martes, con motivo de la jornada de puertas abiertas por el 17 aniversario.

Visitantes en el Museo Picasso, este martes, con motivo de la jornada de puertas abiertas por el 17 aniversario. / Javier Albiñana (Málaga)

Por lo general, el momento de cumplir 17 años se corresponde con la hora de asumir decisiones importantes respecto a lo que cada cual quiere ser en el futuro a tenor de lo ya construido. Y es curioso, pero, como si de un tardoadolescente se tratara, el Museo Picasso, que celebró este martes su decimoséptimo aniversario con una jornada de puertas abiertas, se encuentra justo en esa tesitura: la que tiene que ver con la consolidación de la institución en el mapa museístico andaluz pero, también, con su crecimiento, su desarrollo y su transformación para afrontar los retos inmediatos y abrazar el museo que el Picasso quiere ser de mayor. La epidemia del coronavirus ha venido a empañar este proceso, pero también, de alguna forma, a acelerarlo, en la medida en que ha obligado al centro no sólo a cancelar exposiciones (este otoño estaba prevista la muestra de Meret Oppenheim, cuya organización precisaba un dispositivo imposible de desplegar en las circunstancias actuales), sino a dar a probar nuevos modelos de relación con el público casi a contrarreloj. De alguna forma, el Museo Picasso adulto ya se deja intuir en la crisis del adolescente. Y ayer hubo tiempo de cotejar esta promesa en la fiesta de cumpleaños.

Audioguías ante dos retratos 'picassianos'. Audioguías ante dos retratos 'picassianos'.

Audioguías ante dos retratos 'picassianos'. / Javier Albiñana (Málaga)

Sin las apreturas de otros años, y bajo una apariencia general de calma con algunos picos puntuales, lo cierto es que la afluencia registrada con motivo del acceso gratuito fue más que notable durante toda la jornada. Que el paisaje resultara menos abultado se debió, en gran parte, a las medidas aplicadas para el mantenimiento de las distancias de seguridad, desplegadas ya desde el mismo acceso con una cinta separadora, y a los itinerarios dispuestos en las distintas dependencias para evitar aglomeraciones. Los recursos vigentes desde la reapertura del pasado mes de mayo siguen mostrándose, por tanto, eficaces a la hora de proyectar la mayor confianza y seguridad entre los visitantes. Entre el público que decidió acercarse y participar en el cumpleaños convivían mayores, estudiantes, algunos grupos escolares y, a modo de síntesis, el significativo color nativo que sólo podía ser considerado como exótico hasta el pasado mes de marzo. Siendo un martes, y encima con la que está cayendo, entre toques de queda y la certeza ya asumida de que esto va para largo, el aniversario revistió tonos inevitablemente sombríos; pero fue mayor, en cualquier caso, la celebración del Museo Picasso no sólo como motor esencial de la vida cultural de Málaga e impulsor de la misma definición de la ciudad en este sentido; también como un lugar en el que pasan cosas merecedoras de ser descubiertas, compartidas, incorporadas, criticadas, aprendidas, matizadas. Contra el toque de queda general, el Picasso fue, de nuevo, la casa en la que caben todos, malagueños incluidos.

Taller de hilatura en 'El otro museo'. Taller de hilatura en 'El otro museo'.

Taller de hilatura en 'El otro museo'. / Javier Albiñana (Málaga)

Dos fueron los principales argumentos brindados por el museo en su cumpleaños: el primero, y más reclamado, su colección permanente, Diálogos con Picasso, que tras la puesta de largo de su nueva ordenación el pasado mes de junio se ha convertido en el atractivo más demandado por propios y extraños. El segundo fue El otro museo, el laboratorio de ideas y experiencias que ocupa las salas reservadas a las exposiciones temporales ahora ausentes: guiados por los educadores del centro, los asistentes participaron en los talleres de cerámica, estampación e hilatura, admiraron los Málaga Patterns de Nielo Muñoz y se adentraron de manera práctica en buena parte de los contenidos predominantes de la misma colección permanente. Quién lo diría: Picasso es ahora, en manos de los malagueños, una excusa para jugar, crear, aventurarse a hacer lo que de otra forma pocos probarían. En el empeño del mismo Picasso, así como de Juan Temboury y de Christine y Bernard Ruiz-Picasso para que este museo se hiciese realidad, cristalizado hace diecisiete años, casi nada, este juego era un objetivo soñado. Con toque de queda o sin él.

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